Por seudónimo Lord Mountbatten.
Mucho se habla por estos días de las famosas fiesta del rapero P-Diddy, de su entramado mafioso en el mundo del entretenimiento, donde se abusaba de menores, corría la droga, se amenazaba a artistas y se vendían puestos en el paseo de la fama mundial a cambio de personas. Hace pocos años, también, el mundo quedaba estupefacto al conocer las atrocidades de la famosa isla de Jeffrey Epstein, con su larga lista de famosos asistentes que recurrían al difunto millonario en busca de favores y placer. Con Diddy se repite la pornográfica historia. Pero en Latinoamérica, especialmente en el mundo de los políticos de izquierda, se empieza a asomar una trama tan asquerosa como las fiestas del rapero norteamericano.
La pasada semana hemos sido testigos de la lucha del señor Morales contra el gobierno que antes apoyaba. Pues el expresidente de Bolivia se vio de repente enfrentado a su oscuro y muy sucio pasado, con la apertura de una nueva investigación penal relacionada con el presunto abuso de una menor de 15 años, cuando aún era presidente boliviano.
Lo de que a Evo le gustaba abusar de menores durante su presidencia era un secreto a voces dentro del mundo político. Se sabía, pero se guardaba silencio por el dominio mediático de la izquierda latinoamericana. Pero en los tiempos que vivimos el prestigio de la izquierda empieza a hacer aguas por todas partes y los social-comunistas no conocen mejor remedio para tapar sus pecados que una buena purga estalinista. Y al parecer, en este momento al señor Morales le corresponde ser devorado por sus hijos políticos.
Un nuevo expediente fue abierto por la fiscal del departamento de Tarija, Sandra Gutiérrez. La funcionaria ordenó la aprehensión de Morales el 26 de septiembre, pero la orden fue anulada el miércoles pasado por una jueza que acogió un recurso judicial a favor del exjefe de Estado. Posteriormente, la fiscal Gutiérrez fue destituida de su cargo por haber incurrido en una supuesta “conducta negligente”.
El caso se remonta a hechos ocurridos cuando el líder izquierdista era presidente en 2015. La orden de aprehensión detalla que Morales se involucró con una menor de 15 años, con quien tuvo una hija en 2016. Por otro lado, Evo ha desestimado la denuncia por basarse en hechos que se investigaron en 2020 bajo la figura penal de “estupro” (que implica acceso carnal con menores de 14 a 18 años), la fiscalía se concentra ahora en su actuación y la de los padres de la víctima.
Según la orden, los padres de la menor la inscribieron en la “guardia juvenil” de Morales “con la única finalidad de escalar políticamente y obtener beneficios (…) a cambio de su hija menor”, lo que configuraría el delito de trata de personas.
El ministro de Justicia, César Siles, ha dejado entre ver que existen indicios suficientes para presumir que el expresidente se encuentra estrechamente involucrado en delitos relativos a la posible violación de menores, con y por crear una red de jóvenes de entre 14 y 15 años para tener a su disposición durante su Presidencia, a la cual llamó “Generación Evo”.
El caso de Evo cada día se asemeja más a las asquerosas redes de Diddy o Epstein. Esta investigación solo parece ser la punta del Iceberg de un entramado mafioso de trata de personas y prostitución infantil liderada por uno de los líderes más significativos de la izquierda latinoamericana, y que solo ha salido a la luz por las pugnas internas entre los social-comunistas bolivianos.
Aún es muy temprano para afirmar si la trama en la que está envuelto el expresidente tendrá la morbosa profundidad como la que ha sumido en desgracia a P-Diddy. De momento, todo parece apuntar a que la historia de Evo tiene líneas muy asquerosas y censurables. El simple hecho confirmado de haber embarazado a una niña de 15 años mientras era presidente, ya deja mucho que decir y marca el camino de una investigación judicial en la que todos esperamos que por la inocencia robada a tantas niñas se haga justicia. Al día de hoy, solo podemos concluir sobre algo en este caso, y es que Evo de Morales muy pocas.