Por Víctor Márquez Cassinese, especialista en redes sociales y comunicación digital y analista político.
Independientemente del resultado electoral del domingo 28 de julio, el chavismo ya ha ganado esta batalla. Pocas organizaciones criminales y terroristas han logrado enfrentar a millones de ciudadanos, ponerlos en contra y asegurar la perdurabilidad de su legado, incluso cuando su proyecto político parece estar en declive.
Hace unos días, entré a scrollear un poco en X —antes Twitter—, y en mi timeline noté que se estaba librando una pequeña batalla entre aquellas personas que están 100% convencidas de que votar el domingo va a resolver algo y aquellos que, como yo, creemos que la trampa y la continuidad serán los únicos resultados.
Si algo me llamó la atención, e incluso me descolocó, fue el hecho de que varios de aquellos que repiten los eslóganes de la unidad y el perdón manejan el argumento de que quienes llaman a la abstención deben ser silenciados. Así, sin más: “Si no piensas como yo, cierra la boca”. Y es que no importa si el posteo viene de una cuenta con pocos seguidores, que recién empieza en X, o si es la cuenta reconocida de algún analista o “influencer”, los mensajes que se leen son similares: Vota o cállate la boca.
Este fenómeno no es aislado. Al final, el chavismo consiguió algo que le servirá de combustible sin importar si se mantienen o no en el poder: replicar su pensamiento y su accionar en cada venezolano que no ha entendido que disentir es parte importante de la dinámica social.
Quiero aclarar una cosa: yo considero que votar no va a traer ningún resultado distinto a los venezolanos, pero hace tiempo entendí que no gano nada hostigando a la gente para que no vote, o señalando de forma cínica y burlona a los que piensan que el voto los va a ayudar a salir del chavismo. Si usted quiere votar, adelante. Mi mensaje va más por el lado de que hay que prepararse para afrontar lo que sea que suceda luego del 29 de julio.
Sin embargo, algo que noto en el debate sobre la viabilidad del voto como herramienta contra el chavismo es que quienes consideran que el sufragio puede ser útil, aun cuando se ha evidenciado lo manipulable que es el sistema, sienten que su palabra está escrita en piedra y que ningún detractor debería poder opinar o debatir.
Por ejemplo, hace poco me extendieron una invitación a participar en un podcast en el que se hablaría de las elecciones venezolanas. La idea era contrastar ambas posturas: por un lado, a favor del voto y con una firme convicción de que se acerca el cambio, un politólogo venezolano; en contraparte, con una postura escéptica y hasta pesimista, yo. ¡Por supuesto que acepté!
Minutos después, mientras preparaba una pequeña biografía que me solicitó el productor, recibí un mensaje por WhatsApp en el que se me informaba que no se haría la grabación porque el politólogo prefería no contrastar su análisis, pero que seguramente me contactarán para otra edición en la que hablemos sobre los resultados del domingo.
A mí nunca me ha intimidado contrastar mis argumentos. De hecho, creo que es una buena forma de aprender e incluso de corregir posturas en las que podría estar equivocado. Y lo digo en serio, espero estar absolutamente equivocado con respecto a las elecciones del domingo. Anhelo que Maduro sea derrotado y que la transición sea rápida para que Venezuela deje de ser saqueada y los venezolanos dejemos de ser perseguidos.
Si esta es la dinámica que puede llegar a instaurarse en una hipotética transición hacia la democracia, en la que se desestima y silencia a los disidentes, Venezuela no habrá cambiado y se habrá normalizado el nefasto legado del chavismo.