Por Antonio Semprun, coronel de la Guardia Nacional.
Entre las características que identifican a un asesino en serie están haber sido hijo ilegítimo o adoptado, sentir hostilidad por todo, matar para auto preservarse y entre las cuatro clasificaciónes que los enmarcan está la que lo lleva a estar orientado al poder y el control.
Con esto en mente, tengo que decir que Venezuela no solo será conocida por haber sido la victima de una organización criminal secuestrada por un resentido, sino también porque ese resentido le heredó el poder a un asesino serial.
Por ello, hay que actualizar la lista en la que aparecen famosos asesinos en serie como William Unek, Andréi Chikatilo, el carnicero de Rostov, Anatoli Onoprienko, la bestia de Ucrania, y agregar a Nicolás Maduro y su combo.
Son muchos quienes opinan que Venezuela está secuestrada por una organización criminal, pero nadie se ha detenido a pensar que, más que una organización criminal, el poder en Venezuela está en las manos ensangrentadas de un grupo de asesinos seriales.
Nicolás Maduro y su grupo no sólo son actores intelectuales del mayor éxodo conocido en la historia de América latina, son responsables además de las muertes que han sido ordenadas desde el poder refugiado en Miraflores, son responsables de las muertes qué ha ocasionado el éxodo en la travesía por el Darien, son responsables de los secuestros de los que han sido víctima los venezolanos a manos de los carteles mexicanos, son responsables de las muertes de venezolanos ahogados en las travesías del Río Grande en México, y pare usted de contar.
Ante esta dantesca realidad, los organismos internacionales creados para velar por el respeto a la vida y los derechos humanos son jarrones chinos ocupados por la demagogia, el populismo y la politiquería, donde desde la distancia en el confort de comodos sillones y aire acondicionado le dan una palmadita en la mano a la tiranía para que no se porte mal y la acción llega hasta un subido tono de voz desde un micrófono.
A esa acción de los organismos internacionales se debe adherir la complicidad de todo funcionario nacional que apañe la comisión de crímenes de lesa humanidad por aquello de que se considera cómplice la “Participación de una persona junto con otras en la comisión de un delito o colaboración en él sin tomar parte en su ejecución material”.
La tragedia que vive Venezuela y los venezolanos no sólo es producto del entorno arrodillado y servil a Nicolas Maduro, sino que también cómplices quienes desde la “oposición” le hacen el juego a la tiranía a cambio de la muerte, el abandono y el sufrimiento de los venezolanos para mantener el estatus quo.
En Venezuela, estos asesinos seriales no solo le quitan la vida a los venezolanos, tambien son responsables de cercenar su libertad y eliminar la democracia, ante la mirada indiferente de los organismos internacionales y de muchos de los que se presentan como opositores a la tiranía genocida.