El desempleo se desplomó al 7,3% en el mes de agosto, marcando el registro más bajo observado desde diciembre de 2008. La caída es cada vez más fuerte desde el lanzamiento de la reforma laboral, y solamente en agosto se crearon 59.000 puestos de trabajo formales.
La economía italiana sigue mostrando indicios de un sólido mercado laboral, potenciado por las políticas de liberalización regulatoria impulsadas desde el Gobierno de Giorgia Meloni. De hecho, aunque el país todavía no logra recuperar el nivel de actividad previo a la crisis de 2008, el mercado laboral muestra los mejores resultados desde aquel entonces.
Solamente en agosto se crearon un total de 59.000 puestos de trabajo formales, y en lo que va de la administración de la derecha italiana totalizan 523.000. La tasa de ocupación batió un nuevo récord y llegó hasta el 61,5% de la población de referencia en el mes de agosto, el registro más alto de la historia desde el comienzo de las mediciones estadísticas a partir del 2004.
La tasa de desocupación cayó al 7,28% al término de agosto, y es oficialmente la cifra más baja observada desde diciembre de 2008. La creación de puestos de trabajo fue tan importante, que la tasa de desempleo logró bajar incluso en un contexto en donde aumenta la población económicamente activa (que llegó al 66,4% de la población total en agosto de 2023).
La tasa de desempleo juvenil retrocedió al 22%, nuevamente marcando el registro más percudido en 14 años. Italia se acerca cada vez más a los parámetros de la zona Euro, que mantiene una tasa de desocupación en torno al 6,4% respectivamente.
Para poder lograr estos resultados Meloni llevó a cabo una serie de reformas, entre las más importantes la reforma del sistema tributario (desde finales del año pasado) y la reforma laboral, decretada a partir de mayo de 2023.
Tras la aprobación de la reforma laboral de Meloni, se profundizaron los recortes impositivos que habían sido anunciados hace un año: un recorte de la carga fiscal del 7% para ingresos de hasta 25.000 euros anuales, y del 6% para ingresos de entre 25.000 y 35.000. Esto permitió incentivar el crecimiento de la oferta laboral (la población activa) para favorecer el crecimiento.
Por otra parte, la reforma laboral avanzó fuertemente con la flexibilización de la legislación italiana. Se ampliaron las posibilidades legales para prorrogar todos los contratos de índole temporal hasta un año adicional de lo que regía anteriormente, y se establecieron incentivos fiscales para la contratación de personas menores de 30 años.
También se anunció una alícuota diferencial y reducida del 15%, que será percibida por un cierto tiempo, para las empresas que declaren una ampliación de su planta permanente de personal.
El tercer pilar de la reforma es la eliminación progresiva del programa “Renta Ciudadana” para todas las personas que están en condiciones de trabajar. La medida apunta, otra vez, a dinamizar la oferta laboral de Italia y reducir el gasto público elefantiásico. Este programa será finalmente liquidado a partir de 2024, y pasará a sustituirse por el “Cheque de Inclusión” con un carácter mucho más selectivo.