En la mira: militares en pantaletas

Por Ricardo Guanipa d’ Erizans.

El militar venezolano es el hazme reír del planeta; los ciudadanos de otras nacionalidades buscan una explicación a la degradación de los uniformados que Maduro los ha sacado a las calles como unos verdaderos payasos con globitos de colores para decir que el Esequibo es venezolano.

Cuando los peruanos equivocadamente fueron a la guerra con Ecuador en los años noventa para reclamar un territorio en disputa, Alberto Fujimori no hizo un estúpido referéndum, fue a la guerra y punto; y aunque salió con el rabo entre las piernas, la estrategia era despertar un nacionalismo a sangre fuego, sacrificando vidas de inocentes soldados peruanos que fueron abatidos por el ejercito ecuatoriano saboteando a Fujimori su espectáculo contra su vecino que tenía como objetivo aumentar su popularidad en una desquiciada idea del narcodictador Vladimiro Montesinos.

La junta de gobierno militar de Argentina hizo exactamente los mismo, sin referéndum ni consultas, los militares argentinos le declararon la guerra a Inglaterra para la reconquista de las islas Malvinas, dolorosamente hubo bajas argentinas en una guerra que desde un comienzo estaba perdida para los suramericanos por su inferioridad de fuego ante un poderoso ejército británico que venía de luchar con las fuerzas invasoras de Adolfo Hitler.

Pero la dictadura militar argentina les importaba un bledo la sangre de los jóvenes soldados de su país, el objetivo era ganar popularidad despertando un nacionalismo, pero la locura bélica fue un bumerán para los militares argentinos que solo sirvió para acelerar la caída de la dictadura ante contundente derrota.

Ahora los militares en pantaletas de Venezuela, como buenos cobardes, hacen un referéndum para ver si el pueblo apoya ir a una guerra con Guyana, pero recuerden que perro que ladra no muerde, es vergonzoso e humillante ver para que quedaron los mamarrachos militares venezolanos, para llevar prostitutas a los cuarteles, acosar al personal femenino civil contratados en las instalaciones militares, tomar alcohol y emborracharse para hacer un trencito al ritmo de una gaita maracucha, y, lo peor, traficar drogas.

Nunca olviden que a los militares no les importan los venezolanos, la soberanía y muchos menos Venezuela, los cubanos, iranies, chinos, rusos y la guerrilla colombiana les patean a diario el trasero y no respetan sus rangos porque saben que son militares en pantaletas, son unos cobardes y están prostituidos por dinero y no son capaces ni de defender a sus propias familias.

Les recuerdo que los militares venezolanos en pantaletas son avalentonados contra mujeres y niños que salen a protestar en contra de Maduro y sus banda de delincuentes; tan solo en la ultima ola de protestas los militares en pantaletas asesinaron a sangre fría a mas de 40 venezolanos desarmados, otros fueron torturados en instalaciones militares donde fueron golpeados con tablas de madera y bates de beisbol, sin olvidar a los que fueron esposados a los postes de luz en los patios y mojados con agua para luego activar bombas lacrimógenas para que se asfixiaran, puras salvajadas.

Pero lo que es peor, se violaron a niñas entre 15 a 20 años, hacían filas para asaltarlas sexualmente a las pequeñas hasta producirles hemorragias o desgarros, ahora esos cobardes en pantaletas pretenden que el pueblo se olvide de sus crímenes y les den el respeto que no se merecen.

Veremos cuantos empantaletados salen a votar el tres de diciembre, yo estaré atendo con mi celular tomando fotos a la pantalla del televisor para publicarlas en mi cuenta de X para que conozcan los rostros de los cabrones que apoyan ese falso positivo de los militares en pantaletas[*].


[*] Redes del autor: Twitter @ricardoguanipa / Instagram @guanipar / Email: [email protected]

Acerca de Napoleón, la película

Por Leroy Garrett.

Hoy me alejo de comentar el devenir Venezolano por un tema que considero punto de referencia para comprender los tiempos ambivalentes que vivimos.

Para un cinéfilo impenitente como este cronista, la película histórica más publicitada del año era un bocadillo difícil de esquivar.

La película fue un gran esfuerzo de producción y efectos especiales, sin embargo, en relación a la rigurosa realidad histórica y a las complejidades de un personaje que no solo cambió el mundo en el siglo XIX, sino que sigue influenciando nuestro mundo contemporáneo, el largometraje deja mucho que desear.

La narrativa se inicia en un personaje en el centro de los tumultuosos tiempos de la revolución francesa, específicamente la época conocida como el «Reino del Terror», durante la ejecución de María Antonieta.

Aunque la película con acierto describe los momentos previos a su degollina, como abucheada y vejada por el pueblo, ella murió con el pelo recogido y no alborotado como describe el film.

Además, Napoleón, entonces un capitán de artillería de la republica, no se encontraba presente tal como lo dice la trama, sino que en realidad estaba en Avignon combatiendo las tropas federales.

La personalidad de Napoleón, mostrada por el magnifico actor Joaquín Phoenix, en donde se comporta pasivo-compulsivo, no era tal; el Corso es recordado por sus contemporáneos y se deduce de sus acciones, en ser muy comunicativo —y debió serlo para llegar a alcanzar lo que fue y no un llorón subordinado a Josefina, cuyas tempranas infidelidades, según el film, le hizo abortar la invasión de Egipto; algo que también es falso, porque él fue forzado a retirarse como consecuencia de la derrota de la armada francesa que servía de apoyo a su campaña por parte de los ingleses en la batalla del Nilo—.

Las licencias tomadas por el film de Ridley Scott son escandalosas, Napoleón nunca se entrevistó con Wellington, ni murió loco, ni borracho en Santa Elena, al contrario, en el recién publicado libro de la catedrática de Oxford, Ruth Scurr “Napoleón: una vida entre jardines y sombras” narra con estricta veracidad histórica la afición del emperador de los franceses por la jardinería “, hobby aún verificable por los jardines que construyó en Malmasion y la misma Santa Elena.

Napoleón fue responsable directo de la muerte de tres millones de personas, pero no fue Hitler, sigue siendo a dos siglos de su muerte un personaje de claros oscuros, tirano, pero impulsador de la sociedad secular, anti republicano y al mismo tiempo creador de instituciones como el Louvre o patrocinador de Champollion, descubridor de la Piedra de Roseta, y con ello de la egiptologia. Para nosotros los abogados, el Corso será siempre una apreciada referencia por ser el creador del Codigo Civil, suprema ley cívica la cual, con pírricas variantes locales, sigue rigiendo en las tres cuartas partes del globo.

En fin, esta versión hecha por Riddley Scott —también director de: El Gladiador, Blade Runner, etc.— me resultó tan mediocre que como pasa con todas las películas donde me aburro, me quedé dormido.

Vale la pena esperar que la pasen gratis por las redes, pero no merece el precio del ticket, esta película es otra prueba de lo superficial y conformista de los tiempos que vivimos.

Principios inmorales del Socialismo, el sistema más antivalores que existe

“Tus valores definen quién eres realmente. Tu identidad real es la suma total de tus valores”

(Assegid Habtewold)

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Hoy en día, aún son muchos los que conceptualizan al Socialismo como una determinada mundividencia moral. A menudo los defensores de esta ideología manifiestan que el Socialismo se sostiene en valores elevados; por lo que, al compararla con otros sistemas, principalmente el sistema capitalista, concluyen que su superioridad ética y moral es indudable. Estos apelan en palabras al amor, la honestidad, solidaridad, respeto y justicia como la base para construir una sociedad más “libre, justa e igualitaria” –supuestos valores fundamentales en lo que se sostiene el sistema–. Incluso hay toda una rama de pensamiento filosófico denominado “Socialismo Ético” fundamentada en la ética o filosofía moral kantiana que considera el Socialismo como un conjunto de principios y requisitos ético-morales, siendo la solidaridad la base en la que se construye el sistema; esta concepción del Socialismo deja de lado la idea de que ésta es “resultado del desarrollo socioeconómico lógico de la sociedad” para hacerse de la doctrina de que es “una concepción moral”[1].

Ahora bien, ¿Es realmente el Socialismo un sistema que se fundamente en valores morales elevados? Más allá de las palabras ¿Demuestra la praxis de este sistema que sus bases son éticas? Las respuestas a estas preguntas no son un asunto sin importancia, puesto que, como bien dijo Jesucristo, “no puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”[2]; cambiando las palabras para adaptarlas al contexto, “no puede un sistema en el que su estructura se sostenga sobre bases inmorales ser de beneficio para quienes lo implementen” y, en contraste, “todo buen sistema, fundamentado en la ética y la moral, produce gracia en la sociedad que lo aplique”; por lo que observar los fundamentos morales del Socialismo permitirá definir qué es realmente.

La careta moral del Socialismo

En principio, esta ideología se vende como una necesidad ética y moral de la especie humana, pero la realidad es que se mantiene al margen de estas disciplinas filosóficas teniendo como resultado, no solo la destrucción del mismo, sino también la decadencia de la moral y la razón de todos aquellos que son sometidos por el sistema. Esto es así porque, para alcanzar la elevada conciencia y espíritu y la plena realización humana con “verdaderos valores de amor, honestidad, solidaridad y justicia”, inicia todo un proceso transformador de actitudes que tiene como fin la manifestación de un/os determinado/s comportamiento/s. El medio utilizado para tal fin es el abuso de poder; extendiendo sus tentáculos a lo largo, ancho y profundo del círculo social, emprende un proceso de educación que pretende la edificación de una nueva sociedad; pero, cabe aclarar, todo según su concepción de la realidad, del cómo deberían ser las cosas, no del cómo son realmente. A través de distintos mecanismos —destacando que estos siempre están fundamentados en “valores morales”— socaba la esencia humana hasta hacer de la persona un animal —irracional, no pensante— en la medida en que siempre se busca modificarlo hasta enmarcarlo en lo que, para el Socialismo, es la plenitud humana. Esto no hace más que despojar a la persona de su ser para convertirlo en una “bestia adiestrada”[3].

Este proceso de adiestramiento es justificado por todo el caudal de “valores” en los que dice sostenerse el sistema. En nombre de la solidaridad y la igualdad se realiza el “justo reparto de la riqueza” mediante sistemas de impuestos[4] desiguales que, en el mejor de los casos, quitan o roban parte de los ingresos de aquellos que, por generar más beneficios a la sociedad, obtuvieron una mayor ganancia, para repartirlo entre aquellos que, en muchas ocasiones, no generan ningún bien. Esta práctica tiene como consecuencia el “estado de bienestar”[5], un concepto que tiene el objetivo de “redistribuir” la riqueza para “mejorar el bienestar de la población en general y combatir la desigualdad repartiendo de forma más equitativa”. Sin embargo, en estas acciones hay errores de fondo de índole “ético-moral e intelectual” que surgen de un mal entendimiento del constructo de la sociedad en sí; primero, este sistema se sostiene en el robo sistemático, se le quita a la sociedad parte, sino todo —en casos extremos—, del fruto de su trabajo para financiar acciones que, en la gran mayoría de los casos, las personas no quieren financiar; segundo, se trata desigualmente ante la ley a las personas —¡no se roba a todos por igual!— en la medida en que se le quita más al verdadero benefactor social, que recibió sus beneficios por prestar/brindar un servicio o producto que el mercado[6] demandaba, “redistribuyendo” así aquello que ya el mercado distribuyó correctamente de acuerdo a los gustos y necesidades de las personas, cambiando la distribución que fue producto de acciones voluntarias por una redistribución producto de una imposición coercitiva; tercero, el concepto de “igualdad” es mal entendido, ¡Ninguna persona es igual! El Socialismo pretende alcanzar una utópica igualdad de hecho —física, económica y/o de condiciones— en una sociedad desigual y diferente[7], por no entender este hecho, en el proceso de búsqueda o construcción de la igualdad, se destruye la iniciativa individual y privada —la única fuente de riqueza y progreso en una sociedad—; cuarto, se usa la solidaridad sin comprender el verdadero significado del término y cómo surge ésta en las interacciones sociales.

Lo que es la verdadera solidaridad que ataca el Socialismo

La solidaridad, en sentido amplio, significa “cohesión a la causa” o “adhesión circunstancial sólida”, firme y/o completa, esto denota, por sí mismo, amor, apoyo, caridad, hermandad, fraternidad, protección, compasión y misericordia. Éste coctel de valores mueve a la persona “solidaria” a ser un apoyo para los más necesitados —la persona se entrega al otro por completo por considerar eso un valor mayor a su bienestar material—. No obstante, al igual que todos los valores humanos, este surge de manera natural en las personas; en circunstancias normales –sin Socialismo– difícilmente una persona vería a otro pasar necesidad sin extender una mano ayuda, parte de la naturaleza del human es condolerse del sufrimiento ajeno y tomar acciones necesarias, en la medida de sus posibilidades, para brindar apoyo; es una cooperación que surge de forma natural —voluntaria, no coercitivamente— entre los individuos que viven en sociedad. En efecto, el mercado es el sistema más solidario entre la especie human.

Sin embargo, esta ideología contranatural cambia el significado de “solidaridad” y la adapta como algún tipo de “deber” y “conducta social” que tiene como fin el “bien común”, es decir, las personas tienen la responsabilidad, más allá de la obligación moral que los mueve voluntariamente a ayudar al prójimo, “de facto o de hecho” de solucionar los problemas de las “personas sufrientes” que le rodean; anulando de esta forma la “voluntad” de ayudar de los individuos transformándola en algún tipo de “obligación” que requiere necesariamente de la coerción para intentar alcanzar el “bien social o común” que no existe —por lo menos no en la concepción espuria que se tiene sobre el termino[8]—, y, en consecuencia, es imposible de lograr[9] en la medida en que es imposible que todas las personas quieran lo mismo; las mismas diferencias —desigualdades— humanas hacen imposible el concepto del “bien común” porque no se logrará jamás satisfacer a todos por igual, aún si lo imposible se hace posible y todos en la sociedad desearan exactamente lo mismo, no quedarían satisfechos en el mismo grado, cada individuo apreciaría su deseo y el logro del mismo de forma distinta.

El Socialismo y la Justicia

Otro problema ético que paradójicamente fundamenta al socialismo tiene que ver con la “justicia”. Al ser un sistema que se extiende en cada una de las instituciones sociales en busca de modificar conductas individuales que se reflejen en la sociedad como un todo, que recurre sistemáticamente a la imposición de acciones —usando la fuerza—, cambia o sustituye el concepto tradicional de ley y justicia entendido como un conjunto de leyes materiales, generales y abstractas de carácter consuetudinario[10] por un “derecho” espurio. En otras palabras, el socialismo recurre sistemáticamente, a través de un cúmulo de reglamentos, órdenes y mandados coactivos emanados por un órgano director, a la agresión institucionalizada para modificar la conducta humana —lo que constituye un ataque directo contra la naturaleza humana—; bajo este sistema, la ley pasa a ser instrumento de control y bloqueo, se transforma en un mecanismo al servicio del órgano planificador. En consecuencia, aquellos sometidos al régimen inconscientemente modifican su personalidad y comienzan a respetar cada vez menos las normas tradicionales de conducta; las leyes materiales que antes regían a las personas dejan de ser referencia para las acciones de los mismos y estos pierden paulatinamente las costumbres que les permitían adaptarse a las normas espontaneas surgidas de la sociedad en la que se desenvuelve. Estos mandatos corrompen el concepto de “derecho” y “ley” y lo único que logran es que los ciudadanos pierdan todo respeto por ella. No conforme con esto, la esperada y entendida desobediencia o elusión del mandato por parte de la sociedad como una manifestación de supervivencia es usada como excusa para crear e imponer más reglamentos —sumergiendo así, nuevamente, a los individuos en una espiral ascendente de deterioramiento moral[11]—; las consecuencias de esta acción socialista son nefastas para la sociedad.

Este mal concepto sobre el derecho que presenta el socialismo le lleva a una mala aplicación de la justicia[12]. En este sistema, se deja de juzgar el comportamiento del human para comenzar a juzgar el resultado de los mismos en la medida en que quienes se escudan en el aparato del Estado, fundamentados en su miope percepción del proceso social, se valen de sus arbitrarias estimaciones de los resultados que surgen de las interacciones sociales que ellos creen percibir para recurrir al único medio que tienen para tratar de organizar a la sociedad desde arriba, a saber, la coacción. En otras palabras, el no conocer, y mucho menos entender, la configuración social —que se ordena espontáneamente—, lleva al órgano director a establecer, según su percepción y/o estimaciones, lo que está bien y lo que está mal de acuerdo a los resultados que se alcancen en todo el proceso social a lo largo del tiempo y no a cuál haya sido el comportamiento individual de cada actor. Esto se ilustra muy bien cuando, como resultado de un arduo esfuerzo mental y/o físico y, quizás, un poco de suerte, una persona, movida por su empresarialidad, crea un producto/servicio que beneficia a la sociedad y, en consecuencia, obtiene buenas ganancias por ello —por ser un producto/servicio altamente demandado— y el órgano director le roba parte de sus ganancias —o toda en casos extremos— en nombre de la solidaridad y la “justicia social” para, en el mejor de los casos, suponiendo que la manos porosas de quienes constituyen el órgano director no se haga de parte de esos ingresos, darlo al “más necesitado”. Sin embargo, aquí surgen varias cuestiones ¿Quiénes son los más necesitados? ¿Qué pasa con todo el comportamiento a lo largo del tiempo que precedieron los resultados del individuo que creó el bien?

La respuesta a estas preguntas desnuda el concepto de justicia del socialismo; “los más necesitados” son escogidos a dedo por el órgano director, es éste quien, subjetiva y emotivamente, fija quien es el más necesitado y quien no, este constituye un concepto abstracto que se aleja de la realidad en la medida en que se basa solo en el resultado[13] y no en las acciones que realizó aquel que le llevaron a crear un bien que, en realidad, beneficio a la sociedad en general, incluyendo los “más necesitados” que tanto dice defender el sistema, y, por consiguiente, obtuvo ganancias por eso —es un todos ganan—; las consecuencias de esta coacción sistemática lleva a la eliminación de la iniciativa de los individuos para resolver los problemas que cree percibir en la sociedad, la desmotivación invade al individuo y su empresarialidad queda reducida a cero por prever que, cuando consiga los beneficios esperados —o no—, el órgano director le quitara sus beneficios; por lo que, en el mediano/largo plazo, la riqueza de la sociedad en general decrece y, paradójicamente, ahora todos los actores encajan en el concepto de “más necesitados” —exceptuando a unos pocos que forman parte de la estructura socialista—. Ahora bien, he dicho que el socialismo realiza todas estas acciones en nombre de la “justicia social”, pero ¿Qué es la “justicia social”? ¿Es buena o mala?

La “Justicia social” como injusticia auspiciada por el Socialismo

La justicia social es el verdadero concepto y sentido de justicia del Socialismo, esto es, una justicia espuria. El término “social”, que complementa la “justicia” aplicada por el sistema, es un calificativo que se utiliza para engañar semánticamente a las personas; cuando a una palabra se le agrega el término “social” se vacía y modifica por completo el sentido de ésta, convirtiéndola en un sentido que es totalmente el contrario del que realmente tenía; a este tipo de términos se les denomina “términos comadreja” o “palabras comadreja” en alusión a la capacidad que tiene el animal de sacar el contenido de un huevo sin estropear el cascaron. En general, las personas apelan a estas palabras en sus discursos para decir cosas que no quieren decir directamente, de esta manera crean la impresión de que han dicho algo significativo cuando la verdad es que se realiza una afirmación y/o envía un mensaje vago o hasta irreal —inexistente—[14]. La justicia social es una construcción que tergiversa el valor “justicia” y, en consecuencia, es lo más injusto que existe. Al valerse de este concepto vacío, el socialismo incauta a los individuos sometidos al sistema haciéndoles ver que se toman decisiones en nombre de la “justicia” que tiene como fin el “bien social”, pero, en realidad, es el órgano rector quien, a través de distintos mecanismos, crea la ley —más bien, mandatos u ordenamientos—, la interpreta y juzga a las personas según sus impresiones subjetivas; cabe destacar que todos estos mandatos —con vestimenta de “ley”— tienen el fin de beneficiar al juzgador, este es el mismo órgano rector que pretende ordenar a la sociedad. Es decir, la institución pasa al servicio del poder central, al igual que la gran mayoría de las demás instituciones. El resultado de todo esto es la descomposición, decadencia y desaparición, ordenado en diferentes etapas, del sentido de “justicia” real o tradicional y la perdida cuasi absoluta de toda seguridad jurídica.

El Socialismo como asesino de la Libertad

Por último, todos estos mecanismos tienen como fin el logro de la “libertad” —sabrá Dios qué aberración de concepto de libertad tiene y/o busca el Socialismo—. Un sistema que pretende modificar el comportamiento individual para adaptarlo a su percepción de la realidad, anulando la razón y destruyendo la esencia humana yendo en contra de la lógica y del orden natural, que corroe la verdadera libertad en sentido puro, como lo es la condición de poder actuar conforme a la elección de qué hacer con nuestro ser y nuestros bienes, teniendo como único límite el no perjudicar a otros en el proceso de la realización de nuestra plenitud personal, no puede llamarse un “sistema que pretende alcanzar la libertad”.

Para el Socialismo, la libertad significa el sometimiento a todos los mandatos u ordenamientos caprichosos que emanan del órgano director que tiene como resultado el debilitamiento, e incluso la desaparición, de la moral y razón humana. Es contradictorio, hasta paradójico, que para alcanzar una sociedad más “libre, justa e igualitaria”, el sistema vaya en contra de todo tipo de libertad individual valiéndose de la injusticia. La única libertad que alcanza el socialismo es la “libertad de no ser”, es decir, un individuo libre de todo lo que lo hace human, a saber, su capacidad de pensar y raciocinio, sus gustos y preferencias que le llevan a sopesar y elegir entre una cosa u otra según sus estimaciones personales, su creatividad, el estar vivo en sí mismo; esto es, un individuo libre de todo lo que lo hace persona, una sociedad libre de todo lo que le hace sociedad. El concepto de libertad que denota el sistema socialista no se asemeja siquiera a la percepción de libertad que podemos imaginar que tiene un animal dentro de sus limitadas capacidades, es aún peor —los animales están mejor que los humans oprimidos por el Socialismo— dado que este concepto solo es alcanzado en el gehena[15]; que, a fin de cuentas, es el fin real del régimen socialista.

Conclusiones: el socialismo como el sistema más inmoral que existe

En resumen, el Socialismo repudia por completo la moral establecida por una sociedad verdaderamente libre, que es construida por procesos espontáneos. En el sentido más estricto, tiene como su peor enemigo la moral, por lo que lucha en su contra. Este sistema repudia la verdadera libertad y, al no comprender la estructura y los procesos sociales, pervierte el sentido de valores humanos como la solidaridad y de instituciones como el “derecho” y la “justicia” para enmarcarlas en su propia concepción de la realidad con el fin de modificar el comportamiento human. La consecuencia de esto es la desaparición o eliminación de los principios morales que permitían al human adaptarse a su ambiente y que hicieron posible el avance de la civilización en general, reduciéndolo a sus más arcaicas y primitivas pasiones; incluso, en casos extremos, hasta hace que el human se encuentre en la misma categoría que el resto de los animales —razón limitada, no pensante—[16].

El sistema no ve al human como un fin y mucho menos al mismo como el medio para alcanzarlo; su meta es externa a la persona en si, por lo que es irreal; trata de lograr un fin sin preguntar a los actores involucrados —quienes serán afectados por esos fines— si están de acuerdo o no con el mismo, el órgano director que pretende “ordenar” a la sociedad cree tener la sabiduría suficiente para saber qué es lo más beneficioso para todo el mundo, trabaja en busca de ello y, cuando las personas comienzan a manifestar que no es de su agrado el sistema, en lugar de corregir, cree que los individuos tienen algún tipo de defecto que no les permite ser capaces de conocer qué es lo mejor para ellos y, en consecuencia, refuerza aún más los mecanismos basados en la coacción institucionalizada que envuelve a la sociedad en una espiral descendente hacia la decadencia. Por lo tanto, el Socialismo, en todas sus expresiones o manifestaciones, es un sistema totalmente contranatural, in-human y profundamente inmoral. Los valores del Socialismo son, pues, el odio, la envidia, el resentimiento, la esclavitud, la igualdad contranatural, la injusticia, la guerra, la mentira y, en suma, todos los antivalores que puedan existir; este sistema es la máxima expresión del mal, para apelar a conceptos religiosos, la idealización del mismo Diablo en la tierra y, por lo tanto, es un sistema que se opone en contra de Dios y del orden original –natural– que él mismo creo.


[1] Tanto el Diccionario Filosófico (1965; pág. 430-431), tercera versión del diccionario de Rosental e Iudin que se ajusta a la filosofía resultante del XXII Congreso del PCUS (Moscú, 1961) y es traducido directamente del ruso por Augusto Vidal Roget, como el Diccionario de Filosofía -soviético- (1984; pág. 401), traducido del ruso por O. Razinkov, destacan que los creadores/promotores de esta doctrina (Cohen, Paul Natorp, Rudolf Stammler, Karl Voränder, entre otros) rechazaron la filosofía marxista y, basándose en la filosofía moral de Kant, conjugaron “el socialismo científico con la filosofía moral kantiana” pretendiendo una “transformación socialista de la sociedad mediante la teoría kantiana” abandonando la “lucha de clases”, “revolución social”, “la dictadura del proletariado”, entre otros conceptos del marxismo, por “la idea del perfeccionamiento moral paulatino de la humanidad”. Estas ideas pasarían al primer plano, lo que llevaría a que, en la práctica, las tesis del Socialismo ético equivaldrían “a la renuncia de la lucha por el socialismo”; esta concepción del Socialismo es puramente moral.

[2] Mateo 7:18 -Traducción Reina-Valera (1960)-. En otras palabras, un árbol bueno da frutos excelentes, pero un árbol podrido da malos frutos; todo árbol se conoce por sus frutos, un cactus es distinguible de un manzano, el primero produce espinas, el segundo manzanas; si alguien le dice que “una cactácea puede producir manzanas” lo más probable es que usted le adjudique algún tipo de problema mental; del mismo modo, si el fundamento de un sistema que pretende ordenar a la sociedad es deplorable, es de esperar que su práctica sea un desastre –y lo mismo ocurre en caso contrario–.

[3] Es como cuando un entrenador de perros, o cualquier otro animal, lo adiestra para que cumpla determinados comportamientos. Cuando se le está educando, el animal es producto de maltratos físicos hasta que logra accionar de manera automática a las voces que se le dirigen. Este es el fin del Socialismo, para esta ideología el human es un animal, una bestia no pensante llevada por sus impulsos egoístas totalmente negativos inclinada hacia el mal, que necesita ser “adiestrado”, sin importar si en el proceso este reciba maltratos de todo tipo.

[4] La teoría generalmente aceptada indica que los impuestos son la cantidad de dinero que se le paga (adeuda) al sector público (Estado). Este concepto hasta hace ver los impuestos como una “deuda”, cuando en realidad es todo menos deuda; lo que está pasando es que el Estado le quita, de forma coercitiva, a las personas parte del fruto de su trabajo, es el gobierno el que “ordena” que se pague, por lo que, en el campo ético-moral, la esencia de los impuestos es quitar a otro, constituye un “robo”. Ahora bien, piense en esto, si de por si los impuestos están mal y, a pesar de ello, la sociedad tiene que soportarlos, imagine que estos tengan que ser desiguales, es decir, que no se aplique la misma ley de carga impositiva a todas las personas por igual (castigando a unos más que a otros). Es más inmoral todavía. Si desea profundizar en el origen de los impuestos y sus consecuencias sociales, consulte los libros de Charles Adams titulados “Fight, Flight, Fraud: The Story of Taxation” (Lucha, Escape, Frauda: La Historia de los Impuestos) -1982- y “For Good and Evil: The Impact of Taxes on the Course of Civilization” (Por Bien y Por Mal: El Impacto de los Impuestos en el Curso de la Civilización) -1992-; si bien el segundo es más completo, recomiendo también la primera publicación por ser una joya informativa y una excelente referencia bibliográfica.

[5] Más que “estado de bienestar” esto es un “estado de malestar, tristeza y pobreza”, expresión más coherente con la naturaleza del mismo y la realidad.

[6] El mercado somos todos, es una realidad social, es el producto de las millones y millones de interacciones humanas. Este no es un actor, no acciona, como si lo es y hace el Estado, en la vida en sociedad, es más bien el espacio en donde las personas interactúan e intercambian aquello que les pertenece. En suma, el mercado es la máxima expresión de una sociedad libre en donde sus integrantes intercambian voluntariamente los títulos de propiedad según sus gustos y necesidades. Como tal, no tiene fallas, como algunos tienden a decir, sino que más bien es el escenario donde se permite aprehender de alguna manera la descoordinación entre actores sociales y junto con ello dando paso a la posibilidad de corregir dicha descoordinación.

[7] El ver la igualdad como un “hecho” ha causado males extraordinarios a la humanidad. La igualdad social pretendida por el Socialismo es diametralmente opuesta a la realidad. Esta desatinada comprensión de la sociedad socava la verdadera igualdad de la que disfruta el human desde su nacimiento, a saber, la igualdad en tanto condición humana y, en una realidad social, por extensión, una igualdad de derechos, una igualdad que es inalienable e imprescriptible —verdadera igualdad que, por cierto, el Socialismo se encarga de atacar sistemáticamente—. Fuera de eso, todos somos inevitablemente diferentes, la variedad que se monta encima de la naturaleza humana es ilimitada, somos desiguales y, por tanto, las decisiones y las acciones realizadas por un individuo serán potencialmente distintas y manifestarán potencialmente resultados distintos, dependiendo de quién las realice y cuando las realice, porque, de hecho, también influyen las circunstancias o el contexto.

[8] Tengo mis reservas y creo que puede haber “una visión libertaria sobre el bien común”, pero eso para otro día. Por ahora, suficiente con decir que hay apreciaciones intersubjetivas sobre cosas o acciones que llevan a que más o menos las personas amolden su conducta en ello —de allí las instituciones sociales—.

[9] No es de extrañar entonces el débil estado en el que descalza la “solidaridad” y, en suma, todos los valores de las sociedades que viven en Socialismo. Gracias al ataque sistemático por parte del sistema, que busca modificar la conducta de los individuos para adaptarlos a sus preceptos, la moral humana se ve pervertida. Al ser el Estado quien dicta órdenes, reglamentos y mandatos coactivos que definen cuál ha de ser el contenido concreto del comportamiento de cada individuo, modificando de esta manera la personalidad, mientras la aleja de su esencia en tanto human, estos pierden costumbres y respetan cada vez menos las normas tradicionales de conducta. Es decir, se pierden los valores humanos. En consecuencia, el conjunto de valores —amor, solidaridad, respeto, entre muchos otros—, que por naturaleza las personas manifestaban, desaparecen. Convirtiéndose esto en una excusa para que el Socialismo se siga extendiendo y desarrollando, por lo que se entra en una espiral descendente de decadencia de la moral y el “ser” human y una ascendente del poder centralizado director de la vida del human, ahora más cercano a un animal —que en buen grado entra en el concepto de “irracional, no pensante”—.

[10] El derecho —real— es una institución evolutiva que surge de las interacciones humanas; es decir, gracias a la información que surge de manera espontánea de la misma convivencia social, que está constituida por un número elevado de autores que, a su vez, son dueños de una información que es tacita e inarticulable, surgen leyes —no creadas por alguien en específico— que crean hábitos de conducta en los individuos. Estas leyes materiales son generales puesto que se aplican a toda la sociedad por igual y son abstractas porque no supone resultados concretos del proceso social —acciones del individuo en sociedad e información que esto genera—, sino que sólo establece un marco de actuación para el individuo. En otras palabras, la ley/norma no es arbitraria, sino una disposición consubstancial a las acciones que realizan los individuos; esto es, que la condición natural, necesaria, de la inmanencia de la ley/norma son las relaciones entre las personas; estas vienen contenidas en la misma acción humana y crean hábitos de conducta. Todo de forma espontánea. Si desea profundizar en el origen y concepto del derecho, consulte “Derecho, Legislación y Libertad” (2006) de Friedrich Hayek, allí el autor marca la diferencia entre las normas consuetudinarias y las normas elaboradas e impuestas por el legislador de turno al decir que las primeras “derivan de las condiciones de un orden espontáneo que nadie ha creado, mientras que las segundas se proponen deliberadamente la creación de una organización orientada a alcanzar determinados objetivos” (pág. 153-154); los reglamentos que tienen origen en una legislación (“orden construido”) que pretenden ordenar la sociedad constituye una perversión de la idea de derecho. También, en “La teoría evolutiva de las instituciones”, César Martínez Meseguer hace un recorrido por la historia, partiendo desde Grecia, pasando por China, la edad media, el empirismo inglés, entre otras etapas temporales, en donde muestra cómo concurridamente se comenzó a pervertir el “orden espontaneo” por un conjunto de órdenes de pensadores que desconocían el constructo y/o proceso social. En la parte II de la obra (La Metodología de la Escuela Austriaca), el autor analiza el papel que juega en la sociedad las relaciones de intercambio; a saber, que cuando los individuos toman conciencia de que pueden lograr sus objetivos si intercambian medios, movidos por su empresarialidad innata que les lleva a que, por lo menos, uno tome la iniciativa, entonces surge el intercambio. Esta es la base de las instituciones sociales, entre las que se encuentra el derecho.

[11] De aquí es que surge la corrupción como problema social, por cierto. Al respecto, ver: Roymer Rivas. 2023. El cáncer de la corrupción: una consecuencia de las restricciones a la libre acción humana. Publicado en ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/el-cancer-de-la-corrupcion-una-consecuencia-de-las-restricciones-a-la-libre-accion-humana/ (Consultado 23 de noviembre de 2023). Me cito a mí mismo por considerar que trato el tema de forma sencilla y porque en dicho texto están las citas a los autores correspondientes de donde extraigo la idea.

[12] Si las normas y/o leyes son materiales, generales y abstractas, entonces la justicia es la aplicación por igual de estas normas; este, y no otro, es el verdadero concepto de “justicia”. En la misma línea, retomando la idea principal de la nota anterior (7), a modo de énfasis considero destacable las palabras de Axel Capriles en su libro titulado “La picardía del venezolano o el triunfo del Tío Conejo” en donde escribe, basándose en Michel Foucault, que “la norma no es algo exterior ni independiente de su contenido, es una acción que se desarrolla desde el interior mismo de las cosas. Las disciplinas crean la sociedad, pero la sociedad disciplinaria no doblega a sus sujetos por medio de un código de leyes, sino que exterioriza un dominio de subjetividad inclinado a la acción normalizada. La norma es, así, el soporte de un lenguaje común, un principio de comparación, el piso de una medida colectiva indispensable para la referencia del grupo a sí mismo. Define las experiencias posibles. Su discurso es prescriptivo. Antes de prohibirnos o castigarnos, nos hace desear lo que debemos hacer. Es la internalización de la sociedad en nosotros mismos” (subtitulo “El Caudillo Sagaz”, capitulo VIII titulado “el pícaro en Venezuela: el individualismo anárquico”, párr. 5). Esto es el verdadero derecho, la ley/norma inherente a la acción humana surgida de, por y para las actuaciones de las personas. Ahora bien, como el Socialismo tiene una visión positiva del derecho, vacía el contenido del mismo, por lo que, entonces, es de esperar que la justicia aplicada en el sistema sea una aberración.

[13] Se fijan solo en el hecho de “tal persona acumula mucha riqueza y esta otra no”. Esta miope estimación deja de lado el cómo la persona obtuvo la riqueza que acumula y por qué el otro no obtiene tal riqueza; cuales son las diferentes acciones que están realizando estas personas que llevan a que obtengan resultados distintos; si en todo este proceso el primero beneficia o no a la sociedad con el medio por el cual obtuvo y mantiene su riqueza y si el segundo es de los beneficiados por este medio de creación y mantención de riqueza del primero; además, si todas las acciones que llevaron a que el primero tenga tal riqueza y el segundo no fueron realizadas de manera voluntaria —voluntariedad que surge del hecho de que el primero hace algo que beneficia al segundo, por lo que, en realidad, todos salen ganando—.

[14] Muchos atribuyen que la expresión “termino comadreja” deriva de versos de conocidas obras “Henry V” y “As You Like It” de Williams Shakespeare. En “As you like it” (Acto II, Escena V, 11, en The Riverside Shakespeare, Houghton Mifflin, Boston 1974, p. 379) el verso dice “I can suck melancholy out of a song, as a weasel sucks eggs”. Pero la expresión aparece por primera vez en una publicación de The Century Magazine del año 1900 que mostraba el cuento de Stewart Chaplin titulado “Stained Glass Political Platform”. En esta publicación se dice que estas palabras “absorben toda la vida de las palabras a su lado, así como una comadreja chupa un huevo y deja la cáscara. Si después pesas el huevo, es tan ligero como una pluma, y no te llena mucho cuando tienes hambre, pero una canasta de ellos sería un gran espectáculo y engañaría a los desprevenidos…” (pág. 235); Theodore Roosevelt, quien popularizo el termino, le atribuyo la expresión a Dave, el hermano mayor de su amigo William Sewall, pero Herbert M. Lloyd, en una carta dirigida a New York Times, explica que el verdadero origen del término popularizado por el Coronel Roosevelt es del cuento publicado por la revista Century ya mencionada. Se puede leer el texto original (carta de M. Lloyd) en los archivos de The New York Times con fecha de 3 de junio de 1916 (pág. 12). Ahora bien, el origen más remoto de la etimología la encontramos en el poema “Metamorfosis” del poeta romano Publio Ovidio Nasón; en esta obra se describe como Galanthis, sirvienta de Alcmene, al fijarse que Lucina, la diosa del parto, que está afuera de la habitación intentando prevenir el nacimiento de Hércules, sale a decir que el nacimiento ha sido un éxito; al escuchar esto, con mucho temor, viéndose fracasada, cede en su intento por prevenir el parto, lo que permite que nazca el bebe; Galanthis procede a burlarse de Lucena y, sintiéndose engañada su divinidad, ésta la arrastra por los cabellos y la convierte en una comadreja. En la traducción al español de Ana Peréz Vega, Ovidio escribe “puesto que con mentirosa boca ayudó a una parturienta, por la boca pare y nuestras casas, como también antes, frecuenta” (pág. 151). Todo indica que los términos comadreja denotan engaño. Entre las palabras comadreja usadas por los socialistas tenemos: popular, orgánica, neoliberalismo y social. Ahora bien, si desea profundizar sobre este tema, invito a consultar el Capítulo VII titulado “Nuestro envenenado lenguaje” del libro de Friedrich Hayek “La fatal arrogancia” (pág. 173); este es el título del último libro escrito por Hayek y fue publicado originalmente en Estados Unidos en ingles en el año 1988 bajo el título “The Fatal Conceit: The Errors of Socialism”. Actualmente se puede encontrar la obra en español en Unión Editorial.

[15] Gehena es la forma griega del hebreo “Gueh Hin-nóm” (Valle de Hinón). El Valle de Hinóm está situado al Sur/Sur-Oeste de Jerusalén y actualmente recibe el nombre de “Wadi er-Rabadi”. Fue en esta tierra que los reyes de Judá, Acaz y Manasés, practicaron idolatría, que muchas veces incluía sacrificios humanos (2 Crónicas 28:1, 3; 33:1, 6; Jeremías 7:31, 32; 32: 35). Este valle fue contaminado por el Rey Josías para evitar que estas actividades, que constituían un insulto directo para Dios, ocurrieran nuevamente. En consecuencia, con el tiempo el valle quedo reducido a un lugar en donde se depositaban los desechos y los cadáveres de personas que no tenían el favor de Dios; esta basura y los cadáveres eran consumidos por el fuego que, quizás, se avivaba con azufre para que no se apagara. Además, lo que el fuego no consumía, seria consumido por los gusanos o cresas que allí se criaran. Puede consultar el significado y simbolismo del término en el libro editado por la Watch Tower Bible And Tract Society of New York titulado “Perspicacia para comprender las escrituras las escrituras” (v.1., pág. 999). En efecto, esto es lo que significa “una sociedad más libre, justa e igualitaria” para el Socialismo; libre de ser human, la justicia es como el fuego y los gusanos que consumen todo a su paso y la igualdad de hecho es mostrada en su máxima expresión: todos muertos, sin existencia alguna y sin esperanza de existir en el futuro.

[16] Consulte la obra ya citada de Friedrich Hayek, “La Fatal Arrogancia”, en su Capitulo I.

A propósito del triunfo de Javier Milei en Argentina: una reflexión para América Latina

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Este 19 de noviembre Javier Milei ganó el balotaje que lo llevará a la presidencia de Argentina el próximo 10 de diciembre de 2023, marcando un hito en distintos puntos, tanto en la forma como llegó a introducirse en la vida política del país, como en el modo en que se hizo con el apoyo popular. Milei es el primer autodenominado “libertario” que ha alcanzado la presidencia de un país y en su marco filosófico promovió ideas que todavía en América Latina para algunos parece ser tabú y crea un rechazo cuasi-místico de forma similar a cuando nombran al Maligno a un fanático religioso.

En este escenario, dado el espectro ideológico de Javier Milei, se dan tres apreciaciones: (i) algunos lo critican desde un aparente purismo que, desde mi percepción, son peores que aquello que dicen criticar —sin fundamento, vale decir—; (ii) algunos lo critican con fundamento, y eso es bueno; empero, (iii) son muchos los que se emocionan por su triunfo, pues se presenta como todo lo opuesto al camino que durante años recorrió Argentina y, por tanto, la esperanza de un cambio para bien. Pero —¡Jay!— vaya que hay que tener cuidado con esto último, porque las probabilidades de desilusión son igual de altas que de celebración —o por lo menos así se me presentan las cosas—.

Este es el caso porque siento que están tendiendo a creer que Javier Milei alcanzó la presidencia porque “las ideas de la libertad” han calado en una buena parte de la población, y nada más alejado de la realidad; es mayor el descontento a “la casta política” que el amor a “la libertad”, y los resultados de tales convicciones no necesariamente son lo mismo. Es un arma de doble filo.

En definitiva, tal y como se vienen dando las cosas, aparentemente América Latina está cambiando para escenarios menos malos. Suficiente con ver los cambios históricos, donde se han reemplazado dictaduras militares por gobiernos civiles, donde el pragmatismo democrático ha marcado la mayoría de las decisiones políticas, donde se han dejado de lado las revoluciones. No obstante, como bien resalta Mario Vargas Llosa en su presentación a la obra “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, esto ha sucedido “a tropezones y porrazos”, “como a regañadientes”, lo que significa “sin convicción”, porque ésa “es la moda y no hay otro remedio”[1].

Esto es precisamente lo que creo que pasa en Argentina y en Latinoamérica entera, vislumbrando cambios de gobiernos tendientes más a la “derecha” que a la “izquierda”. No están ganando “las ideas de la libertad”, esta ganando un personaje que dice defender esas ideas y, como tal, puede hacerlo o no. Pero, además, está ganando un personaje que, independientemente de sus ideas, funge como deposito del hastío de una sociedad en contra de sus gobernantes. Por ello, invito a todos los liberales a tener cuidado con las palabras que usan para referirse a la nueva administración argentina, porque en el futuro puede jugarle en contra.

Incluso si Javier Milei logra llevar a cabo medidas liberales —que es donde podemos decir con reservas que “ha ganado la libertad”—, unas reformas que no se sostienen en convicciones de los miembros de la sociedad a quien se dirige —algunos rezongando incluso entre dientes contra ellas—, pueden estar condenadas al fracaso y no dar los frutos esperados.

Está bien, nosotros defendemos el libre mercado, el respeto al proyecto de vida ajeno, en suma, la libertad, la vida y la propiedad —hay que ver qué significa eso para cada quien también—, y todo lo que se enmarque allí es bienvenido y celebrado, pero si en una sociedad no hay ideas claras, unas convicciones que den vida a las reformas necesarias para apuntalar a la misma, lamentablemente, y contra nuestras preferencias, eso terminará en fracaso. Con esto en mente, hay que comprender que Milei no la tiene fácil y es muy pronto para celebrar.

Una de las grandes paradojas de las sociedades actuales es que, cuando comienzan a haber cambios y reformas gubernamentales en busca de la libertad y la prosperidad que le acompaña, la vida intelectual —remarco, esas convicciones que dirigen a la masa, muchas veces anónima, amorfa y moldeable—, “sigue en gran parte estancada, ciega y sorda a los grandes cambios que ha experimentado la historia del mundo, inmutable en su rutina, sus mitos, y sus convenciones”[2], desembocando en retornos a la barbarie. Y lo que es peor, achacando la culpa de ese retorno al cambio.

Antes dije que una vez se lleven a cabo las políticas que respeten más la propiedad y libertad de cada persona es cuando podemos decir “con reservas” que “ha ganado la libertad”, la razón es que la verdadera victoria de la libertad está definida por una sociedad convencida de lo que pide, dispuesta a afrontar todas las vicisitudes que eso representa —porque una sociedad libre no es una utopía libre de conflictos, como algunos liberales parecen pregonar—, que sirva de sostén y marco para lo que se vaya a construir desde los gobiernos, todo lo que se quede en el camino es una victoria a medias —si acaso puede considerarse eso una victoria—.

La reflexión para los ciudadanos es tácita: hay que saber qué diablos es lo que se pide o se defiende y ver el panorama completo para un análisis más certero de los acontecimientos; y a los liberales, que no se deje llevar por la emoción, que después de tantos fracasos en la política y promoción de las ideas no vaya a ser que cualquier cosa se le presente como un triunfo e ignore por completo las probabilidades de fracaso; los buenos liberales no somos seguidores de masas, somos mejor que eso; más sensato es quedarse a la expectativa de lo que suceda de aquí en adelante en Argentina, la emoción tiende a no ser el mejor concejero y guía cuando se piensa y actúa.


[1] Plinio A. Mendoza, et al. 1997. Manual del perfecto idiota latinoamericano. Publicado por Editorial Plaza and James. Sección: presentación de Mario Vargas Llosa, párr. 12, 13.

[2] Ibídem.

En la mira: Ah bueno pues, El Esequibo es de Venezuela y Miraflores de Cuba

Por Ricardo Guanipa d’Erizans.

Definitivamente, tanto los militares chavistas como los miembros del PSUV son una parranda de esquizofrénicos; por ahí andan dando pena rotulando los carros con la frase “El Esequibo es de Venezuela”, cuando desde hace 20 años los venezolanos perdimos lo mas sagrado que es la Republica por culpa de esa comparsa de vagos milicos chavistas que regalaron nuestra soberanía a los cubanos, incluyendo la presidencia que hoy ocupa el cargo un narcotraficante fugitivo de la DEA que ni nació en Venezuela, de nombre Nicolás Maduro, alias Maburro o Toripollo, cuerpo de toro y cerebro de pollo.

De que nacionalismo hablan esos militares chavistas mediocres que no permiten que los venezolanos protesten a las afueras del Palacio de Miraflores porque es considerada zona restringida de seguridad, en que país democrático del mundo la sede de la presidencia es declarada zona prohibida para los ciudadanos, esas locuras las hacen solo los esquizofrénicos militares chavistas.

Retomando el tema del referéndum, los artistas del desastre incluyeron cinco preguntas para que las focas digan si a todo, pero ese no es problema, el problema recae en aquellos que son blancos por fuera y rojos por dentro, como Antonio Ecarri y otros bandoleros que están haciendo un llamado para que los ciudadanos salgan a votar el 3 de diciembre y así el cleptómano de Elvis Amoroso les pueda robar su identidad en el CNE.

Pero también hay algo que me llamó la atencion en el discurso de la mitómana de Delcy Rodríguez en la ONU, que el régimen acatará la decisión del pueblo, es decir, para nadie es un secreto que la obtención del 3 de diciembre será rotunda y se debe a que los venezolanos repudiamos y estamos asqueados de los militares chavistas y de todos los parásitos socialistas, pero la malvada Delcy tiene su plan, recuerden que la venganza se sirve en plato frio, basada en la respuesta de los ciudadanos que quedarse en casa el 3 de diciembre los hermanos perversos dirán que la oposición venezolana no le interesa el Esequibo y le darán a Guyana legitimidad territorial dela zona en reclamación quedando excelentemente bien con los grupos terroristas islámicos y con el propio gobierno musulmán guyanés, mientras desatan una campaña de desprestigio en contra del pueblo  que no respalda la cleptocracia revolucionarias. El discurso será que somos los culpables de haber perdido el Esequibo, cuando en realidad fueron Chávez y Maduro quienes firmaron acuerdos para regalar el territorio venezolano.

¿Ustedes de verdad creen que a los chavistas les duele Venezuela? Claro que no, ellos entregaron nuestra soberanía a Cuba mientras los vagos militares chavistas, que para lo único que sirven es para matraquear y traficar drogas, entregaron información clasificada militar venezolana a gobiernos de China, Rusia, Cuba, Guyana, Irán, Bielorrusia, simplemente porque son unos vende patria sin moral ni escrúpulos.

Sin embargo, el régimen cívico militar cleptómano del fugitivo Nicolás Maduro ya sabe que los venezolanos no saldrán a votar el próximo 3 de diciembre, prueba de ellos por la ausencia de personas el pasado fin de semana en el simulacro de la payasada chavista sobre el Esequibo.

Pero ¿En que cabeza cabe que la soberanía se consulta? La soberanía se ejerce como la hizo ejercer el presidente Lusinchi cuando la Corbeta Caldas de la marina de guerra colombiana incursiono en aguas territoriales venezolanas reclamando arbitrariamente la soberanía del archipiélago los Monjes el 9 de agosto de 1987, la respuesta del presidente de Venezuela fue una inmediata movilización a la zona de buques de guerra con capacidad de fuego de torpedos y activación inmediata de la fuerza aérea con sus F-16 para bombardear lugares estratégicos de Colombia.

El presidente Lusinchi no salió con una babosada de hacer referéndum para defender la territorialidad de Venezuela, solamente estableció una hora cero a Colombia para que abandonaran las aguas de Venezuela, de lo contrario el Caldas sería hundido por la Armada venezolana.

Esa firmeza del presidente Lusinchi acompañado del comandante general del Ejercito Ítalo del Valle Alliegro, obligo al presidente de Colombia Virgilio Barco a ordenar el retiro del Caldas y poner fin a una crisis que estuvo a punto de terminar guerra.

Trágica diferencia: tiranía venezolana vs democracia

Por Antonio Semprún, coronel de la Guardia Nacional.

En la Venezuela depauperada de hoy, debido al saqueo del que ha sido víctima a manos de la organización criminal que encabeza Nicolas Maduro, los hechos cuadran con lo que se lee en el diccionario sobre el significado de tiranía y muestra una obscena y brutal diferencia con el significado de democracia.

En un país donde se vive en democracia, su gente no hace kilométricas colas para cargar 40 litros de gasolina, ni enfrenta el abuso que impone un cono rojo de tránsito que un funcionario de la tiranía coloca arbitrariamente cuando le provoca para determinar cuál será el último carro al que se le proveerá el preciado combustible.

En un país donde se vive en democracia las cárceles son lugares de reclusión para delincuentes, no para presos políticos; en un país donde se vive en democracia el poder se ejerce de manera alternativa por ciudadanos que respetan el ordenamiento jurídico y no se manipulan resultados, ni se ejecutan acciones ilegales para mantenerse en el poder a cualquier costo.

En un país donde se vive en democracia su población tiene el derecho de elegir lo que come y lo que bebe, y no esperar que le llegue a la casa una caja de comida descompuesta y de mala calidad; en un país donde se vive en democracia la justicia internacional no ofrece recompensas de millones de dólares por la cabeza de quienes detentan el poder.

En un país donde se vive en democracia sus ciudadanos ven recompensado su trabajo con sueldos dignos y quienes han trabajado toda su vida pueden disfrutar de un merecido y cómodo retiro; en un país donde se vive en democracia sus ciudadanos no emigran en masa en busca de mejor calidad de vida; en un país donde se vive en democracia las fortunas se forjan con trabajo arduo, constante y no de manera meteórica sin trabajar.

En un país donde se vive en democracia sus ciudadanos cuentan con la seguridad de hospitales bien dotados y la tranquilidad de disfrutar de eficientes servicios; en un pais donde se vive en democracia su soberanía se defiende y se ejerce, no se le entrega a delincuentes, ni se somete a votación;
en un país donde se vive en democracia no se obliga a su población a firmar un documento como excusa para “defender” un territorio que se entregó por conveniencia política.

En esa diferencia trágica las tiranías esgrimen el contenido del manoseado Principio de Autodeterminación de los pueblos, “Decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad”, letra muerta en Venezuela.

El citado principio es el anillo que calza de manera perfecta en un dedo izquierdo o derecho y en el que se escudan las tiranías para lavarse las manos ante los crímenes que comete contra un país y su población, Venezuela vive en tiranía, una organización criminal la tiene secuestrada y comete sus tropelías ante los ojos del mundo.

Sobre la confusión entre las ideas de “Estado” y “Gobierno”

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Cuando hablamos de “Estado” las personas tienden a relacionarlo como un sinónimo de “Gobierno”, sin embargo, esto es un grave error, pues, estrictamente hablando, “Estado” no es más que una forma de “gobierno”. Es importante hacer la separación de los conceptos, porque normalmente cuando los anarquistas defienden una sociedad sin Estado, tienden a ser malinterpretados por sus oyentes, quienes se alarman y creen que se está hablando de una sociedad sin ningún tipo de control social[1].

En un texto anterior ya he explicado que cuando hablamos de ‘Estado‘ nos estamos refiriendo a una persona o grupo de personas “que tienen una posición de poder por encima de todos los demás”[2]. Además, aclaré que el Estado en sí mismo no es un ser con personalidad propia, por lo que no es un ser racional, sino que “es una entidad conformada por personas que están organizadas jerárquicamente y que tienen la condición de mandar a otros”[3]. También, que se sostiene gracias a la coacción, por lo que la definición más atinada de la entidad es que “es un tipo de gobierno de coacción ilegitima de humano sobre humano”[4] y que, en su etapa más avanzada, que es lo que estamos viviendo hoy, es un tipo de gobierno donde todas las instituciones permiten o avalan que un grupo de humanos someta a otros sistemática e institucionalmente[5].

Note que aquí estoy diciendo dos cosas extremadamente importantes y sustanciosas en una corta expresión: (i) tipo de gobierno (ii) de coacción ilegitima; de lo cual se infiere que puede haber otros tipos de gobierno donde la coacción sea legítima. Empero, para llegar a ello es necesario comenzar desde el desde el principio, definiendo correctamente el término “Gobierno”.

Sobre el Gobierno

En principio, ‘Gobierno‘ deriva del verbo en latín ‘gubernare’ —gobernar—, que en un inicio significaba “pilotar o dirigir el barco”, cosa que más tarde se extrapolaría para formar la idea de que “gobierno” es la acción y efecto de “dirigir el Estado”. Viéndolo así, que es como se ve comúnmente, dado que siempre se enseña —y es como aparece en los diccionarios— que el Estado surge de alguna forma como la conjunción de los conceptos de “Nación, territorio y gobierno”, se pensaría que no puede haber gobierno sin Estado, pero el punto es que tal concepción es un error, pues ese “dirigir el barco” también puede ser un “Gubernare Societat”, es decir, “dirigir o guiar la sociedad”, sin necesidad de un Estado de por medio. Para gobernar no se necesita del Estado, lo que se necesita es autoridad, y eso fácilmente pueden tenerla las instituciones sociales que surgen espontáneamente a través de un periodo evolutivo muy dilatado de tiempo y luego pueden ser —o no— administrada por seres humanos[6], o los mismos seres humanos que se ganan la autoridad para dirigir a otros.

Este punto es clave, porque se tiene que el gobierno es anterior al Estado y emana del mismo proceso social que tiende a la civilización, y si tenemos en cuenta que el Estado descansa por encima de las sociedades, a quienes dirige, necesitando además de la concentración territorial y de la capacidad para concentrar la administración de las diferentes acciones o funciones de la vida de y en las sociedades, ejerciendo poder cuasi-absoluto sobre ella, entonces, de hecho, la idea de Gobierno y la idea de Estado son mutuamente excluyentes. El Estado se encuentra por encima de la sociedad, el Gobierno emana de ella y se sostiene a través de mecanismos que el mismo proceso social establece, por lo que no está por encima, sino sumergida en ella; el Estado sigue sus propios mecanismos y establece sus propias reglas para mantenerse, el Gobierno sigue los mecanismos y reglas del proceso social.

Sobre el Estado, la Sociedad y los Gobiernos

Sin embargo, para no ser tan intenso y más o menos amoldarme a los conceptos de hoy sobre los términos, es suficiente con establecer que un orden social dirigido por un Estado es solo un tipo de gobierno, no el único[7]. Por ello, la discusión dejaría de ser si debe haber gobierno o no, para pasar a ser: (A) ¿Cuál es el mejor tipo de gobierno? Y (B) ¿Es legítimo ese gobierno? Como buen anarquista, defenderé que el mejor tipo de gobierno es aquel que surge de los mismos mecanismos que brinda el mercado, sostenido en acciones y acuerdos voluntarios, con dinámicas de poder fundamentadas en el respeto, y no uno que se basa en el saqueo y cuyo único sostén sea la violencia —como lo es el Estado—.

Ahora bien, esto no quiere decir que en una sociedad “anárquica” con gobierno no vaya a existir ningún tipo de coacción, pues el gobierno también significa administración de la ley, lo cual incluye sanciones para quien no se amolde a ella. Por ejemplo, salvo casos excepcionales, alguien que atente contra la propiedad ajena puede y debe ser coactado para evitar el delito o saldarlo. Con esto queda aclarado que sí hay, y debe haber, gobiernos donde se aplique coacción legitima. —Por cierto, la traducción literal de “an-arkhia” es “sin mandato; sin poder de los medios políticos, para usar la expresión de Franz Oppenheimer; digámoslo ya, significa sin poder del estatal; no “caos”.—

Ejemplos de gobierno sin Estado sobran: cuando el condominio elige a sus líderes; cuando se crean grupos de trabajo en los espacios académicos; cuando un grupo de amigos decide emprender un viaje y entre ellos se encuentra un líder a quien todos siguen por voluntad propia; cuando los padres guían a sus hijos; etc. En contraste, ejemplos de gobierno estatal solo encontraremos dos: el legal y el ilegal; el legal es el Estado-Nación que todos conocemos con sus seudo-instituciones; el ilegal son los grupos delincuenciales armados que someten a otros; aunque al final ambos funcionan como una mafia y son igual de ilegitimo[8][*].


[1] Tengo claro que sí hay anarquistas que de forma insensata hablan de una sociedad “sin gobierno” o “sin ningún tipo de control”, al estilo de una sociedad sin ley, pero estas concepciones son minoría y provienen de personas que no tienen ni la más mínima idea de lo que defienden, mucho menos del proceso social. Por tanto, la defensa que aquí haré del término “anarquía” es una con sentido, sensata, no utópica, en referencia a una sociedad sin Estado, pero sí con Gobierno.

[2] Roymer Rivas. 2023. Estado, gobierno, Dios y orden social. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/estado-gobierno-dios-y-orden-social/ (Consultado el 30 de octubre de 2023). Sección: “El Estado, lo que no es”, párr. 1, 2.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem., sección: “El Estado definido”, párr. 4.

[5] Ibídem., párr. 6., y sección: “El Estado en el presente”.

[6] Roymer Rivas. 2023. El cáncer de la corrupción: una consecuencia de las restricciones a la libre acción humana. Publicado en ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/el-cancer-de-la-corrupcion-una-consecuencia-de-las-restricciones-a-la-libre-accion-humana/ (Consultado 01 de noviembre de 2023). Me cito a mí mismo por considerar que trato el tema de forma sencilla y porque en dicho texto están las citas a los autores correspondientes de donde extraigo la idea.

[7] Por lo que ya expresé, siendo estrictos, Gobierno y Estado no pueden ir de la mano, pero comprender esto a cabalidad requiere de una explicación más exhaustiva que aquí no puedo permitirme. Me es suficiente con que el lector comprenda que la idea de “Gobierno” puede estar separado de la idea de “Estado”. Ahora, si desea profundizar en el tema, invito a leer la obra de Piotr Kropotkin titulada “El apoyo mutuo”, publicada por primera vez en 1902 —aunque advierto que debe leerse con pinzas—.

[8] En este punto caeríamos en una discusión de la legitimidad y su significado, pero eso para otro día. Invito al lector a leer las siguientes obras: “El problema de la autoridad política” (Michael Huemer); “La libertad y la ley” (Bruno Leoni); “Socialismo, calculo económico y función empresarial” (Jesús Huerta de Soto) y “Una teoría evolutiva de las instituciones” (Cesar Martínez Meseguer) —por solo mencionar algunos—; para que, por un lado, comprenda que no puede juzgarse como legitimo o no legitimo algo en función del actor que lleve a cabo la acción juzgada —Huemer— y, por el otro, que legitimidad va de la mano con el concepto de “Ley” y que éste último solo cobra valor y sentido en tanto y en cuanto surge de forma espontánea en sociedad y no porque alguien la ha creado deliberadamente —demás autores—.

[*] Este artículo fue publicado también en el portal de «La Ventana Rota». Puede acceder al mismo presionando aquí.

El Esequibo ¿Qué perdemos?

Por Leroy Garrett.

Mientras los venezolanos asumamos nuestros problemas como internos, en vez de entrar en el cuadrante de una lucha de liberación nacional en contra de un invasor, no habrán salidas ni reales ni hipotéticas que valgan.

Esta nota no se va a desgastar en el tránsito de estaciones dolientes que han sido nuestras reclamaciones territoriales sobre el Esequibo, no vienen de la derrota ante Albión ante el Laudo de Paris, vienen de antes inclusive desde la conquista, puesto que el territorio fue apetito dentro de la expansión territorial holandesa en el caribe durante el final de los 1500’s, luego se reafirman como parte de la Capitanía General de Venezuela durante el reino de Carlos III, y en lo concerniente a la toma a la fuerza del Reino Unido, con todo y las reclamaciones de Bolívar —y sucesores— ante el evento, nada podía imponer el deudor de dinero y pertrechos a Inglaterra, además de haber recibido en adición una formidable fuerza militar expedicionaria, curtida en las guerras napoleónicas, que triunfa en Carabobo y rinde al resto de las ex colonias del Sur, a las aspiraciones Mirandinas retocadas y ahora buscadas por Bolívar.

No, no fueron los lanceros de Páez quienes hicieron el prodigio de Carabobo, sino el valor, mística y mérito de los húsares de su Majestad Británica.

El Esequibo fue la prenda ejecutada por los británicos para cobrarse los intereses de la deuda que luego compulsivamente se le cobra a Castro, no permitiendo la primera administración Roosevelt el desembarco material de las potencias europeas en 1902, pero si el embargo de nuestras aduanas, hasta que Gómez paga todo lo adeudado por virtud de la aparición del petróleo —sí, siempre el petróleo—.

Caldera, ese líder democratacristiano cuya inveterada conducta gatopardiana tanto daño hizo a los venezolanos del siglo XX y XXI, acuerda durante su primer gobierno un “diferimiento razonable” del acuerdo de Ginebra, y con ello prácticamente suspender la reclamación en pro de un acuerdo que nunca se logró y, por el contrario, ha venido agregando presión diplomática y frustraciones a las partes en más de medio siglo.

Pero, de vuelta al presente ¿Qué está ocurriendo?

Desde la década de los 2010s, ExxonMobil, la más grande compañía petrolera privada del mundo, sí, esa que fue expulsada por los delirios cardenistas de Chávez una década atrás (2000) comienza una agresiva campaña exploradora en las aguas territoriales del Esequibo y ha conseguido una cantidad de reservas que harían del potencial económico de Guyana algo solo comparable con las reservas más grande el mundo —es decir nosotros—, y eso despierta la avaricia de la Habana y sus secuaces chavistas; recordemos que la dictadura Castrista es versada en el juego geopolítico, estuvo en el centro de la crisis de los misiles en los 60’s, participo en las guerras tribales africanas de los 70s y 80s e inclusive hoy manda jóvenes a morir en Ucrania para complacer a su aliado Putin.

Desde entonces, los 2010s y en adelante, la Venezuela castro-chavista ha venido patrullando el mar territorial, ha venido sobrevolando asentamientos guyaneses en el Esequibo, arrestando pescadores en las aguas que reclamamos e incrementando el nivel de presencia militar a niveles prebélicos en la zona.

La Habana y el chavismo saben por lo que pasa actualmente en el mundo, específicamente en Europa Oriental (Ucrania-Rusia) y El Medio Oriente (Israel-Hamas), entienden que el salvo conducto para mantener al chavismo en el poder es la tenencia de reservas, las que pretende Guyana dentro del Esequibo aseguran aún más dinero y poder. Es cierto, Chávez dio reconocimiento y rompió el código diplomático bilateral o Status Quo en las comunicaciones y relaciones mantenidas con Guyana desde Ginebra, ¿pero eso que le importa a la Cuba CastroStanlinista y sus procónsules venezolanos?

Ahora con el fenómeno María Corina en la calle y los acuerdos de levantar las sanciones que no serán cumplidos y no reclamados por Occidente, por virtud a la inmunidad de facto consagrada en el cheque en blanco a Chevron, entre otras concesiones a ser otorgadas a la franco-malasia Maurel & Prom y otras por venir, garantizan estabilidad, negocios y protección que nada pasara al poder cubano-chavista en Venezuela más allá del reclamo de micrófono. María Corina llegara al final, pero no cambiara su situación habida desde el principio.

¿Buscará el chavismo una salida tipo las Malvinas? Es improbable, Cuba ha tenido excelentes relaciones con Guyana, y una repartición de ganancias, con o sin posesión territorial, es esperada.

Un gobierno en el exilio, con el patriotismo y disciplina esperada cambiaria el destino de un país subordinado a los más oscuros intereses del mundo, una fórmula de autocomposición interna, omitiendo la influencia cubana, y simplemente asegurada con un hipotético aluvión de votos opositores, no vence al fraude, y no garantiza una transmisión pacifica en el poder. Es tiempo de actuar.  

En la mira: la mentira de Maduro y los militares con el Esequibo

Por Ricardo Guanipa d’Erizans.

La novela de Nicolas Maduro y el Esequibo es un falso positivo de los chavistas y el propio gobierno Musulmán de Guyana, quienes se están prestando en ese show para hacerle un gran favor al narcotraficante fugitivo de Miraflores que es buscado activamente por la DEA y quien, además, necesita con urgencia hacer un inventario electoral para saber la identidad de los 7 millones de personas que han abandonado Venezuela, con la intención de usar esas identidades antes de una elección presidencial —y la única forma es inventar ese referéndum disparatado manipulando un falso nacionalismo para motivar a los venezolanos a salir a votar el 3 de diciembre—.

Pero la verdad verdadera es que Maduro nunca iría a una guerra con Guyana, es religiosamente imposible, simplemente porque en Venezuela hay unas importantísimas células de Hamas, Hezbolah, ISIS y milicianos iranies, todos musulmanes islámicos, y hago énfasis en esto porque Guyana es un país religiosamente islámico que cuenta con una importante presencia de extremistas de estos grupos, que a la hora de una guerra con Venezuela arrimarán sus carbones al lado del bistec guyanés por razones económicas, religiosas y políticas.

Además, me atrevo a especular que Guyana, hoy productor de petróleo y exportador de combustible, debe estar apoyando a Hamas y Hezbolah financiando la locura terrorista en contra de Israel, por ese motivo, es totalmente imposible que Guyana y Venezuela vayan a una guerra. Y es que Maduro, por muy burro que es, no va a perder el apoyo de los países Árabes yendo a una guerra con el segundo país Musulmán de Suramérica por un territorio que fue entregado por él mismo en sus tiempos de Canciller, tras firmar un acuerdo con los islamistas guyaneses, porque en realidad Maduro y Padrino se pasan por el forro el Esequibo.

Hay que ser bien imbéciles para pensar que el chavismo va a actuar de buena fe con la oposición cuando por naturaleza nos odian y si fuera por ellos ya nos hubieran fusilados a todos de la misma forma que Fidel Castro asesinó en el paredón a los opositores en la isla.

Son 25 años que la oposición recibimos insultos en radio, televisión y medios impresos chavistas, donde se nos descalifica de escuálidos, apátridas, traidores, sifrinos, burgueses, pitiyanquis, etcétera, sumado a esto el robo a la propiedad privada con la figura de expropiaciones de fincas en estados ganaderos como Guárico, Cojedes, Zulia, Yaracuy, Barinas, Apure, Táchira, Trujillo, Monagas y en todo el país.

¿Ustedes creen que esos delincuentes militares chavistas en complicidad con desadaptados del PSUV tienen algún remordimiento por robarse la propiedad privada como periódicos, navieras, filiales petroleras privadas, estaciones de radio y TV, estaciones de servicios, colegios, apartamentos y casas residenciales, bancos, fabricas, etcétera? Y ¿Ustedes piensan que esos desalmados chavistas en sociedad con las parasitarias fuerzas armadas socialistas, narcotraficantes, terroristas, nos van abrir sus brazos para darnos un mejor país? Embuste, esas lacras están pensando en su bienestar y tienen su agenda oculta como lo han hecho siempre, a espaldas del pueblo.

Los chavistas amenazan con quitarnos la ciudadanía a quienes no votemos el 3 de diciembre pero ellos no terminan de entender que todos los venezolanos perdimos la ciudadanía, ambos lados, desde que Maduro y Chávez hicieron de Venezuela una piñata donde los cubanos, chinos, rusos, iranies y otros han encendido a palo la piñata venezolana que estaba rellena de miles de millones de dólares, pero que hoy lo que queda son los cartones rotos de la piñata tras el salvaje saqueo de nuestras riqueza orquestada por la unión chavista cívico militar comunista.

Hay que ser retardado mental para no darse cuenta del brutal saboteo cívico militar chavista para que los venezolanos no pudiéramos participar en unas elecciones primarias para elegir el candidato que pateará el trasero de Maduro en el 2024, incluso entre los saboteadores estaban personas de la oposición que jugaron al fracaso simplemente porque tienen el corazón rojo y apuestan a la perpetuidad del régimen chavista.

En las primarias opositoras, como el régimen no pudo tener la data de los votantes, criminalizó la elección, prohibieron su cobertura informativa, sacaron a sus colectivos para realizar actos terroristas en los centros de votación y aun así no pudieron contener a casi 2.5 millones de venezolanos, que sin miedo mearon los pantalones de los chavistas y narcotraficantes militares.

Ahora el lobo se viste de oveja y esconde sus colmillos y saca sus lagrimas rogando a los venezolanos que salgan como corderos el 3 de diciembre para poder devorarnos en el 2024. Hay que ser bien sinvergüenza y cobarde para salir a votar el 3 de diciembre, ya conoceremos sus caras ese día en las filas de los centros electorales, tómenle fotos y súbanla en las redes sociales para que sus hijos, esposas, padres, madres, hermanos, primos, etcétera, sientan vergüenza de ellos.

En la mira: la trampa militar chavista del 3 de diciembre

Por Ricardo Guanipa d’Erizans[*].

El degenerado ladrón psiquiatra chavista y ex vicepresidente del CNE Jorge Rodríguez, el mismo que instauro el fraude electoral a partir del 2004 con las maquinas de casino roba votos compradas por el antro electoral, que es uno de los actos de corrupción mas grande de la historia en Venezuela, ahora quiere tratar nuevamente como borregos a los venezolano llevándolos a votar el próximo 3 de diciembre con el objeto de calibrar las computadoras para que se roben los votos de María Corina y los transfieran a Nicolas Maduro —y sigue en libertad para esa fecha—.

La intención del hampón de Jorge Rodríguez y el vende Patria de Padrino López es estimular un falso nacionalismo para que los imbéciles salgan como borregos a los centros de votación, pues los cleptómanos chavistas y sus payasos militares necesitan: (i) Obtener con los capta huellas la identificación de los ciudadanos para robarse la identidad y poder hacer votos múltiples en unas elecciones presidenciales; (ii) identificar quienes están en Venezuela y quienes se fueron huyendo del chavismo a otros países —unos 7 millones de desplazados—; y (iii) finalmente calibrar los programas para transferir los votos de un lugar a otro y de esta manera robarse las elecciones con votos sin votantes.

Es por eso el berrinche de los cleptómanos y narcotraficantes militares chavistas en contra de la oposición cuando se negaron a que el CNE, encabezado por el pillo de Elvis Amoroso, realizara las primarias opositoras, puesto que, si hubiese sido así, nosotros los opositores inocentemente le hubiéramos hecho el trabajo sucio a Maduro, Jorge Rodríguez y a la escoria militar chavista que tienen secuestrada Venezuela.

Es por eso que ahora Maduro y Padrino López salen con esa estupidez que solo puede engañar a un retardado mental preguntando si el esequibo es venezolano, cuando esos desgraciados militares chavistas no le permiten llegar a la oposición hasta Miraflores para protestar en contra de las locas medidas del indocumentado bigotón y su tren de neófitos políticos, que cada día hunden mas a Venezuela en la pobreza y la miseria mientras ellos se enriquecen, pero ahora pretenden ponernos generosamente esa concha de mango para que caigamos en su perverso juego.

Si los militares en pantaletas del chavismo quieren ir a la guerra con Guyana, que vayan, y ojala que los maten a todos para ver si de una vez por toda nos venezolanos nos libramos de esos secuestradores que facilitaría la salida de los cleptómanos en Miraflores, que en su mayoría están solicitados por la justicia internacional por estar involucrados en delitos de narcotráfico y lavado de dinero.

Hay que ser bien inmoral para que los chavistas le pidan a los venezolanos dar un paso al frente para demostrar el nacionalismo y patriotismo, es que sigue pareciendo poco a esos cleptómanos chavistas que somos millones de venezolanos exiliados en el mundo porque enfrentamos a las fuerzas invasoras financiadas por Chávez y Maduro que tomaron el control político, militar, policial, judicial, financiero y económico de Venezuela.

Esos cleptómanos chavistas, en compañía de una banda de desgraciados militares comandados por Padrino López, le entregaron los cuarteles militares y la información del ministerio de interior y justicia a los cubanos; es «falso» que los chavistas le entregaron la producción petrolera a los chinos, es que «no es verdad» que los militares entregaron la industria del diamante a los rusos, es que es «falso» que los militares chavistas entregaron la extracción de oro a las FARC y el ELN, o también es «falso» que permitieron el comercio ilegal de uranio a los iranies para la fabricación de armas de destrucción masiva. Dado el contexto, si existe alguien que no tiene autoridad moral para hablarle al pueblo de Venezuela sobre soberanía y nacionalismo son los chavistas y los desgraciados cleptómanos militares chavistas socialistas.

Por ello, será bien sinvergüenza y traidor a la patria el venezolano que participe el 3 de diciembre en el falso positivo referéndum organizado por los enemigos de la libertad y soberanía de Venezuela.   


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