Esta semana, la noticia del día aborda las amenazas del ministro de la Defensa chavista, Vladimir Padrino López, quien asegura que una intervención extranjera significaría el retorno de soldados estadounidenses “en bolsas negras”.

Sin embargo, en el programa contrastó estas declaraciones con hechos verificables: incursiones aéreas, operaciones navales, incautaciones de cargamentos petroleros y presencia militar estadounidense en zonas disputadas, sin que el Estado venezolano haya respondido de forma alguna.

Por tanto, la retórica belicista del alto mando no se corresponde con la conducta real de las Fuerzas Armadas, que han evitado sistemáticamente cualquier confrontación directa. De este modo, la amenaza, más que disuasión, opera como propaganda interna para sostener una imagen de fortaleza inexistente.

En el Borrego de la Semana, se habla de periodistas kirchneristas del canal argentino C5N que fueron detenidos y expulsados de Venezuela tras intentar desmontar denuncias sobre el régimen, es decir, lejos de ser tratados como aliados ideológicos, fueron despojados de sus documentos y enviados fuera del país.

Con esto, tenemos que comunicadores que durante años relativizaron la represión chavista terminaron experimentando el mismo trato que reciben periodistas independientes, evidenciando que la narcotiranía no distingue entre simpatizantes y críticos cuando se trata de control.

Asimismo, la Polémica del día gira en torno a las versiones sobre una supuesta juramentación de Edmundo González Urrutia en Oslo, aclarando que no existe tal escenario. Al mismo tiempo, María Corina Machado modificó su discurso sobre su retorno a Venezuela, pasando de la inmediatez a una noción indefinida de “momento oportuno”.

En este sentido, se critica la proliferación de relatos épicos sin sustento, advertiendo que la política venezolana se ha convertido en un terreno donde la narrativa sustituye a la acción estratégica, alimentando frustración y desmovilización social.

En Desmantelando a la Izquierda, se analizó el papel del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien intentó posicionarse como mediador del conflicto venezolano ante Donald Trump, en un marco donde EE. UU. posee superioridad militar y no comparte la visión conciliadora de Lula.

Asimismo, se interpreta este intercambio como una confirmación del rol histórico de ciertos gobiernos de izquierda en la defensa indirecta del chavismo, priorizando afinidades ideológicas por encima de la naturaleza autoritaria del régimen venezolano.

Por último, en el Corrupto en la Mira, se señala a Vladimir Padrino López como figura central de la corrupción estructural dentro del Estado venezolano. Su permanencia prolongada en el Ministerio de la Defensa ha coincidido con la expansión de economías ilegales bajo control militar, la politización absoluta de la Fuerza Armada y la utilización del discurso soberanista como escudo frente a responsabilidades. Por ello, Padrino López encarna la síntesis del modelo chavista, a saber: poder concentrado e impunidad garantizada.