El gobernante que por un lado defiende los intereses de un conjunto de ciudadanos se considera así mismo portavoz de todos ellos. La política es la historia de la megalomanía y es probable que empiece de ese hecho en particular; la presunción de ser el proceso necesario para alcanzar el bienestar de los ciudadanos, se considera así mismo esa pieza del rompecabezas faltante y eso en sí mismo le otorga un valor gratificante. Él es el elegido, nadie puede decirle lo contrario.
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Por Henry Nadales
Siempre me han traído sin cuidado las tradiciones de Año Nuevo en general, y me importan tres cuartas partes de lo mismo cualquier tipo de superstición en particular. Sin embargo, este 31 de diciembre, cuando queden pocos minutos para que se acabe el año, cuando el reloj tenga las dos manecillas apuntando hacia arriba, voy a brindar ―si es que tengo con qué hacerlo― por ellos. Esos que no tienen nombre y pueden ser cualquiera, los que son de todas partes, pero no pertenecen a lado alguno.
Cuando el minutero siga corriendo, voy a cerrar los ojos y pensaré en ella, que seguramente está trabajando en una cadena de hamburguesas o preparando un helado, con el nombre Raquel marcado en el pecho. Voy a acercar el trago y también recordaré a Carlos, que se fue caminando durante 15 días, con los pies reventados y la camisa roída, atravesando un sol del infierno con un dolor insoportable en las piernas, por las selvas de Panamá y el desierto mexicano. Migrantes a los que la madrugada les da una bofetada en el rostro cada día, que vienen desde su tierra, desde lejos, a cazar las oportunidades de que ―con su propio esfuerzo― puedan tener una vida que valga la pena vivir. Ese personaje que solo habla con la pantalla, con una sonrisa en los labios, mientras su sobrino o su esposa abren desde casa los regalos que les mandó. Y después de ese brindis, yo sonreiré con ellos.
Por otro lado, me importarán un carajo los que salen incendiados en el auto, borrachos a más no poder por estas fechas, llevándose con el tren delantero a los que, como Raquel y Carlos, se fueron ganando pedazo a pedazo este perro mundo. Ni siquiera voy a arquear la ceja por la chismosa del barrio que, en la mesa de un restaurante, critica a los que se fueron a perseguir sus sueños, mientras ella escupe el cuento de la humillación, la locura, la juventud, y la falta de no sé qué cosas. Les dedicaré un largo y respectivo gesto fálico con mis manos a los fulanos que califican de estúpido el esfuerzo del muchacho que ya no está en el vecindario, sino a miles de kilómetros, ordenando cajas, limpiando patios, o apilando bloques para llevar a su casa el pan y ofrecerle a su hijo una mejor educación.
Voy a enviarle mis ánimos a esos jóvenes y no tan jóvenes que tuvieron que nacer de nuevo, aprendiendo otra cultura, un nuevo idioma, y hasta el cómo funciona un calentador. Mis oraciones serán para los hermanos que trabajan y luchan ―o que al menos lo intentan― con su alma cada día; esos que ya tuvieron hijos en su patria y que, de no ser por el sacrificio que hacen, sólo podrían heredar la ignorancia y el hambre. Mi aliento lo compartiré con los que se despidieron de sus seres queridos, saboreando la certeza maldita de que quizá no los volverían a ver jamás; con los cientos de miles de rostros exiliados, estafados y engañados por una clase política que los amarró al populismo.
Reivindicaré los logros del muchacho que desde el aula de clases habla con sus amigos de los sueños de libertad. También el coraje de la muchacha que no pudo seguir haciéndolo, porque unos criminales uniformados le dijeron que, si seguía en el mismo camino, iba terminar en prisión. Seguramente, el trago tendrá un toque amargo por el recuerdo del vecino que ya no está jugando fútbol en la cancha, desde el terrible martes 16 en que lo mataron por el único motivo de querer vivir en paz.
El brindis será para los sin nombre, aquellos que decidieron con sus ovarios y cojones volverlo a intentar. Por esos que sí saben lo que es estar metidos en un pozo lleno de barro, o con el sol sobre los hombros, corriendo como enfermos, escapando de no sabemos qué, con todos los miedos del mundo susurrándoles al oído, y enfrentando el peor de los sufrimientos: la duda de si el martirio algún día va a terminar.
Mi último deseo será que sepan esto: que el valor que tienen en una sola uña es más grande que la dignidad de cualquier Congreso; que tienen más calor soportando el invierno, que el alma de los irresponsables que les robó su futuro; que pueden mandar al carajo al próximo que, desde una cómoda cama de privilegios, les venga con el cuento de que son estúpidos por haberse graduado como abogados para terminar limpiando baños en el extranjero; que el camino será pedregoso, con todos los problemas que trae el dinero, el trabajo, la salud, y hasta el aprender otro idioma; pero que podrán hacerlo; y que, si quieren un héroe, busquen un espejo… Quizá, de este modo, si alguna vez desconfiaron de su capacidad para lograr lo imposible, ya no existe ni una sola razón para volver a dudar.
Renny Ottolina: la voz que advirtió la decadencia venezolana
Por: Omar E. Ramírez R., Coordinador local de Estudiantes por la libertad Venezuela.
Reinaldo José Ottolina Pinto, quien luego cambiaría su nombre a Renny Ottolina, fue un periodista, locutor, presentador y animador de televisión nacido en Valencia estado Carabobo, Venezuela, quien sería conocido como el número 1 de la televisión venezolana. Hoy día conocido en los círculos de jóvenes y adultos por sus fuertes críticas al sistema bipartidista imperante en la cuarta república; un sistema rentista y estatista, donde el clientelismo y el paternalismo estatal, así como el populismo, reinaban, sumándose al “enchufe” de ese entonces que nada tiene que envidiarle al de hoy; ponía las relaciones políticas y familiares por encima del mérito del individuo en su capacidad de éxito y prosperidad material y de oportunidades, pues, a estas tenían acceso los militantes del partido de turno, así como a las regalías y prebendas en las que consistían los programas de gobierno de casi todo candidato.
Siendo pionero en la televisión venezolana, participó como presentador del programa inaugural de la televisora nacional en 1952, haría la primera transmisión de TV a color con el Santo Ángel de fondo; en su show “Renny Presenta” viajó por distintos lugares del país contando su historia, los sucesos claves de nuestra independencia ocurridos allí y mostrando sus paisajes urbanos y naturales. Se le conoció además por sus llamativos y divertidos comerciales, en los que, entre tantos, para publicitar una bebida achocolatada la preparo estando de pie sobre su mesa, arrojando desde lo alto los cubos de hielo, el agua y el polvo deshidratado de la bebida a una licuadora, encendiéndola con los pies, y luego bajándose a tomar un vaso de la bebida preparada. Fue fundador de la Cadena Venezolana de Televisión y un reconocido locutor de radio, piloto de carreras y showman; se ganó el título de “El número 1 de la televisión venezolana”.
Sin duda alguna otro de los motivos por los que se le recuerda —y es el que para mí es más importante— fue por su constante crítica social y llamada a la conciencia de los ciudadanos venezolanos, convocando a regresar a las buenas costumbres, a los conductores de motocicletas a manejar con prudencia, siempre en sus programas los llamaba a evitar manejar a exceso de velocidad o bajo influencia de sustancias recordándoles las tasas de accidentes fatales de tránsito causados por conducir a altas velocidades o bajo la influencia del alcohol; un ejemplo es el video que se puede conseguir en internet bajo el nombre “La cuña prohibida de Renny” donde conversa con el director del servicio de Medicatura Forense sobre las muertes por accidentes de tránsito. Criticaba mucho el estatismo y la pereza, el que el gobierno alentara conductas como la pereza o la vagancia subsidiando bienes básicos y las regalías y prebendas.
Trató de impulsar una campaña para que el nombre de la moneda nacional fuese cambiado de “Bolívar” a peso, no sin que se quitase su esfinge de la moneda; pues no concebía que el nombre de Simón Bolívar fuese utilizado en sus palabras “para algo tan vil como el dinero”, en su último programa en televisión abordó el tema extensamente, donde además llegó a demostrar su gran fe en el destino de Venezuela, diciendo que: “estoy convencido de que el retorno del país hacía sí mismo no puede ser sino a través de su conciencia como país, resiento el que un líder extranjero me diga a mi como Venezolano cual es el camino, recuerdo perfectamente bien que nuestro país nació diciendo por aquí, no quiero que venga nadie a estas alturas a decirme por donde es, creo firme y ciegamente que Venezuela nació para ser líder y decir cuál es la senda, no para seguir otras, y reconozco también que por cuestiones circunstanciales Venezuela se ha olvidado un poco de sí misma, el problema no es material, es mental y espiritual”
Aquí, dijo muy acertadamente que mientras que el individuo no se preparase, no abandonase la mentalidad paternalista estatista, no entendiese lo correcto y siguiese siguiendo falsas ideas en el ámbito económico, político o social Venezuela seguiría en decadencia; lastimosamente no se le escuchó, y llegamos a lo que Venezuela es hoy día.
Defensor de la propiedad privada, la iniciativa empresarial, la publicidad y el consumo, respondió de forma excelente a un oyente suyo quien lo criticó por promover el consumo, respondió acertadamente como el comunismo había fracasado y explicó por qué todas las sociedades son sociedades del consumo, defendió la empresarialidad, como iniciativa privada con el fin de obtener dinero, y el trabajo asalariado; si bien es cierto que criticó y se declaró enemigo del empresario especulador, así como la publicidad y el consumo, pues, si alguien tiene la idea de hacer un par de zapatos, necesita quien los haga, pero también enseñarle a los mercados que dicho producto existe y que haya quien lo compre, así definió de manera muy sencilla el funcionamiento de la economía.
En 1977 fundó el Movimiento de Integridad Nacional con miras a ser elegido presidente en las elecciones de 1978, la intención de voto hacía Renny iba creciendo superando a las de los otros candidatos, pero murió el 16 de marzo del 78 en un accidente de aviación el cuál nunca fue esclarecido y ocurrió en circunstancias extrañas.
Él, a diferencia de los socialdemócratas y demás socialistas, cuyas campañas se basaban en las regalías y las prebendas de quien los apoyara, en prometer quitarle a quienes producen para dárselo a quienes no, proponía cambios y soluciones reales, respeto a la propiedad privada, libertad al emprendimiento, reforma educativa y eliminación de muchos subsidios; razón por la que como contó él en una entrevista un taxista dijo que “ese Renny sería un tirano haciéndolo trabajar a uno”, pues sus ideas, aún no calaban en gran parte de la población confundida y adoctrinada por décadas de paternalismo estatal y rentismo.
Sus palabras, llamados, campañas e ideales venían a romper con el paradigma socialdemócrata izquierdista imperante; con el paternalismo y el rentismo, a reformar el sistema educativo y realzar el mérito, lastimosamente, sus propuestas no pudieron ver la ejecución y fueron sepultadas por los izquierdistas a quienes no les convenía que las palabras de Renny se hicieran sentir, hoy, vemos las consecuencias de las que Renny tanto advertía, hoy, vemos como el no haber seguido su “guerra, contra el atraso, contra la pereza y contra la ignorancia” nos llevó a elegir fácilmente a un socialista quien venía haciendo alarde público del atraso, de la pereza al subsidiar el no trabajar pero ahora de forma más descarada y quien utilizó la ignorancia colectiva a su favor y aún hoy hay quienes le rinden culto. Hoy, el estado se hizo tan grande como Renny advirtió, con intromisión en casi todos los sentidos de la vida del ciudadano, con leyes regulando y asfixiando casi cada aspecto de la vida económica nacional y con una sociedad que hacer alarde de su atraso e ignorancia así como de su falta de buenas costumbres.
Es momento de que ya dejemos atrás todo eso contra lo que Renny en su momento quería luchar, es momento ya de que la gente deje de esperar la ayuda de papá-estado para todo, y de que comprendamos de una vez por todas que ni el empresario es un ladrón, ni los políticos unos santos a los cuales endiosar.
Clientelismo planificado: una estafa que empobrece
El análisis económico se realiza para determinar y evaluar la interacción entre los distintos actores de la economía; estudia el modo en que individuos toman decisiones en situaciones de escasez enfrentados a múltiples alternativas; estas decisiones se fundamentan en ciertas reglas tales como aumentar la utilidad del recurso y sus beneficios, así como conseguir la mejor calidad al mejor precio.
Dado que todo recurso es limitado humano o material, usarlo en un fin determinado implica renunciar a usarlo en otro; los actores económicos a decidir en qué fin estos recursos alcanzarán el mayor rendimiento en el caso de los productores, el mayor beneficio en el caso de los consumidores, y la mejor relación coste beneficio en el caso de ambos. El cómo optimizan los agentes su conducta al enfrentarse a las alternativas posibles para alcanzar sus fines y cómo estas decisiones afectan a otros actores a corto, mediano y largo plazo, es precisamente uno de los objetos de estudio del análisis económico.
Esto último, llevado a las medidas de los gobiernos y el impacto de las leyes en la economía, constituye el área de la economía a la que echaremos luz en este artículo, la economía política; cuya definición técnica es el estudio del “cómo, desde el gobierno, se organiza la producción, distribución, intercambio y consumo de bienes y servicios en las distintas sociedades” [G. Westreicher. Economía política. En economipedia.com].
Si algún aporte ha hecho el liberalismo al análisis económico, específicamente al empleado en la economía política es la exposición de Frederic Bastiat en su obra “Lo que se ve y lo que no se ve” del grave error que se comete al juzgar una medida política económica en base a sus resultados y aparentes beneficios a un actor económico específico a corto plazo, ignorando los resultados de esta en un amplio número de actores y a largo plazo. Esto fue llamado por él “la falacia de la ventana rota”, y trata sobre la marcada tendencia de la sociedad de juzgar una política pasando por alto las consecuencias secundarias de esta. Es esta idea, su comprensión y uso en el análisis, lo que diferencia la calidad de un economista; como diría Henry Hazlitt:
“En ello consiste la fundamental diferencia entre la buena y la mala economía. El mal economista sólo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan sólo contempla las consecuencias directas del plan a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas. Aquél sólo considera los efectos de una determinada política, en el pasado o en el futuro, sobre cierto sector; éste se preocupa también de los efectos que tal política ejercerá sobre todos los grupos.” [Economics in one lesson, 1946]
La explicación dada por Bastiat consiste en un experimento mental; imaginemos que un día Juan BuenHombre se consigue con que su hijo por accidente ha roto la ventana de su escaparate,por lo que, ahora Juan tiene que pagar 6 francos por su reparación; es claro que el reparador de ventanas se beneficia de ello, no obstante como diría Bastiat, esto es lo que se ve. A simple vista Juan obtiene su nueva ventana y los reparadores 6 francos, ambos ganaron. Esto es lo que se concluiría si se ignoran las consecuencias secundarias y a otros actores. Pero lo cierto es que Juan quería con esos 6 francos comprarse un par de zapatos nuevos, y el zapatero un actor que no se ve; con estos 6 francos hubiera comprado el traje nuevo que quiere desde hace tiempo, a su vez el sastre hubiera usado esos seis francos para comprarse un libro, y así pudiéramos seguir hasta que luego de una larga cadena de intercambio los seis francos hubieran vuelto a Juan.
Es así como, bajo un estudio de las consecuencias secundarias, tenemos que es mayor la pérdida que no se ve que el supuesto beneficio que se ve. Se ve que los reparadores obtienen 6 francos si se rompe la ventana de juan, pero no se ve que si no se rompe la ventana, Juan tiene su ventana intacta y un par de zapatos, y los otros actores que no se ven tuvieran un traje nuevo, un libro nuevo, y una gran cantidad de adquisiciones que ahora no pueden hacerse por que se rompió la ventana. (Si el lector quiere profundizar, le recomiendo el tratado “Lo que se ve y lo que no se ve” de Frederic Bastiat y al primer y segundo capítulo del libro “La economía en una lección de Henry Hazlitt).
Entender esto nos pone alerta ante cualquier supuesta bondadosa medida económica.
El aporte de Bastiat,ayudó a que muchos dejasen de cometer los dos principales errores del análisis económico, a saber, juzgar una medida por sus resultados en un solo actor, y el de no juzgar sus consecuencias a largo plazo, muchas veces se cometen ambos de forma totalmente consciente por parte de demagogos, políticos populistas y economistas e intelectuales sobornados por aquellos para avanzar en sus agendas. Cuando un legislador, político o partido anunció con bombos y platillos su nueva medida económica, su nueva reforma, tributo o plan de asistencia social, se suelen detener en la gran cantidad de gente supuestamente beneficiada, hace alarde por ejemplo del gran números de personas que antes no tenían un techo y ahora sí lo tienen, en seguida saltan los intelectuales y periodistas afines a la ideología del partido, político o legislador en cuestión a felicitarle y a reconocer su altruismo, pero nunca se atreven a preguntar:
- ¿De dónde salió el dinero que está pagando esta supuesta ayuda?
- ¿Cuántas empresas pequeñas dedicadas a ofrecer el servicio o bien que el Gobierno ahora “regala” quebraron al no poder competir contra el monopolio de la fuerza?
- Si el dinero salió de la emisión monetaria inorgánica; ¿Cuánto tiempo tardará en hacerse notar la inflación y que tan grande será esta?
- Si se obtuvo los recursos de la expropiación; ¿cuántas familias fueron robadas institucionalmente? ¿Cuántas empresas huyeron del país en cuestión por temor a ser expropiadas? ¿Cuántas no nacieron debido al temor de los emprendedores de ser expropiados?
- Es cierto, la recaudación fiscal aumentará en el corto plazo pero, ¿cuánto aumentarán los precios las empresas para poder pagar los impuestos? O ¿Qué tanto decaerá la calidad de sus productos si aparte se les pone un control de precios y no quieren trabajar a pérdida?
- ¿Cuántas empresas cerrarán al prever que no podrán resistir este aumento de impuestos?
- Siguiendo las consecuencias de las preguntas 2, 4 y 6, ¿Cuántas personas perdieron sus empleos y fuentes de ingresos como consecuencia de las medidas implementadas?
Y así un montón más de preguntas que ni los intelectuales sobornados y fanatizados se atreverán a hacer aunque las piensen por que vendieron sus conciencias, ni los demagogos ni políticos populistas se atreverán a responder y preferirán hacer uso de la ridiculización y humillación; pero que sus respuestas, y hasta el simple hecho de pensar en ellas, pondrían en rechazo hasta a las más convencidas personas honestas en un primer momento de la beneficencia de dicha medida.
Es en este punto, cuando comprendemos dicha falacia, cuando estudiamos este aporte al análisis económico que sin duda alguna nos salvaría de cometer o avalar errores, cuando practicamos el experimento mental propuesto por Bastiat; que comenzamos a mirar con recelo y hasta con rechazo a muchos políticos populistas, en el caso Venezolano, comenzamos a miralas con recelo previendo las nefastas consecuencias de las medidas supuestamente bondadosas que el régimen chavista ha aplicado, aplica y continuará aplicando para el avance de su agenda totalitaria; cuando comenzamos a entender que muchas medidas propuestas por el gobierno o gran parte de la oposición sólo profundizará la crisis.
Las misiones sociales, el sistema patria, las medidas de control de precios son grandes oportunidades de medidas económicas para someter al escrutinio bajo la comprensión de la falacia de la ventana rota; vamos por cada una.
- Las misiones sociales; nacieron con el supuesto objetivo de brindar ayuda y asistencia social a las clases más desfavorecidas, durante más de una década a través de estas se han beneficiado a corto plazo muchas personas con viviendas, planes de pensiones, ayudas económicas y dotación a escuelas, ambulatorios y demás, esto es lo que se ve, todas se beneficiaron con la emisión de dinero inorgánico del Banco Central, que a la larga produjo la hiperinflación más grande en la historia de la humanidad, como consecuencia la escasez de productos, la pérdida total de poder adquisitivo, y que hoy día las personas aparentemente beneficiadas en un primer momento hoy tenga una pésima calidad de vida, la moneda nacional una pésima capacidad de compra y ahorro, devaluación constante, consecuencias que en un primer momento no se ven, y que en un análisis flojo de las misiones tampoco se ve.
- El sistema patria, con un fin similar al de las misiones sociales, es el sistema de pago de bonos y planes de ayuda social, que, de nuevo, se financian a través de la emisión de dinero inorgánico, y aunque a corto plazo se ve como una ayuda a la ciudadanía, al mediano y largo plazo genera depreciación de la moneda; ejemplo el desplome del bolívar ante el dólar luego del pago de los bonos vacacionales y el actual aumento del precio del dólar paralelo.
- El control de precios, a primera vista y a corto plazo hizo que las personas pudieran comprar artículos de primera necesidad a un precio supuestamente accesible pero a mediano plazo hay un efecto que no se ve en el análisis perezoso de la medida y que el gobierno prefirió atribuir al egoísmo y la avaricia de los comerciantes, este es la escasez; pues debido a que los precios estaban fijados en cifras que a veces ni siquiera pagaban los costes de producción y obtención de muchos artículos y terminaban perdiendo en lugar de ganando preferían sacar de sus anaqueles aquellos productos regulados, esto derivó en largas colas para la obtención de dichos productos. También en el proceso de fijación de un precio se ignoran las leyes del mercado y el hecho de que es la relación entre la oferta y la demanda lo que determina el precio de un bien lo que ocasiona la imposición de precios irrisorios; a esto hay que sumar un efecto secundario ineludible de esta medida, el surgimiento de un mercado negro donde se vendía a precio real los productos que las regulaciones habían hecho desaparecer.
Si recordamos estos hechos, casi siempre la solución del gobierno era más emisión de dinero inorgánico o más intervención en el mercado y mayor control, lo cual profundiza la crisis. Cabe mencionar que estás acciones eran y son aplaudidas por sectores intelectuales y políticos de oposición; incluso fueron los mismos que habían pedido mayor intervención del estado en el mercado o en asuntos monetarios. La población civil, al creer en las mentiras difundidas por el gobierno y por intelectuales pagados, siempre veía en cada regulación o en cada misión nueva una esperanza, muchos sectores en sus análisis económicos que se detenían en las consecuencias inmediatas y en un solo agente, sin tomar en cuenta lo que no se ve y tal como aquellos que celebraban la destrucción de la ventana en la falacia de la ventana rota, llegaban a conclusiones equivocadas y por ende a supuestas soluciones que nunca resolvían el problema.
Todo esto por el simple hecho de no comprender cómo funciona realmente una economía, no cometas el mismo error. De ahora en adelante, cuando escuches a un político o intelectual promoviendo una regulación, un plan de ayuda social, o celebrando la “destrucción creativa” de la economía, no te quedes en los efectos a corto plazo y sobre un actor en específico, ve más allá, busca aquello que no se ve y podrás observar por ti mismo si de verdad es buena o mala dicha medida. Con esto ya tienes una herramienta para tu análisis económico personal —pues todos podemos analizar la economía— y para detectar a un mal economista o político populista.
Por Omar E. Ramirez R., Coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.
Por una educación con sentido
Por: Roymer Rivas, coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.
El mejor sistema educativo que ha habido en la historia humana ha sido el de la antigua Grecia, específicamente, Atenas. En este sistema se encomendaba a los niños desde una edad temprana a algún maestro para que enseñara al niño hasta los 18 años —maestro/discípulo—; si algún maestro era reconocido, los jóvenes se acercaban a él para adquirir su sabiduría; si alguien quería ser músico, iba con un maestro para que le enseñara música; si quería ser poeta, orador, filosofo, artesano, o cualquier otra profesión, iba con el maestro correspondiente —la libertad de enseñanza estaba garantizada— y la enseñanza pasaba de generación en generación vía oral; se respetaba la obligación cívica y moral de los padres a educar a sus hijos.
El sistema ateniense ponía especial énfasis en el desarrollo de la razón y del pensamiento crítico que, a su vez, se ejercitaba en la vida pública y en las manifestaciones culturales; no por nada Atenas es la cuna de la ciencia y la filosofía. Allí no existían certificados, diplomas, títulos universitarios de reconocimiento, ni mucho menos gremios en donde se tenían que inscribir las personas para poder ejercer su profesión; el conocimiento de cada individuo era reconocido por el ejercicio de su profesión, y si alguno demostraba carecer de las cualidades necesarias, simplemente era sustituido por otro que si demostrara tenerlas.
En resumen, se puede decir que se respetaba la libertad de elección tanto de los padres para educar a sus hijos, como de los jóvenes estudiantes para decidir en qué rama querían profesionalizarse. También, las habilidades desarrolladas eran del tipo practica y el «mercado» era quien decidía si una persona era capaz o no para ejercer cierta profesión, era un sistema basado en el mérito y cada persona tenía que ganarse su reconocimiento a través del buen ejercicio de la profesión que decidieran ejercer.
En contraste a hoy día, el sistema educativo no despierta el pensamiento crítico en los estudiantes, la educación no es personalizada —maestro/discípulo—, la función principal del sistema educativo actual no es mejorar las habilidades de los estudiantes, sino certificar su “inteligencia” y su conformidad —cabe destacar que dicha inteligencia es medida según ciertos parámetros impuestos desde arriba—.
Esta es la razón por la que los estudiantes olvidan gran parte de lo que -intentaron aprender- en las distintas etapas escolares por las que atravesaron; y digo “intentaron aprender” porque lo que se aprende no se olvida, más bien queda internalizado en el ser y, a través del tiempo, va enriqueciéndose y tomando nuevas formas más profundas.
Hoy, cuando una persona se “gradúa” es “certificada”, pero, no conforme con esto, de existir alguna algún “colegio”, debe colegiarse para poder ejercer su profesión libremente; de no hacerlo, puede verse limitado para ejercerla e incluso podría ser sancionado si ejercita su profesión.
Pero la triste realidad es que esa certificación no es más que una “certificación de calificaciones”, no de aprendizaje; esto se refuerza más cuando en el mercado laboral se valoran más las calificaciones que el conocimiento, convirtiendo así los títulos en meras cartillas que tienen el objetivo de impresionar a los empleadores, es como si los tenedores de títulos dijeran “mira, soy un buen trabajador, contrátame, mi inteligencia está certificada”; en los centros educativos no se “guía” al estudiante (como si lo hacia el maestro con su discípulo en la antigua Atenas) ni se enseñan habilidades prácticas que permitan a éste cultivar sus capacidades creativas para poder desarrollarse en su entorno; el régimen educativo actual premia la “conformidad”, las personas buscan altas calificaciones, títulos, reconocimientos, certificados, más no el conocimiento en sí mismo y el aprendizaje.
La austeridad educativa nos llevó a un mundo en el que necesitamos un diploma para poder trabajar, en el que hay inflación de certificados, pero decadencia en el aprendizaje. La educación es un tesoro, pero definitivamente el sistema educativo actual es un horror, se crean esclavos, no emprendedores y excelentes personas.
Creo que ya va siendo hora de retomar, con mejoras, las ideas de la antigua Atenas, adaptarlas y aplicarlas en la actualidad, crear un régimen en el que la libertad de elección y el cultivo del pensamiento crítico y la razón imperen.
En este proceso de lucha, mientras tanto, por ser quienes están al frente en la batalla, invito a los profesores a potenciar la creatividad innata en sus estudiantes, a despertar su interés por el conocimiento y la adquisición de habilidades prácticas, a no valorar las calificaciones —que solo miden capacidad de memoria— más que el aprendizaje, a personalizar lo más que puedan cada enseñanza, a reivindicar la crítica y la razón y guiarlos para que su pensamiento sea profundo. En resumen, los invito a no escolarizar a sus estudiantes, sino a ayudarlos a aprender; enseñen a pensar, no qué pensar.
Termino con una cita de Roger Lewin: «a menudo damos a los niños respuestas que recordar en lugar de problemas a resolver»; no formen parte del sistema que, paradójicamente, hace que las personas dejen de aprender cuando llegan a las escuelas.
Menos democracia y más libertad; Venezuela no necesita democracia
Por: Roymer Rivas.
Muchos años después de que el ideal democrático se gestara en un ambiente hostil durante años (1928-1945), en 1945 la Junta de Gobierno promulga el derecho a voto la mujer venezolana; esto da paso para que en octubre de 1946, en las elecciones de representantes para la Asamblea Nacional Constituyente, ellas puedan ejercer por primera vez su derecho. El resultado de esto fue que dicho derecho quedara plasmado en la Constitución de 1947.
Éste es el punto de partida de la historia democrática en Venezuela que se vería interrumpida temporalmente con las dictaduras de la junta militar y Marcos Pérez Jiménez (1948-1959), para luego instaurarse y consolidarse con el pacto de punto fijo (1958) que llega para marcar el mayor periodo de democracia en Venezuela (1958-1998); un periodo bipartidista.
Los turbios 40 años de “ilusiones” y “cortinas” —cabe decir que auspiciadas por el mismo sistema democrático— sirven como base para que Hugo Chávez se haga del poder y convoque una Asamblea Constituyente que tiene el respaldo de la Corte Suprema de Justicia, una entidad que debió haber velado por el cumplimiento de la ley y, en su lugar, paradójicamente, generó una nueva manera de reformar la constitución a pesar de que la constitución de 1961 no lo preveía; cosa que fue y aún sigue siendo criticada por abogados constitucionalistas. Estos eventos abren camino para que se promulgue la Constitución de 1999 y, junto con ella, termine de morir la democracia en el país.
Desde entonces, los venezolanos en general luchan por la recuperación de la democracia; de hecho, todos los partidos políticos de oposición, tanto socialistas como liberales (clásicos), proponen “recuperar la democracia”; las protestas que ha habido durante los últimos 9 años han sido por la libertad y el “retorno a la democracia”.
Ahora bien, ¿Realmente necesita la sociedad venezolana regresar a la democracia? Para responder esta pregunta es necesario dar respuesta primero a otra pregunta: ¿Qué es la democracia? A menudo se da por sentado que la democracia es la mejor forma de orden social, de gobierno, y que es de sentido común que todos tengamos derecho a voto; nada más alejado de la realidad; este sistema es incompatible con los tres derechos fundamentales del hombre, a saber, vida, libertad y propiedad privada; y, por tanto, como todo sistema que no se sustente en ellos, sus bases son de arena y las consecuencias de crear una estructura en ella son nefastas. La teoría lo indica y la evidencia empírica lo ilustra, basta ver el escenario mundial, y más específico por su cercanía, Venezuela, para entenderlo.
Según la Real Academia Española, la democracia es “una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, una “doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce directa o indirectamente o por medio de representantes; y esto es lo que nos venden, de una u otra manera, desde pequeños bajo la educación —adoctrinamiento— publica. En otras palabras, en un sistema democrático, supuestamente, todos los miembros de la sociedad participan, o tienen el derecho a hacerlo, en la toma de decisiones. Sin embargo, la verdad es que “democracia” significa la regla de la mayoría; ya Platón definía el sistema como el gobierno “de los más” en su “Republica”; en la misma línea, a mí me gusta llamarlo como lo que realmente es: “tiranía de las mayorías”.
Puede que algunos difieran de estas afirmaciones, ciertamente la discusión es amplia y por la misma razón no me extenderé en la explicación por no ser el punto central de este artículo. Pero estén de acuerdo o no, nadie podrá negar el hecho de que la democracia ha servido como medio para que muchos personajes hagan propuestas sociales —políticas, económicas, etc.— que no hacen más que atentar y, en casos extremos, atacar las libertades de todos los miembros de la sociedad. Bajo el sistema democrático Evo Morales, Perón, Hitler, los Kirchner y Hugo Chávez, entre tantos liberticidas, han llegado al poder gracias al apoyo masivo (apoyo “popular”; más del 50% de los votos, sin importan si fueron todos a votar o no) de sus respectivos países.
Estos gobiernos han hecho relucir la esencia misma de la democracia, el populismo. No es que uno de los problemas de la democracia es el populismo, es que la democracia es esencialmente populismo; un sistema en el que quien pretenda hacerse con el poder necesita del apoyo de las masas incentiva, a priori, a que dicha persona se valga de todos los medios a su alcance —muchas veces no muy buenos— para ganarse el apoyo popular; y lo más terrorífico es que las personas en general muchas veces no se dan cuenta de ello y, en consecuencia, los personajes populistas tienen muchas chances de conquistar el poder.
Una de las razones por la que esto sucede es por lo que Bryan Caplan dice en su libro “The Myth of the Rational Voter” (El Mito del Votante Racional), que el votante promedio “is worse tan ignorant” ya que es irracional, en la medida en que defiende políticas en base a creencias erróneas que tiene sobre las políticas que repercuten en la sociedad e incluso esas políticas que apoyan se contraponen al mayor bienestar que buscan y valoran. Esta ignorancia es la que aprovechan los personajes carismáticos para ganarse el favor del pueblo y establecer sus agendas malditas.
Venezuela ha sido víctima de este fenómeno durante décadas, y es aquí en donde reluce otro problema: la nesciencia de la sociedad sobre las verdaderas causas de los problemas que les acaecen y sobre los mejores medios para alcanzar sus fines lleva a que se creen las condiciones necesarias para que cada vez más surjan carismáticos con tendencias autoritarias que apelan a los sentimientos y emociones de una sociedad cegada por las ansias de bienestar.
Son estas las razones —junto a muchas más— que, respondiendo a la primera pregunta planteada, Venezuela no necesita regresar a la democracia. Reestablecer este sistema no debe ser el fin de los venezolanos, ni siquiera debería verse como el medio para alcanzar el verdadero fin por el que se lucha, la libertad. El sistema democrático no nos dará la verdadera salida a la crisis por la que está atravesando el país actualmente, si la libertad.
Ahora bien, si la democracia no es el medio para alcanzar la libertad que permitirá crear una sociedad feraz en Venezuela, entonces ¿Cuál es? Simple: el medio para alcanzar la tan ansiada y necesaria libertad es la libertad misma, y para ejercer verdadera libertad hay que reivindicar el respeto a la propiedad privada. Esto requiere cambiar el fundamento en el que se pretenderá construir la nueva sociedad. Una vez se tenga el fundamento sólido, los materiales de la arquitectura social que se han usado hasta ahora deben desecharse y usar otros para la construcción de la estructura; es decir, se necesita cambiar completamente la arquitectura del país, se necesitan profundas reformas institucionales a lo largo y a lo ancho del país.
Esto requiere tiempo, compromiso y, sobre todas las cosas, paciencia. Revertir el estado actual, que es resultado de siglos de desatinos, no sucederá de la noche a la mañana; pero con los cambios institucionales se creará la fuerza suficiente para hacer contrapeso y, con el tiempo, se retomará el camino del crecimiento en Venezuela que el mundo parece haber olvidado; esto es, el orden natural, espontaneo. Todo en el ámbito de la propiedad privada y el libre ejercicio del componente empresarial innato que posee cada ser humano.
Para terminar, tengo que decir que un sistema con menos problemas que la democracia que, a mi parecer, podría constituir un trampolín que ayude a recuperar el orden natural del hombre es la “Demarquía”, pero hablaré de este sistema —sus problemas y las ventajas en comparación con la democracia— en otro artículo. Por ahora, te invito a cuestionarte todo y a no dar las cosas por hecho, sobre todo si se trata del sistema que de alguna forma rige tu vida.
Gracias a las protestas, Venezuela no muere
Algunas veces se preguntarán el por qué invocar a la Corte Penal Internacional en las protestas, la respuesta es simple; es la única forma de hacer el ruido necesario para seguir retomando las investigaciones frente a los crímenes de lesa humanidad que hizo el régimen de Hugo Chávez- Nicolás Maduro en el pasado y para que lo piensen en el presente antes de volverlo a cometer.
“De hecho, ya el presidente de la CPI ha solicitado retomar las investigaciones”. Exigir Justicia, jamás será en Vano.
Recuerden la chequera de la dictadura en Venezuela es superior a la de todos los venezolanos que nos oponemos, y si le sumamos el poder comunicacional totalitarista que tiene su tiranía en la actualidad, cerrando prácticamente todas las emisoras de radio, canales de televisión, periódicos, y prensa digital que publican todas las protestas que están ocurriendo en el país.
El siempre exigir Justicia hasta lograrlo, debe ser nuestro objetivo.
Por: Angel Jesús Prato Espinoza, presidente de Líderes Libres
La Inflación: grillete de los individuos y medio para los tiranos
Todo régimen totalitario busca culpabilizar a otros de los problemas que ha causado, ejemplo observable el dictador de Corea del Norte, que impone una verdad absoluta en base a su criterio basado en el engaño para victimizarse, chantajear y manipular. A través de la narrativa todo régimen totalitario busca demonizar a sus opositores y adversarios naturales; algo que el régimen venezolano ha hecho desde hace más de 20 años, difundiendo falsos conceptos y mentiras en materia económica, el régimen intenta imponer su narrativa culpando a los comerciantes, emprendedores y dueños de empresas privadas, a otros países o al más común chivo expiatorio de cualquier gobierno de izquierda cuando sus políticas fracasan, Estados Unidos y su supuesto bloqueo imperialista, queriendo dominar la mente de las personas e imponer sus ideas, cuando, el vendedor de empanadas entiende que la inflación es causada por las malas decisiones del régimen de Nicolás Maduro.
Por esto no es de extrañar que en el mes de agosto se hubiera popularizado la falsa afirmación de que una página de redes sociales era la responsable de la inflación y la devaluación del bolívar soberano ante el dólar americano y que la solución era eliminarla. Es necesario arrojar luz y enseñar las verdades económicas que el régimen ha suplantado con mentira; para así identificar al culpable real de la inflación en Venezuela.
La teoría económica define la inflación como un proceso generalizado de aumento de los precios de distintos productos en distintos campos, se suele utilizar como referencia el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para calcularlo se realiza un promedio entre el aumento de precios de campos como los productos alimenticios, ropa, productos de higiene, servicios, insumos de producción, y otros tantos más que son considerados variando del país.
Según el premio Nobel de Economía Milton Friedman, «la inflación es pura y exclusivamente un fenómeno monetario», pues, la principal causa de la inflación es el aumento de la oferta monetaria ante la estabilidad o descenso de su demanda. Lo que quiere decir que si la demanda de la economía de Bolívares para este mes es de 100 millones, y el banco central emite 300 millones, habrá 200 millones de Bolívares que nadie estaba pidiendo, lo cual va a generar inflación del 200%
Para entender esto es útil apelar al ejemplo de Robinson Crusoe: imagina que estás en una isla casi deshabitada junto a Robinson y a un nativo; quien extrae 100 cocos de las palmeras a la semana, Robinson y tu reciben de una avioneta que vuela sobre la isla cada semana 100$, 50$ para cada uno, siendo esta la oferta monetaria el precio por unidad es de 1$, cada uno puede comprar 50 cocos cada semana. Sin embargo, una semana Robinson mágicamente recibe 50$ adicionales a los de la avioneta, así que decide ir y comprar 100 cocos para así prever los cocos de dos semanas, cuando tú vas a ir a comprar resulta que ya no hay cocos, tendrás que pasar esta semana sin comer.
Para la semana siguiente, siguen extrayéndose 100 cocos, pero Robinson sigue obteniendo 100$ y tú solo 50$, debido al aumento de la oferta monetaria y la demanda de cocos, el nativo decide subir el precio de los cocos, habiendo 150$ para 100 cocos estos aumentan a 1.5$ por unidad, pero cómo Robinson tiene 100$ y tú 50$, por lo que ahora él podrá comprar 67 cocos y tú 33.
Podemos observar tres de las consecuencias más negativas; la primera, es el aumento de los precios debido al aumento de la oferta monetaria, en consecuencia la pérdida de poder adquisitivo, pues, ante un aumento general de precios, aumenta la cantidad de dinero necesitada para acceder por ejemplo; a un coco, habiendo 100 y un aumento de la oferta monetaria del 50%, si antes el precio por unidad era de 1$ ahora es de 1.5$.
La segunda es la escasez momentánea, pues quienes primero reciben el dinero ante una expansión de la oferta monetaria suelen adelantarse al futuro aumento de precios y terminan comprando más de lo habitual, cabe resaltar, que normalmente quienes se benefician de esta manera son los políticos y personas con amigos en el poder.
Con el ejemplo de los cocos podemos ver que es precisamente a los pobres a quienes más afecta de forma negativa un aumento de la oferta monetaria. Y es aquí el tercer problema: los ciudadanos en general se vuelven más pobres por causa de la intervención estatal en temas monetarios, pues, como vimos en el ejemplo, de ahora en adelante quien tenga 50 unidades monetarias podrá comprar 33 cocos, cuando antes compraba 50; de esta manera se ve una redistribución de la riqueza para aquellos que reciben el dinero primero, que como ya dije, son los mismo políticos en el poder o sus allegados.
Una clara ilustración de que precisamente es el aumento de la oferta monetaria lo que causa el aumento de precios, es lo que sucedía en el siglo XVI en España cuando llegaban los cargamentos de oro y plata extraídos en América, pues, contrario a lo que la gente esperaba, los precios aumentaban con cada cargamento de oro y plata que llegaba. Un sacerdote español perteneciente a la Escuela de Salamanca, llamado Martín de Azpilcueta(1492-1586) se dedicó a estudiar el fenómeno, y publicó en el año 1556 su obra «Comentario Resolutorio de Cambios», en donde explica que «El dinero vale más donde y cuando hay falta de él, que donde y cuando hay abundancia» también dijo «La abundancia de dinero genera inflación en los precios, hecho que repercute de manera muy negativa en la sociedad«.
Esto atiende a las principales leyes del mercado que dictan que:
- Cuando la oferta de un bien o servicio es mayor a su demanda el precio de dicho bien o servicio desciende.
- Cuando la demanda de un bien o servicio es mayor a su oferta el precio de dicho bien o servicio aumenta.
Siendo el dinero un producto usado como medio de intercambio, está atado a las leyes del mercado, el incremento de su demanda ante poca oferta se conoce como deflación, y el aumento de la oferta de dinero ante su poca demanda es lo que la inflación realmente es; la tendencia general al aumento de precios es consecuencia de esto.
Teniendo en cuenta lo anterior, creo que no debe ser muy difícil deducir quién es el verdadero culpable de la inflación, este es el Banco Central de Venezuela, pues es el encargado de emitir moneda y así aumentar la oferta monetaria, para lo cual no se basan en las necesidades reales del mercado ni en la capacidad de la economía de recibir un incremento de masa monetaria; sino que la emite acorde a las necesidades del ejecutivo, pues la falta de institucionalidad en el país trae como consecuencia la manipulación del Banco Central por parte del poder ejecutivo para el avance de su agenda política.
Sólo como ejemplo reciente, del 5 de enero al 5 de agosto del año en curso el Banco Central emitió el 115% (Datos de la página oficial del B.C.V, en la sección liquidez monetaria de estadística) del dinero en circulación, para pagar los bonos vacacionales, bonos otorgados a través del sistema patria, salarios y ayudas sociales, pues el Producto Interno Bruto no era suficiente para pagar estas supuestas dádivas. Esta inyección de dinero inorgánico (no respaldado por un crecimiento económico o de la demanda monetaria) causó el desplome del valor del bolívar ante el dólar en agosto.
Con el proceso de expropiaciones que realizó Hugo Chávez, la fuerte carga tributaria, el control de precios del 2016, las fuertes tasas de aranceles a la importación, se creó el ambiente perfecto para un país sin ingresos suficientes para financiar el papel fundamental real del estado, sin recaudación fiscal, sin empresas, sin producción, sin fuentes de empleo; la mayor crisis en la historia venezolana.
Aquí entró el gobierno para mostrarse como el «salvador» a la crisis, lo hizo a través de las misiones sociales, que venían cómo «solución», estas misiones sólo representaron un gran gasto público que no retornaba a las arcas del estado, gasto financiado a través de la emisión de dinero inorgánico (que era posible gracias a la manipulación del ejecutivo en el Banco Central y a la total ausencia de autonomía de éste último), esto obviamente generaba inflación, en consecuencia aumento de precios, a lo que el gobierno respondía con los bonos del sistema patria o con aumentos de sueldo, que se financiaban (otra vez) con la emisión de dinero inorgánico, dando comienzo así a una espiral inflacionaria, la hiperinflación más grande en la historia de la humanidad y la profundización de la mayor crisis económica de la región.
El régimen totalitario venezolano utiliza la inflación como una herramienta de dominación y control social, pues, al generar el problema, responsabilizar a otro y luego venderse ellos mismos como el “salvador del pueblo contra las embestidas imperialistas” a través de los antes mencionados sistemas de supuesta ayuda crean una dependencia del ciudadano hacía ellos, acorralando al ciudadano a tener que militar en el partido de gobierno, a formar parte de distintas actividades de la agenda política oficialista para luego amenazarlos con retirarles toda ayuda si no cooperan con el régimen o si se atreven a expresar su descontento en público y ni se diga de aquellos que deciden hacer pública su militancia o simpatía con organizaciones de ideas o acciones opuestas al régimen. De esta forma se utiliza el miedo, el chantaje y la manipulación para evitar cualquier crítica o alzamiento, para perpetuarse más en el poder y vender ante la comunidad internacional el supuesto consentimiento de los ciudadanos hacía el gobierno.
Al ser la inflación el principal detonante para la profundización de la crisis tanto económica como todas aquellas que arrastra, es una gran oportunidad del régimen para seguir adelante con su agenda totalitaria, para seguir vendiendo que son el supuesto salvador y para seguir subyugando a la ciudadanía honesta, a profundizar la crisis y a demonizar a quien se oponga a sus planes e ideas, ya que, con un buen manejo de narrativa y bombardeo psicológico, ¿Qué persona incauta, engañada por los falsos conceptos que el régimen ha difundido, no vería como un vil chacal neoliberal a quien se oponga a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción que son una “ayuda” a las personas más necesitadas ? ¿O al sistema patria que otorga “ayuda monetaria” a sectores desfavorecidos de la población? De esta forma, los populistas y socialistas que en el fondo quieren ser reyes ganan fama y quienes se les oponen pierden popularidad, siendo parte esencial de su proyecto de dominación.
La hiperinflación pareció detener su tendencia al alza el año pasado cuando el régimen de Nicolás Maduro (el verdadero causante) abandonó parte de sus proyectos colectivistas, con la reducción del gasto público, la dolarización de la economía, y la eliminación del control cambiario, aún así, sucesos como el mencionado párrafos atrás en agosto cuando el bolívar se desplomó, nos hace recordar que Venezuela no se arregló, seguimos teniendo inflación de 2 dígitos (11% en Septiembre según el Observatorio Venezolano de Finanzas, 60% de inflación acumulada en lo que va de año según datosmacro.expansión.com), un ambiente hostil a la iniciativa privada y con fuerte carga tributaria. Si hay algún culpable de la inflación en Venezuela, es el Banco Central totalmente servil al ejecutivo, el modelo socialista, y las erróneas políticas económicas y fiscales del régimen chavista, quien la necesita para seguir subyugando a la sociedad y seguir en el poder.
Por Omar E. Ramírez R.
De Socialismo a más Socialismo, reflexión sobre la URSS y Venezuela
Un poco de contexto: nos ubicamos en el contexto ruso entre momentos antes de 1917 y 1922; los actores son los siguientes: socialdemócratas —divididos en dos tramos: el menchevique, más laxo; y el bolchevique, más radical—, socialistas revolucionarios, anarquistas colectivistas, conservadores y, como me gusta decirlo, seudoliberales; en suma, todos socialistas, y los que no, eran funcionales a los mismos. Con esto en mente, iniciamos…
Era febrero de 1917 cuando surge de forma espontánea una serie de protestas como respuesta a la decadente situación en la que se encontraba el Imperio Ruso. Estas protestas obligan a Nicolás II a abandonar su puesto de monarca, por lo que inicia una serie de gobiernos interinos en el que se alternarían gobernantes de distintos partidos —los mismos partidos que más tarde conformarán el Ejército Blanco—. La incompetencia de estos para dar respuesta a la demanda de la población abre paso para que el partido bolchevique se haga del poder en un golpe que termina por derrocar el gobierno el 25 de octubre de 1917 —calendario juliano—.
Una vez en el poder, las previsibles arbitrariedades hacen que estalle la guerra civil rusa —1917-1923; llevándose a cabo los enfrentamientos más intensos y sangrientos entre 1919-1920— en donde el Ejército Blanco tuvo victorias importantes que no supo aprovechar por sus incongruencias, descoordinación y falta de objetivos claros, algo con lo que si contaba el Ejército Rojo —bolchevique—, lo que hace que estos se conviertan en el partido de la esperanza y, más tarde, se hagan con la victoria que se traduciría en la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) en 1922. El fracaso de este Estado ya todos lo conocemos.
Todo el proceso ruso pre-URSS se cargó con la vida de millones de personas, pero esas vidas suman a la cuenta de un mismo sistema, a saber, el Socialismo —entendido como todo tipo de coacción sistemática e institucionalizada a la acción humana—. Durante la guerra civil, como toda guerra, todos los bandos cometieron actos atroces, pero a todos los integrantes los movía el mismo pensamiento, «implementar el socialismo», o en el caso de los conservadores «dejar las cosas como están» que sirvieron como caldo de cultivo para que el Socialismo se impregnara en el pensamiento de las masas.
Al estudiar esta experiencia me doy cuenta que la misma ilustra la teoría de que todo sistema socialista de menor grado está condenado inexorablemente a crear las condiciones necesarias para que cada vez más dosis de Socialismo se inyecte en el sistema con la excusa de corregir los problemas que, paradójicamente, el mismo sistema socialista causó. Esta es la advertencia que hace Friedrich Hayek en su obra «Camino de Servidumbre» y eso fue lo que paso en Rusia; la hipertrofia del Estado del monarca —Socialismo de otro color— llevo a un socialismo del tipo socialdemócrata —menchevique—, apoyado por conservadores que querían mantener el orden establecido, que luego termina por entregarle en bandeja de plata el destino de la nación al Socialismo radical —bolchevique—.
En todo tiempo y lugar en donde se ha implementado el Socialismo radical, o se ha intentado hacerlo, éste aprovecha las circunstancias del momento, creadas o dadas siempre por un Socialismo menos radical o por el conservadurismo, para convertirse en el Mesías que solucionará todos los problemas sociales y crear el paraíso en la tierra —demás está decir que un paraíso de demonios, pero así no lo ve o entiende la gente al principio, sino cuando ya es demasiado tarde—.
Lo mismo pasó en Perú, pues, la victoria de Pedro Castillo, un marxista-leninista —socialista—, se debe en buena medida a los fantasmas del conservadurismo —Fujimorismo— que llevaron a que un poco más de la mitad de la población del país depositara su confianza en el Socialismo. Puedo decir lo mismo de Chile, Colombia y otros países de la región.
Lo mismo pasó en Venezuela cuando, después de haber vivido de Socialismo en Socialismo a lo largo de toda su historia, si bien en menor grado al compararlo con el presente, llega el pacto de punto fijo en 1958 para sumergir a la población, a la nación, en un bipartidismo socialdemócrata —más Socialismo— maldito que no hizo más que engendrar y dar fuerza al Socialismo Radical que vio luz en 1992 y llega al poder, cabe destacar que como «el partido de la esperanza», en 1998. Ya ostentando dicho poder, al igual que el Partido Comunista ruso, con apoyo masivo, se acelera la caída —ya el país caía desde hace mucho tiempo— hacia el abismo en el que se encuentra el país hoy día.
No conforme con estas similitudes, la teoría prevalece cuando los opositores al gobierno, nuevamente al igual que los opositores al Partido bolchevique, todos socialistas —lo que los convierte en opositores al gobierno, más no opositores al sistema del mal—, en la lucha por el poder obtienen victorias importantes entre el año 2015 y 2020 que no saben aprovechar por su incompetencia, incongruencia, descoordinación y, más que falta de objetivos, desatino a la hora de decidir los medios para la consecución de sus fines. Esta lucha entre hermanos pertenecientes a una familia disfuncional —repito, todos son socialistas— sólo ha logrado crear una sociedad resignada a ser esclavos; y los que no están resignados, en su mayoría, o se marchan del país o terminan ejerciendo acciones en el ámbito político que también son funcionales al Socialismo.
Y quiero dejar en claro que no estoy emitiendo una opinión, estoy hablando de hechos.
Ya va siendo hora de que la sociedad venezolana despierte, aprenda de la historia y comience a realizar acciones que si ataquen el problema de raíz. El Socialismo no puede sacar al Socialismo y los conservadores y seudoliberales crean las condiciones para que triunfe el Socialismo en un período indeterminado de tiempo. Por ello, es hora de dejar de confiar en los políticos, es necesario; y se incluye tanto a socialistas de distintos colores, como conservadores y supuestos liberales/libertarios que ahora quieren entrar en el ámbito político a pesar de que sus acciones no sean congruentes con las ideas que dicen defender.
Del mismo modo en que no se puede secar un paño echándole más agua, no se puede luchar contra el sistema desde dentro del sistema —o por lo menos, no por sí solo—. La lucha no es con las instituciones, sino contra esas instituciones espurias. Mientras las personas sigan validando y/o legitimando cultural e intelectualmente el sistema que se ha convertido en su verdugo, estaremos condenados a vivir de fracaso en fracaso, sólo que cada siguiente fracaso será peor, mucho peor.
Por Roymer Rivas, coordinador local de EsLibertad Venezuela.
Las causas de la pobreza y la desigualdad, un debate sin sentido
Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela
Siempre escuchamos a los intelectuales socialistas y seguidores hablar de la pobreza y la desigualdad; en Venezuela, escuchamos mensajes tipo: «que las causas de la pobreza son por capitalistas burgueses 100% anti-revolucionarios engendrados por el Diablo», «que hay que buscar la igualdad», o frases similares. De hecho, por tan solo citar un ejemplo, hace un tiempo atras la economista socialista —chavista— Pasqualina Cursio escribió un artículo titulado “Nuestra América: La más desigual” en donde afirma que el capitalismo es el sistema más desigual que existe y, por tanto, como “la desigualdad es la causa principal y determinante de la pobreza del mundo”, es también el causante de la pobreza mundial.
Muchos respetados académicos en el mundo han caído en este juego de manipulación y comienzan a debatir sobre “las verdaderas causas de la pobreza”; en Venezuela también se han dejado llevar por este tipo de discusiones, la oposición institucional –entiéndase “partidos políticos igual de socialistas o, en el mejor de los casos, funcionales al régimen”–, y los liberales hacen que el debate gire en torno a “cuáles son las causas de la pobreza y/o la desigualdad”. Sin embargo, esto es una equivocación, las premisas del debate están erradas y, por consiguiente, hay que cambiarlas.
En principio, debo aclarar que ningún ser humano es igual, cada persona es un ser singular, único e irrepetible y posee, además del conocimiento formal, uno del tipo practico –tácito e inarticulable– que le lleva a valorar su entorno de forma distinta; por lo que, además, los gustos y preferencias no solo son diversos, sino que hasta contradictorios en muchos casos. Por esta razón, buscar una igualdad material –igualdad de hecho–, es contra natura, una aberración que tiene consecuencias nefastas. La única igualdad real que debemos buscar, es la igualdad de trato, esto es, igualdad ante la ley.
Entendiendo que un debate en torno a las desigualdades sociales no tiene sentido alguno, dado que, gracias a Dios, todos somos diferentes y siempre existirán desigualdades –ya que forma parte de la naturaleza humana–, paso al siguiente punto: la pobreza.
Cuando se habla de pobreza, no se refieren a otra cosa más que a la escasez o carencia de una determinada cosa que, teniéndola, ayudaría a satisfacer una determinada necesidad. Ahora, comprendiendo esto, a priori, concluimos que la pobreza es el estado natural del ser humano –aludiendo a Hobbes, este estado natural es invivible–; el hombre, en su estado natural, no cuenta con recursos en abundancia, se muere y mueren todos los que le rodean; por consiguiente, la pobreza es incausada –no tiene causas–.
En este punto alguien podría decir que “el hombre cuenta con los recursos naturales”, y esto no es del todo cierto; el entorno está –existe–, pero es la acción racional del hombre –tanto consciente como inconsciente– la que permitirá que el mismo las aproveche; y según las acciones que ejecute, tendrá éxito o no en la satisfacción de su necesidad; es decir, sin acción –trabajo–, no se puede salir de la pobreza. En su estado natural, un hombre con hambre no puede satisfacer su necesidad, pero si el hombre está cerca de un rio y se fija que puede pescar, es el trabajo y el esfuerzo –acción– lo que más tarde le dará qué comer –en este caso, pescados–.
Por el contrario, la riqueza no es natural y, por ello, tiene causas; y estas causas son, la propiedad privada, la libertad, el trabajo, la responsabilidad y los intercambios voluntarios –indisociables los unos de los otros–. Sólo las sociedades libres, en donde se respeta y protege la propiedad, donde el individuo es dueño del fruto de su trabajo y se hace responsable de las consecuencias, negativas o positivas, de las acciones que ejecute, son las que progresan.
De manera que no tiene sentido discutir sobre las causas de la pobreza, acerca de lo que hay que discutir es sobre las causas de la riqueza y, si se quiere, las causas por las cuales una sociedad no genera riqueza. Esto es lo sensato y verdaderamente importante; la riqueza es causada y lo causa el trabajo del hombre –actuando conforme a sus fines y haciéndose responsable de dichas acciones–.
Por otro lado, muchos piensan que la razón de riqueza de algunos es la pobreza de otros, que la economía es un juego de suma cero en donde nadie gana y, así pues, los que ganan es porque roban a otros; en otras palabras, piensan que unos son ricos a costa de otros. Y esto es una colosal falacia en la medida en que –repito– la riqueza, que no es natural, proviene del trabajo y del libre contrato –que, a su vez, deriva de la propiedad privada–. Cuando dos personas intercambian algún bien o servicio, ambas ganan; dado que el valor es subjetivo.
Si yo intercambio una paca de harina pan por un libro; es porque el libro vale más para mí que lo que vale la paca de harina y, al mismo tiempo, la paca de harina vale más para la otra persona que lo que vale el libro; por tanto, ambos ganamos.
Podríamos encontrarnos con alguien que diga que “algunos si se vuelven ricos a costa de otros” –por ejemplo, estafando–; y tiene razón, si hay inescrupulosos que, con tal de alcanzar sus fines, dañan a otros; sin embargo, para que esto pueda suceder, ya debe haber riqueza previa, un infame no puede robar algo que no existe; y con esto quiero decir que, lo que hizo esa persona no fue “crear riqueza”, sino “robarla”; que no es lo mismo. Si hacemos retrospectiva, nos encontraremos con que había un punto en donde no existía riqueza –puesto que la pobreza es el estado natural del hombre–, entonces, ¿Cómo se creó riqueza a partir del robo si la misma no existía? El robo no crea riqueza, eso es una falacia, la riqueza primero debe existir para luego poder ser robada; y para que exista la riqueza debe ser creada, y la misma se crea con el trabajo.
En resumen, al contrario de como afirman muchos, la riqueza no es resultado del robo, sino que es resultado de los intercambios voluntarios a valores subjetivos, que parten del respeto a la propiedad, y del trabajo. En adición, invito a los lectores a invertir el debate, puesto que discutir sobre la pobreza no tiene sentido alguno en la medida en que es la condición natural del hombre, una discusión juiciosa debe girar en torno a “cuáles son las causas de la riqueza” y “por qué razón no genera riqueza la sociedad”.