Por Leroy Garret.
Tal y como advertimos, Inglaterra ha despertado de su largo sueño pacifista y enviando barcos y pertrechos militares a las aguas territoriales del Esequibo, lugar donde ya no tan silentemente se desarrolla una actividad petrolera y gasifera de proporciones aún no estimadas al presente.
El eje Habana-Caracas en respuesta también anuncia la movilización de una considerable porción de su parque bélico hacia la zona, en una operación homenaje a uno de tantos generales que habitan en el Olimpio chavista, cuyas hazañas en vez de heroicas serían estimadas como actos de flagrante criminalidad si son evaluadas por la escala actual de valores mundiales.
¿Por qué la provocación? ¿Acaso cubanos y sus comisarios criollos obedecen a instrucciones rusas o chinas o conjuntas para crear un teatro de guerra en las americas no vivido desde la guerra en las Malvinas?
Eso sería un caos y una calamidad no solo impresentable, sino injusta para los venezolanos, quienes sufren por décadas de apagones, y condiciones de hambruna y salubridad propios de poblaciones civiles azotadas por guerras.
Como hemos dicho anteriormente, un país en las condiciones de Venezuela no podría hacerle la guerra a nadie, pero a nadie tampoco sorprendería nada de lo que la lógica chavista es capaz de hacer.
Una de las leyes de la guerra se basa en que se sabe quien y porque se inician y no nunca se sabe como acaban, por alguna duda pregunten al
Zar Nicolás de Rusia, al Káiser Alemán, a Hitler o más cercanamente a la junta milica argentina, después de recuperadas las Falklands.
La historia ofrece también ejemplos de traiciones, de como socios financistas y promotores del conflicto al ver que los resultados de la campaña bélica no son los esperados, dejan ensartados a sus socios a quienes aguarda un final brutal, recuérdese a Napoleón III y sus apetitos de conquista Mexicana, fue su promovido Emperador Maximiliano de Habsburgo, abandonado a su suerte por su mentor, quien terminó fusilado, en el Cerro de las Campanas, Querétaro por los fusiles de la Chinaca de Benito Juárez.
Siempre el inicio del año nuevo invita a la esperanza, nos preguntamos si esta peligrosa danza militarista bailada por el chavismo podría ser el fin o por lo menos el inicio del fin de la hegemonía gobernante más aberrante de nuestra historia, se apela a los venezolanos de buena voluntad de ocurrir las condiciones, a invocar y accionar el “poder de uno” en la búsqueda de una nueva carta magna inspirada en la amplitud de la constitución de 1960, la re-institucionalización del país, asegurar la instauración de un sistema judicial independiente que logre la justicia en castigo a la traición y abusos de la tiranía, bajo un gobierno provisional que garantice las condiciones de elecciones limpias y el surgimiento de un gobierno que opere para recuperar la tan añorada democracia.
Todo esto es posible, si es esa nuestra intención.
Feliz año nuevo an mis lectores.