Esta semana, el programa analiza los reportes mediáticos sobre el operativo de EE. UU. en el Caribe. Se citan notas recientes de CNN, Wall Street Journal y The Atlantic: una sostiene que no habría basamento legal para operar en tierra dentro de Venezuela; otra plantea que la administración debatiría entre “sacar a Maduro” o presionarlo para negociar; y una tercera afirma que Maduro consideraría dejar el poder con garantías de seguridad, fin de recompensas y exilio.
No obstante, se cuestionan las tres versiones y se recuerda que sólo Donald Trump conoce la decisión final y señalan que la estrategia habría buscado máxima presión para provocar un quiebre militar o una reacción social interna, lo cual no ha ocurrido hasta ahora.
El Borrego de la semana es Edmundo González por sus declaraciones a favor de “respetar al adversario” y “entenderse incluso con la extrema izquierda”. Se critica esa postura por ser permisiva frente a responsables de violaciones de derechos humanos y violencia política en la región, y se contraponen con la demanda social de justicia sin impunidad.
En el segmento En Polémica se cuestiona la dependencia del debate interno respecto de los movimientos del portaaviones estadounidense y, en general, de la comunidad internacional. Aun cuando el portaaviones “ya está en área de responsabilidad del Comando Sur”, todo puede supeditarse a Washington: lo determinante sería la acción de los propios venezolanos tras el 28 de julio, y no “correr fechas” o construir narrativas sobre inminencias que luego no se cumplen.
En Desmantelando a la Izquierda, se reitera que la única vía efectiva para sacar a Nicolás Maduro es la fuerza, con múltiples variantes (acción externa, organización de militares en el exilio con apoyo internacional, o quiebre desde adentro), pues, mientras no haya golpes militares directos a centros neurálgicos del poder —Fuerte Tiuna, TSJ o AN, entre otros—, no habrá quiebre. También, se advierte que la narrativa de “invasión inminente” termina fortaleciendo a Maduro si no se concreta, porque puede atribuirse el mérito de haberla “detenido”.
Por último, el Corrupto en la Mira señalado es Nicolás Maduro, por ser un violador de derechos humanos, narcotraficante, terrorista y usurpador del poder que acumula acusaciones y recompensas en diversas instancias.
En este sentido, se recuerda su trayectoria en múltiples cargos —diputado, presidente de la AN, canciller por seis años, vicepresidente y luego presidente ilegítimo—, siendo el responsable por el éxodo masivo, persecuciones, encarcelamientos y muertes durante los años de régimen. Por ello, derrocarlo exige una acción de fuerza cuyo esfuerzo principal debe ser interno, con apoyo externo si es necesario.









