Por Leroy Garrett (@lerogarrett).
El proceso revolucionario francés, de buenas intenciones, creo un infierno. Se pretendía con la caída de los Borbones crear un mundo nuevo, discursos y debates pululaban en los antiguos salones monárquicos, se combatía a las reacciones bélicas de las monarquías europeas, entre ella la Austria de los Habsburgos, quienes querían vengar a Maria Antonieta; la rivalidad de las facciones entre la Gironda y Jacobinos dentro de la asamblea nacional, instancia parlamentaria creada para gobernar la república; a los girondinos, a pesar de contar con la mayoría, fueron diezmados por el control jacobino, a través del Tribunal de Salvación Pública.
En ese periodo de 1793 y 1794, se instauró con Robespierre a la cabeza el llamado Reino del Terror, el símbolo de aquella matanza desatada patrocinada por el estado fue la guillotina, se ejecutó tanta gente, por los más inverosímiles motivos, que la guillotina tuvo que mudarse de su lugar cercano a la actual Plaza de la Concordia, porque fue tal la cantidad de sangre vertida que la misma amenazó con contaminar el suministro de agua potable del Paris de entonces.
El terror terminó con la ejecución de Robespierre el 10 Termidor del año III, el 28 de julio de 1794. Pero, ¿Qué aprendemos de esto?
El Terror es una arma, cuando se usa como herramienta de gobernar, por aquellos regímenes totalitarios, cuando la gente empieza a dejar de temerles, el Terror es un componente extremo para garantizar el orden público cuando otros menos severos mecanismos de represión fallan.
Cuando el terror impera, no hay garantías ciudadanas, ese ejercicio brutal del poder hacia el ciudadano común es una debilidad intrínseca de los represores y con una acertada estrategia y operación política puede completamente revertirse su violencia y miedo a sus ejecutores.
Con esto en mente, y enfocándonos en Venezuela, los últimos días de esta “campaña electoral” han sido de terror para los opositores, quien colabore con Maria Corina en la logística más insignificante, va preso o por lo pronto no aparece.
¿Cual es la estrategia? ¿Procurar un medio colectivo el cual si se abstiene y hace subir el porcentaje de abstención de donde algorítmicamente el chavismo busca rebanar votos ficticios conversos al fraude? Eso se sabe. Entonces, ¿Que contrapeso institucional puede evitar eso?
No creo ninguno, sea peso o contrapeso, en un reino totalmente controlado por el chavismo, me cuesta creer que sus jefes, con prontuarios de búsqueda internacionales por crímenes flagrantes, negocien una salida en Paz. Pero los procesos históricos son sorpresivos y difíciles, eso habitualmente se confunde con esperanza, y definitivamente a eso nos aferramos una vez más este 28 de julio.