
“Una de las cosas que tiene el libertarismo es que no existe el pensamiento único, sino que son las discrepancias sobre el tratamiento adecuado a ciertos temas lo que la enriquece, siempre en vista de defender una sociedad libre”
Oriana Aranguren
Muchos seguidores de Ayn Rand se resienten cuando se habla de ella como un personaje “libertario”, pues indican —correctamente— que la autora fue, en sus días, una feroz crítica y opositora al movimiento libertario, reusándose incluso a pertenecer al Partido Libertario —hablamos de la década de los 1960, 1970—, y llegándolos a catalogar como “hippies” que transmitían ideas contradictorias e irresponsables[1]. No obstante, más allá de la postura de Rand, parecen ignorar la teoría —esa que tanto les gusta reivindicar— y los vínculos que existen entre los postulados del objetivismo y los del libertarismo del ala rothbardiana, fundamentada también en la racionalidad. Que ambas posturas no concilien del todo, no necesariamente significa que una deba considerarse libertaria y la otra no, ya que el movimiento ha evolucionado y, de hecho, muchas son las criticas que se les pueden hacer, sin eliminar el hecho de que hay puntos esenciales en común, en donde se sostienen todas las demás conclusiones de cuales sean las vertientes que de allí surjan.
Una de las cosas que tiene el libertarismo es que no existe el pensamiento único, sino que son las discrepancias sobre el tratamiento adecuado a ciertos temas lo que la enriquece, siempre en vista de defender una sociedad libre, donde el ser humano pueda desarrollarse en el tiempo de manera sostenida, alcanzando su bienestar. En este marco, los aportes de Rand al libertarismo no son pocos, y, como ya mencioné, converge en su esencia con ese movimiento libertario que originó Murray Rothbard. Pero en este texto no pretende hablar de la validez o no de sus posturas y sus acciones en el pasado, sino simplemente destacar dichas convergencias y, por tal motivo, dejar en claro que no debe existir ningún desprecio o prejuicio para aceptar que Rand es una libertaria —al menos con una visión actualizada—.
La convergencia en los derechos naturales
Las premisas del movimiento libertario del ala de Rothbard, parten de la idea de que el ser humano tiene la capacidad de comprender el mundo que le rodea a través de la razón, con el objetivo de sobrevivir[2]. Esto es algo con lo que Rand estaría de acuerdo, puesto que, a su juicio, lo que hace ser al humano es esa capacidad superior de comprender la realidad, con el fin de tomar decisiones racionales que le permitan sobrevivir[3]. Tal postura lleva a ambos, aunque partiendo de pensamientos distintos, y con objetivos distintos, a concluir lo mismo, a saber: que se tienen derechos naturales y que estos son vida, libertad y propiedad —o, en el caso de Rand, vida, libertad y búsqueda de la felicidad[4], pero esto es irrelevante en cuanto ella misma destaca el papel de la propiedad como mediador de la vida, la libertad y la felicidad[5]—.
Puede que alguno salga diciendo que Rand resentía del iusnaturalismo, pero tal postura ignoraría el hecho de que solo lo hacía al considerar que éstos partían de premisas religiosas, que no tenían fundamento al constatarlas con la realidad. Sin embargo, la visión randiana sobre el origen de los derechos, a saber: que tienen una explicación racional sostenida en la observación de los hechos, que dan origen a una “ley moral” que a su vez deriva de la naturaleza del ser humano, por lo cual se convierten en derechos que pueden ser comprobados por la lógica, no toma distancia de esa postura racionalista que toma Rothbard cuando habla del origen de los derechos, pues es la misma: la razón, la objetividad. Esta es precisamente la génesis del iusnaturalismo racional, en el que el human llega al mundo para comprenderlo, tomar decisiones racionales, y tiene valor en sí mismo, porque no debe ser el medio para fines ajenos, estableciéndose metas en el camino que procurará alcanzar —por lo cual se hacen necesarios tales derechos mencionados—.
La convergencia en el Principio de No Agresión
No conforme con esto, las mismas premisas que parten de la razón, de la observación de la realidad, y de la naturaleza humana, que llevan a los derechos naturales em ambos autores, también desembocan en la defensa del Principio de No Agresión. En Rothbard, para respetar la naturaleza humana, y las leyes axiomáticas que —a su juicio— salen de ella[6], se hace necesario el principio de no agresión, el cual describe como, parafraseando, que ninguna persona puede iniciar el uso —o amenaza de uso— de la violencia física contra otra, o su propiedad[7]. Rand habla de exactamente lo mismo, al referir del tema, pues dice que “ningún hombre tiene el derecho de iniciar el uso de la fuerza física contra otro”, y solo justifica el uso de la fuerza “en represalia cuando se los ataca, y únicamente contra aquellos que inician su uso.”[8].
El error en criticar el libertarismo como únicamente anarquista
Aun con estas similitudes, muchos objetivistas tienen la osadía de decir que no se puede encapsular a Rand dentro del espectro libertario porque éste defiende el anarquismo —fue lo que hizo Rand en su momento—. Sin embargo, tal postura ignora que dentro del libertarismo no todos son necesariamente anarquistas, y aún se debaten sobre el rol del Estado en la sociedad. Por tanto, entrar en la premisa: (i) “los libertarios son anarquistas”, (ii) los objetivistas no son anarquistas, por lo que (iii) los objetivistas no son libertarios, es caer en el reduccionismo y no reconocer la amplia teoría sobre el rol del Estado en la sociedad, que han surgido dentro del mismo seno del libertarismo. Allí tenemos, por solo mencionar un ejemplo, a Robert Nozick, quien se auto-considera anarquista, pero aun así escribió un libro sobre cómo podría surgir el Estado en la sociedad y defender los derechos naturales[9].
A juicio de algunos objetivistas, la idea de que “la única función apropiada del gobierno es proteger los derechos individuales” no puede encapsularse con quienes desprecian al Estado, y, en consecuencia, se constituye anarquista. En este sentido, llegan incluso a decir que “si alguien quiere persuadirnos para que clasifiquemos conjuntamente a Objetivistas y a anarquistas —incluyendo a von Mises, Nozick y otros— como “libertarios”, primero necesita justificar seriamente cómo la opinión de que el gobierno tiene una función concreta válida puede ser incluida en la opinión que el gobierno, como tal, es inmoral y debe eliminarse.”[10]
Pues, aquí respondo directamente a ello: para empezar, tal postura comete el error señalado en el párrafo anterior, esto es: se parte de una definición imprecisa del término “libertario”, restringiéndolo solo a la idea de la eliminación total del Estado. Nuevamente, se ignora que el término “libertario” es un paraguas amplio que engloba diversas filosofías políticas que priorizan la libertad individual y la propiedad privada, dada la naturaleza del ser humano. Ese es el origen. Que de allí puedan derivar diversas vertientes que consideren la existencia o no del Estado como necesaria para la defensa de los derechos individuales y el respeto a la misma naturaleza humana, ya eso es otra historia. En pocas palabras, se parte de una dicotomía artificial, forzada, donde no la hay, porque el punto en común, esencial, que permite la clasificación de ambas posiciones bajo la etiqueta “libertario” es la restricción drástica del poder estatal y la primacía de la libertad individual, independientemente de si esa restricción lleva a la eliminación total o a un gobierno mínimo.
Por otro lado, otro error que cometen los objetivistas es no diferenciar entre “Estado” y “Gobierno”[11]. Los anarquistas, o al menos no los sensatos, no defienden la eliminación de todo gobierno, sino del Estado, que no es lo mismo. Ellos comprenden que se necesitan de regulaciones a la conducta humana para que la sociedad no entre en caos, pero parten de la idea de que dichas restricciones emanarán de las instituciones que se han demostrado ser buenas para la coexistencia entre seres humanos, en el tiempo. Nadie que se tome en serio la teoría libertaria del ala anarquista defiende una sociedad sin ley, sin instituciones, sin gobierno, pero sí defienden una sociedad sin Estado.
Con estos dos puntos, los objetivistas pueden darse por refutados y, en especial Greg Salmiri, puede dar por resuelta su falsa dicotomía, que parte del producto final derivado de las mismas premisas esenciales, y no del punto inicial común —las premisas esenciales— que, por lógica, y como queda evidenciado, puede dar para derivar en distintos finales lógicos, debatibles todos entre sí. De hecho, querer separar a Rand y la idea de “un gobierno que defienda la libertad”, como que esta es la única plausible y que no merece ser “contaminada” con las ideas anarquistas, solo recuerda por qué se les tilda de sectarios, porque no reparan en argumentos, sino en el dogma de lo que dijo Rand hace 50 o 60 años atrás, sin tomarse en serio el estudio de la teoría, que no va de falsas dicotomías, ni de reduccionismos.
Rand incluso llegó a decir que “los libertarios” la plagiaron sus ideas con el principio de no agresión y que “lo tratan como un absoluto revelado y fuera de contexto”, pero eso carece de sustento, a todas luces. Lo que no carece de sustento es que ella jamás leyó o entendió a Kant, y aun así lo criticó; jamás leyó o entendió la Biblia, y aun así la criticó; y, con este historial, muy probablemente no leyó y/o comprendió los postulados de los libertarios anarquistas, o al menos no su amplia gama, porque literatura abunda, y aún así los criticó. No obstante, eso es otra historia. El fin de este texto era demostrar la convergencia en el origen entre la postura randiana y la libertaria, y quedó demostrado.
[1] Al respecto, ver: Alberto Mansueti. 2022. Lo que los libertarios no te dicen de Ayn Rand. En: https://liberalismoclasico.com/lo-que-los-libertarios-no-te-dicen-de-ayn-rand/ (Cit. 21/07/2025).
[2] Murray Rothbard. 2006. Por una nueva libertad: el manifiesto libertario. Edición en español de Editorial Grito Sagrado. Pág. 44. Y ver: Murray Rothbard. 2009. La ética de la libertad. Segunda edición en español de Unión Editorial. Capítulo 1.
[3] Ayn Rand. 2006. La virtud del egoísmo. Editorial Grito Sagrado. Capítulo 1, págs. 29, 30.
[4] Ibid. Págs. 12-26, 33-36, 135-144.
[5] Ibid. Págs. 136.
[6] Refiero al axioma del derecho a la propiedad y el axioma del derecho a la colonización, que da paso al axioma de no agresión. Al respecto, ver: óp. Cit. Por una nueva libertad: el manifiesto libertario. Pág. 61.
[7] Ibid. Pág. 39.
[8] Óp. Cit. La virtud del egoísmo. Pág. 47.
[9] Ver: Robert Nozick. 1991. Anarquía, Estado y utopía. Edición en español publicado por el Fondo de Cultura Económica, S. A.
[10] Greg Salmieri. 2016. El problema con el concepto “libertario”. Publicado en el portal de Objetivismo.org. En: https://objetivismo.org/el-problema-con-el-concepto-libertario/ (Cit. 21/07/2025).
[11] Al respecto, ver: Roymer Rivas. 2023. Sobre la confusión entre las ideas de “Estado” y “Gobierno”. Publicado en el portal de ContraPoder News. En: https://contrapodernews.com/sobre-la-confusion-entre-las-ideas-de-estado-y-gobierno/ (Cit. 21/07/2025).















