Panamá: declaran culpable al expresidente Ricardo Martinelli por caso de blanqueo de capitales

El expresidente de Panamá Ricardo Martinelli fue condenado este martes a 10 años y 8 meses de prisión tras ser hallado culpable de blanqueo de fondos en calidad de autor para adquirir acciones de la empresa Editora Panamá América, S.A. (Epasa), en diciembre de 2010.

La sentencia fue dictada por la juez penal Baloisa Marquínez, quien además impuso a Martinelli una multa cercana a los 20 millones de dólares y ordenó la disolución de dos sociedades vinculadas a Epasa, decomisar todas las acciones de la casa editorial y ponerlas a favor del Estado panameño, que administrará los bienes muebles e inmuebles de esa empresa.

El Órgano Judicial de Panamá detalló que Martinelli fue hallado culpable «del delito Contra el Orden Económico, en la modalidad de Blanqueo de Capitales».

Cabe destacar que por este caso también fueron sentenciados otras cuatro personas vinculadas a las empresas contratistas que perpetraron el crimen y a quienes se les inhabilitó para el ejercicio del comercio por el mismo tiempo que pasarán privados de libertad.

De acuerdo con medios locales, los otros cuatro condenados fueron: Daniel Ochy, a 96 meses de prisión; Janeth Vásquez, 60 meses; Iván Arrocha a 70 meses; y Valentín Martínez Vásquez a 80 meses.

La justicia panameña indicó que fueron absueltas 10 personas que se encontraban imputadas, a quienes se les levantaron «las medidas cautelares y reales» en su contra.

Sin embargo, si a estas personas se les encuentra algún vínculo con otros procesados que aún no tienen definida su situación situación jurídica, la medida podría cambiar.

Sismo de magnitud 6,9 sacude Panamá

Un sismo de magnitud 6,9 se registró en Panamá el día de hoy. La información la dio en su cuenta de Twitter el Instituto de Geociencias de la Universidad de Panamá, que también ha registrado varias réplicas del terremoto desde entonces.

Hasta el momento no se han reportado víctimas ni daños materiales, según informó el Sistema Nacional de Protección Civil. Del mismo modo, el Centro de Operaciones de Emergencias Nacional reportó que se mantiene en monitoreo y vigilancia.

El sismo se sintió en las provincias panameñas de Chiriquí, Panamá, Panamá Oeste, Colón, Bocas del Toro, Herrera, Veraguas y Coclé. Los usuarios de redes sociales han compartido imágenes en las que se puede apreciar el momento en el que se registró el movimiento sísmico. 

Sin embargo, cabe destacar que las características de este sismo no reúnen las condiciones para que haya una amenaza de tsunami en Panamá. Según el reporte del Centro de Alerta de Tsunamis de la Secretaría de Marina y Armada de México (Semar), no se espera generación de variaciones en el nivel del mar en las costas mexicanas y tampoco en las de El Salvador.

La muerte como opción de libertad: Venezolanos en Darién

Por Roymer Rivas

Venezuela se encuentra en su etapa más oscura, en la crisis más profunda que terminó de gestarse con la llegada del chavismo en 1999 y que representa la peor de su historia en magnitud y duración. Hoy somos testigos de lo que se ocultaba detrás del velo llamado “patria nueva” que pregonó Hugo Chávez en su discurso de investidura, a saber: un rostro de país lleno de cicatrices y que, a pesar de no tener boca ni ojos, solloza al 94,5% de la población que se encuentra en condiciones de pobreza y al 76,6% en la línea de pobreza extrema (ENCOVI 2021). Esto deja a la nación como el segundo país más pobre de Latinoamérica, tan solo detrás de Haití, y comparable con países africanos, a pesar de que estos tienen mayor inestabilidad política.

Esta situación ha hecho que muchos venezolanos decidan salir del país en busca de mejorar su calidad de vida, sin importar que los costos que tengan que asumir sean fatales. Una clara ilustración de esto es que, hasta el 30 de junio del presente año, más de 28.000 venezolanos hayan decidido cruzar la selva del Darién –diez veces más que en año 2021, en donde los venezolanos solo llegaron el 2% del total con 2819, y representando el mayor tráfico en lo que va de este año con un 57,98% del total– (cifras de Migración Panamá), exponiéndose a condiciones infrahumanas y maltratos de todo tipo. En la travesía, hasta el momento, se han confirmado al menos 11 muertes y 76 desaparecidos –teniendo en cuenta que no hay cifras oficiales de lo que ocurre allí adentro–.

Según Médicos Sin Fronteras, una organización humanitaria internacional que aporta ayuda a víctimas de conflictos armados, desastres naturales o humanos, y que recoge experiencias de familias venezolanas que describen el transito como “un infierno”, tan solo hasta mayo de 2022 se realizaron 100 consultas de violencia sexual.

Hoy día, después de 22 años de la búsqueda de la patria nueva, observamos como “el afinado rumbo [que se] les dio a nuestros niños”, y a la población en general, es una patria sumida en la miseria, sin agua, en donde tener luz es una rareza, la velocidad de la internet es espantosa, la seguridad humana y jurídica están ausentes, ver burros y caballos en lugar de carros es la moda –es así en el interior del país– y cocinar a leña es tendencia. El “rumbo revolucionario” terminó en ruinas, directamente en el infierno político, económico y social; un escenario que no tiene nada que envidiarle a la imagen de desolación del pueblo de Luvina descrito en el famoso relato de Juan Rulfo que lleva ese mismo nombre, en donde impera la soledad, la angustia y el infortunio, han perecido hasta los perros y la muerte es sinónimo de esperanza.

Cuando se está en default –la deuda externa asciende a más de 148.000 millones de dólares y no hay capacidad ni voluntad de pago–; cuando cae más del 80% del PIB, cuando los estudiantes tienen que dejar de estudiar para trabajar y no morir de hambre; cuando más de siete millones de venezolanos –que representa más del 20% del total de venezolanos que pudo residir en el país (34 millones)– decidieron alejarse de sus familias y salir del país a probar suerte fuera de la tierra que les vio nacer; cuando la corrupción se vuelve un medio necesario para emprender; cuando se imposibilita manifestar cualquier incomodidad contra los causantes del cataclismo venezolano por riesgo a perder la libertad de ver el sol todos los días, e incluso la vida; cuando la decadencia es ley; las personas se ven empujadas a aprovechar cualquier oportunidad para cambiar su estatus.

En resumen, cuando la represión y la miseria absoluta se convierte en lo normal, algunos se llenan del coraje suficiente como para ver de frente las gotas de sangre que se deslizan lentamente por la lucida hoz de la parca y el reflejo en su filo mostrando la muerte como opción de libertad.