En el segundo día de sesiones, el oficialismo busca avanzar en un consenso para obtener la mayoría de los votos no solo en general, si no que también en particular para una serie de artículos clave.
Sesión del día 31 de enero 2024
Arrancada a las 10:00 am puntual, Unión por la Patria intentó evitar que comenzara la sesión pero La Libertad Avanza y sus bloques aliados consiguieron el quórum con 133 diputados y dieron inicio a un debate que podría tardar días.
El vocero presidencial ratificó las estadísticas de alta frecuencia que miden las principales consultoras privadas, y el dato definitivo para la inflación del mes de enero será dado a conocer por el INDEC el próximo 14 de febrero.
Comienzan a vislumbrarse los primeros registros correspondientes a la inflación del mes de enero. El vocero presidencial Manuel Adorni ratificó públicamente los pronósticos de las consultas, con lo cual es probable que los precios hayan aumentado alrededor de un 20% al cierre de enero, con respecto al mes anterior.
Existen por lo menos dos elementos importantes a destacar. En primer lugar, el Gobierno tuvo éxito a la hora de evitar la hiperinflación (definida oficialmente como un 50% de inflación mensual) debido a un arsenal de medidas de emergencia para contener el desastre económico que dejó el kirchnerismo y la gestión de Sergio Massa.
En segundo lugar, se observa una marcada desaceleración del ritmo de los aumentos de precios, a pesar de haberse eliminado los controles del Gobierno anterior. Esto no solo se aprecia con la variación mensual (que habría caído del 25% al 20% o al 16% entre diciembre y enero), sino fundamentalmente por la comparación intermensual de las dos últimas semanas del mes.
Pese a todo esto, es muy probable que la tasa de inflación interanual (en comparación con los últimos 12 meses) siga aumentando hasta mediados de 2024, y muchas consultas sugiere que podría llegar a oscilar entre el 300% y el 400%, para luego derrumbarse nuevamente en la segunda mitad del año.
Es necesario volver a recordar la situación de partida del Gobierno actual, y es que los precios en las primeras dos semanas de diciembre aumentaban a razón del 1% todos los días, lo cual conducía a una dinámica que hubiera llevado a una tasa anualizada del 3.678%.
Esta es la caótica dinámica que el equipo económico del Presidente Milei logró evitar, una situación que sin lugar a dudas habría conducido al país a la disolución del tejido social y a niveles de pobreza estructural nunca antes vistos.
Por Roymer Rivas, investigador en temas de economía, banca y finanzas, coordinador local de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Cuántos errores se han cometido en la historia por partir de malas teorías para intentar comprender y explicar la realidad, mucho más en lo que a temas de ciencias sociales compete —economía, derecho, historia, política, entre otros—. Clara muestra de este hecho son las explicaciones que la economista Pasqualina Curcio, profesora del Departamento de Ciencia Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar (USB) y Doctora en Ciencias Políticas por la misma universidad, pretende dar al problema monetario y, en suma, económico venezolano, a saber: que el sector privado se ha encargado de descapitalizar al Estado mientras no ha contribuido al desarrollo del país. Empero, se equivoca. En este texto, que constituye una respuesta a su artículo titulado: “La dolarización y el negocio más rentable de la burguesía en el país”[1] y, en general, a buena parte de su libro titulado: “La economía venezolana: cuentos y verdades”[2], demostraré que no solo no atina en describir el problema de Venezuela, y por consiguiente no puede proponer soluciones sensatas, sino que tergiversa su explicación para amoldarse a una ideología marxista sin sentido.
En este marco, con total honestidad intelectual, invito a la señora Pasqualina a intentar refutar todo lo que aquí expresaré —si se anima, si puede, si realmente hace las cosas por ir en búsqueda de la verdad y no por sostener y promover ideas afines a una ideología, independientemente de si es acorde o no a la realidad—. No se trata de ver quién sabe más que el otro, se trata de comprender las cosas tal y como son, enmarcado en la búsqueda de dar soluciones a los problemas que se nos presentan a todos los venezolanos. Sin más, comencemos.
Una historia espuria: ingresos petroleros, divisas y el sector privado
En su artículo, Pascualina sostiene que desde 1970 hasta 2018 ingresaron a Venezuela USD$ 1.268.657 millones, USD$ 85.551 millones ingresaron por el sector privado —que representa el 6,74%— y el resto por el sector público —93,26%—. En este marco, sostiene que el sector privado no generaba sus propios dólares, sino que era el Estado quienes se los suministraba, llegando a la cifra de USD$ 624.286 millones —49,21%—. Por ello, sostiene que “la burguesía” venezolana lo único que ha hecho es llevarse lo que genera el Estado Venezolano, aprovechándose, de paso, de un tipo de cambio fijo, sobre todo “en la década de los 80 y 90”[3]. En suma, para la “burguesía” venezolana no ha habido mejor negocio que apropiarse de las divisas que genera el Estado, que pasaron de hacer todo el proceso que converge en el petróleo a “extraer” los recursos del Estado que había tomado el control del mismo.
No conforme con esto, parece apuntar que el histórico flujo negativo de las reservas internacionales, que han generado “dependencia económica” y, en consecuencia, “un endeudamiento externo” a pesar de la cantidad de dólares que ingresó al país en todo este tiempo, es alguna especie de complot dirigido por “los grandes capitales”, pues el país se endeuda con la misma “burguesía” que antes extrajo dólares del país, pero que ahora extraen más por medio de las tasas de interés y el cobro de servicios por la deuda.
Empero, todo el conjunto de datos que se expone Pascualina es mal interpretado, convenientemente, para encajar en su cosmovisión y la de todo su círculo. Ergo, sus conclusiones también yerran. No tiene ni pies ni cabeza. Una vez más, es una muestra de que no solo hay que tener datos para analizar las cosas, sino una buena base teórica donde se sustente el análisis y, además, una visión panorámica objetiva de los hechos, para luego proceder a relatar una historia que se apegue más a la realidad. Este no es el caso de Pascualina.
La historia bien contada: ingresos petroleros, divisas y el sector privado
Para empezar, yo quisiera saber en qué datos del BCV se fundamenta Pascualina para sostener que solo ha ingresado por exportación por parte del sector privado “USD$ 85.551 millones” entre “1970 y 2018”; si tan solo revisamos los datos de Exportaciones de Bienes y Servicios del BCV desde el año 1997 hasta 2018[4], observamos que el ingreso por exportación del sector privado es de USD$ 135.425 millones, correspondiendo casi el 68% por exportaciones no petroleras y casi el 32% por exportaciones petroleras.
Es decir, hasta el momento, Pascualina se presenta con una mentira. No obstante, tal cifra solo representa el 11,77% del total de ingresos por exportación durante estos años, mientras que por el sector público ingresaron USD$ 1.014.958 millones —88,23%—, por lo que, aunque la cifra que da es errada[5], es verdad que el sector público ha sido la principal fuente de divisas para el país. En este marco, según Pascualina, se asignaron USD$ 624.286 millones al sector privado.
Ahora bien, hay que matizar y tener en cuenta algunas cosas: (i) desde hace muchísimo tiempo que Venezuela es un país mono-exportador; desde 1997 hasta 2018, por ejemplo, el 88,20% del total de ingresos por exportación corresponden por bienes y servicios petroleros, y este sector se encuentra solamente en manos del Estado Venezolano. En este escenario surge la pregunta: ¿Cómo demonios el sector privado iba obtener entonces las divisas que necesitaba para sus transacciones si prácticamente la única fuente de ingreso de divisas era un sector en el que no tiene ningún poder?
A esto se suma (ii) el control cambiario que imperó en Venezuela desde 1983 hasta 1989 y desde 2003 hasta 2018, lo cual se tradujo en que se tenia que acudir al estado cada vez que se quería dólares. Entonces, nuevamente, si no solo es que la principal fuente de divisas la domina el Estado, sino que además este pone trabas para que el sector privado se haga de dólares, ¿Cómo demonios el sector privado iba a obtener sus divisas, sino acudiendo al Estado? En este escenario, esos USD$ 624.286 millones que aparentemente del Estado “asignó al sector privado” no podían ser de otra manera.
Además, por si fuera poco, estos controles cambiarios, sumado a otras medidas populistas sin sentido, y sobre todo el control de cambio que se implementó en el 2003 con el gobierno de Hugo Chávez con la excusa de evitar “fuga de capitales” y caídas de las reservas internacionales, solo se tradujeron en desequilibrios permanentes en el mercado de divisas. En este último caso, como era de esperarse, no solo fue un fracaso total, pues las reservas internacionales cayeron estrepitosamente[6] y el país se volvió más dependiente de las divisas que ingresaban del sector petrolero, sino que destruyó lo que quedaba de la industria manufacturera del país, elevando las importaciones, y, junto a otras políticas monetarias, hizo un desastre el sistema de precios.
Para el año 2003, las reservas internacionales se encontraban en USD$ 21.366 millones, pero para 2018, que es cuando comenzaron a flexibilizar las divisas, desembocando en años siguientes en permitir que se transara en la divisa extranjera, había bajado a USD$ 8.840 millones —que representa una caída del 58,63%—. Si tomamos el pico de Reservas Internacionales que se alcanzó en el 2008, de USD$ 43.127 millones, la caída es de 79,50%[7].
Por el lado de las exportaciones, el control de cambio (i) sofocó las exportaciones no petroleras, pues un Tipo de Cambio Oficial resulta no rentable a los exportadores en la medida en que es más costoso producir internamente para vender a un precio más bajo a nivel internacional, a su vez, al estar sobrevalorada la moneda se incentiva más las importaciones —más rentable comprar fuera y vender a nivel interno que producir y vender—. En adición, (ii) en la siguiente grafica podemos ver como aumentaban los ingresos del sector publico mientras que el sector privado se iba achicando, tanto en monto como en proporción (%).
También, hay que sumar a todo esto el gran índice de corrupción que se dio gracias al control cambiario. Pascualina dice que fueron asignados millones de dólares al sector privado, que solo chupaba cual sanguijuela al Estado, pero no dice que las asignaciones del Estado fueron por medio de procesos opacos y pocos transparentes, que se daba a empresarios que tenían algún tipo de afinidad con el gobierno o contaban con el dinero para sobornar al mismo. De hecho, esa “sobrefacturación” de la que ella se queja[8] es solo una consecuencia de la intervención estatal en asuntos en los que no debe involucrarse; el problema no es “el sector privado”, sino la ineficiencia del Estado al momento de asignar recursos, creer lo contrario es un síntoma del complejo de Dios, en el que se piensa que simples seres humanos pueden gobernar a otros porque tienen la sacudiría suficiente para hacerlo, y en ese marco creen que saben qué, cómo, cuándo y dónde producir; es el control estatal la razón por la que se presentan escenarios como caldo de cultivo para la corrupción[9]. El problema no es el “sector privado”, quienes en un mercado libre deben satisfacer mejor la demanda de sus consumidores para no ser arrasados por la competencia, sino aquellos que se aprovechan de las rentas extraordinarias que surgen por la intervención estatal. Según Pascualina, todo ese dinero se perdió porque “el sector privado” tiene un “bajo desempeño”[10], pero lo cierto es que se perdió dada la incapacidad del Estado para controlar la corrupción inherente a sus intervenciones, creando verdaderamente ricos a costa del bien de la población. Todas las divisas asignadas supuestamente al “sector privado”, en realidad fueron desviadas —buena parte— por actos de corrupción[11]. Por solo citar un caso, en el año 2013 los cuerpos de seguridad de Venezuela interceptaron dos camiones que debían contener maquinaria importada para procesar pollos valorados en más de USD$ 2 millones, adquirido al tipo de cambio oficial, pero en su interior solo contenía basura[12].
En este contexto, cabe señalar que, si bien las importaciones aumentaron desde que se implementó el control, por lo ya explicado, y que tales acciones las realizaron mayormente “empresas privadas” —en un marco de extrema corrupción—, esto no se mantuvo con el tiempo, pues el ambiente hostil al sector privado —tanto el bueno, que es aquel que acciona en el mercado, como el malo, que es aquel que solo gana por sus vínculos con el Estado— llevó a que sea el sector público desde el 2014 quien más importe en el país. Ergo, no solo es que parte del sector privado corrupto obtuvo rentas extraordinarias gracias al Estado y a costa de la población venezolana, sino que desde hace 10 años que el sector público es quien maneja más dividas y realiza las importaciones al país, en mayor proporción —para el 2018, el sector público importaba casi el 80% del total, como puede ver en la imagen anterior—.
Por lo tanto, lo que dice Pascualina, a saber, “que el sector privado no ha puesto empeño en producir para exportar y hacerse de sus propias divisas, sólo se ha limitado a producir para abastecer el mercado interno” “cuyo principal negocio, desde 1976, ha sido apropiarse de las divisas que genera el Estado con la producción y posterior exportación de petróleo, por lo que no ha tenido necesidad de exportar para hacerse de sus propias divisas, el Estado se las ha asignado y, además, a tasa preferencial”[13] es una historia sin sentido, dado el contexto. De hecho, toda su historia puesta en contexto solo demuestra que el Estado es ineficiente y lleva a la ineficiencia a toda la economía en general, en la medida en que dificulta el cálculo económico de los actores sociales[14], llevando a la corrupción sistémica[15].
Inversiones privadas y extranjeras: el cuento en contexto
En toda esta línea discursiva, y en aras de ir contra la “leyenda urbana” de que “deben promoverse las inversiones privadas y, si estas son extranjeras, pues, mejor”[16], Pascualina sostiene que no es necesario la inversión privada y supuestamente lo demuestra el hecho de que durante “casi medio siglo” el Estado venezolano asignó millones de dólares a empresas privadas, nacionales y extranjeras, pero que, como contrapartida, las mismas no desembocaron en “más producción para el país y en multiplicador de riqueza general[17]. Esto lo intenta ilustrar con un gráfico muy bonito:
No pondré en duda estos datos, solo me limitaré a (i) recordar que todo esto ocurre en un contexto de corrupción que groso modo he descrito en el apartado anterior y (ii) preguntar: ¿Es idiota el sector privado o el sector público? En circunstancias normales, si un “inversionista” comienza a bajar recursos para darlos a un sector que se muestra “ineficiente” para solucionar problemas y generar ganancias, ese inversionista deja de invertir allí y busca cosas que sí le sean rentables. Así funciona el sector privado. En contraste, el Estado venezolano se empeño en bajar más y más recursos a pesar de las perdidas.
Ahora bien, con esto no me refiero a que el estado debió administrar esos recursos por sí solo, todo lo contrario, esto solo ilustra que no hay peor administrador de recursos que el Estado, y más cuando los miembros que lo conforman tienen más incentivos de lo normal —dada la opacidad, poca transparencia y carácter autoritario del mismo— para malversar fondos. Es más, si el sector privado es tan ineficiente como dice Pascualina, ¿Acaso no tendríamos que tener como contrapartida la eficiencia de las empresas en manos del Estado? ¿Qué pasó con las 914 empresas[18] en manos del Estado, algunas de ellas expoliadas en el tiempo? La respuesta es simple: todas ellas en la quiebra o sobreviviendo, sirviendo solo como fuente de riqueza para los corruptos que forman parte del Estado o tienen amigos allí. Que el sector privado no haya podido ver luz y servir como fuente de riqueza constante y creciente para Venezuela se debe más a las malas acciones del Estado y el escenario que ha creado, que al sector privado per sé. De hecho, si el sector privado fuera tan ineficiente, las personas de bien no preferiría trabajar en dicho sector privado y buscarían trabajar para el sector público, pero ese no es el caso. Y digo “personas de bien” porque todo aquel que vea que puede sacar una renta extraordinaria por tener algún tipo de vínculo con el sector público es un inmoral. Que la industria nacional se haya destruido se debe a la misma causa, y no a las “acciones” de los “burgueses capitalistas”, como sostiene Pascualina[19].
En este marco, el Estado venezolano no es que debe dejar de asignar divisas al sector privado, sino que debe dar paso a una institucionalidad transparente, donde independientemente de si se le asigna o no divisas al “sector privado”, se pueda hacer seguimiento del manejo de recursos que hace la administración pública —que es todo menos administrador y menos público—. Para ello, es necesario dejar de hiperregular el mercado, dar paso a más libertad.
Sobre la Tasa de Cambio y la intervención cambiaria
Bajo el pensamiento de que el sector privado —“burguesía”— es, cuando no el causante de los males del país, el que menos ha aportado a solucionar el problema en Venezuela, Pascualina critica que se haya eliminado el control de cambio en 2018 y que el BCV, “bajo el dogma monetarista y liberal”[20], haya comenzado a inyectar dólares a la economía —que contaría también como “asignación de divisas al sector privado”—. A su juicio, estas medidas solo “facilita la fuga de las escasas divisas que están ingresando por exportación de petróleo” en un escenario donde la depreciación del bolívar responde a un supuesto ataque imperial y “no a la oferta y la demanda de divisas”[21]. No conforme con esto, a su juicio el BCV “inyecta liquidez en bolívares” a la par que lo hace con los dólares, haciendo que “los capitales financieros (…) puedan comprar las divisas que se están ofreciendo en el mercado cambiario”, es decir, el gobierno da a los capitales bolívares para poder comprar dólares y estos a su vez se fugan.
Sin embargo, esto es solo un error más en el edificio de errores construido por Pascualina, que solo demuestran lo extremadamente mal economista que es. En principio, pensar que no es la oferta y la demanda lo que fija los precios de un bien es un absurdo total, va contra toda lógica. Incluso si lo que dice es cierto, y hay un ente capitalista contrarrevolucionario 100% opresor que quiere hacerse con los recursos de Venezuela que “fija precios arbitrarios en la Tasa de Cambio”, estos precios carecerían de sentido si no hay “oferta de dólares” y “demanda de dólares”; si partimos de esta premisa, entonces se pueden fijar precios de cosas que no existen, porque es independiente de la oferta y la demanda del mercado.
Ahora, a esto hay que adicionarle que la dinámica monetaria del país se sustenta en dos pilares: (i) el bolívar nadie lo quiere en serio, por lo menos no para ahorrar y para sacar cuentas, y (ii) el dólar es todo lo contrario al bolívar, por lo que si rige los cálculos económicos de todos los agentes. En este escenario, inyectar dólares solo va a ir a satisfacer la demanda de divisas, conteniendo la tasa de cambio, e inyectar bolívares se traduce en presión al alza en la Tasa de Cambio. Desvincular la inyección de liquidez del precio de la divisa es, a todas luces, un error. Si bien, ya en el pasado he explicado con más profundidad cuales son los errores de fondo de Pascualina que le llevan a sostener aberrantes conclusiones como las que sostiene en lo que respecta a la inflación y la depreciación[22].
Excurso: sobre los empresaurios
En toda esta línea, es necesario que explique un concepto para poder juzgar con sensatez lo que pasa en el país, un concepto que Pascualina no conoce, a saber: “empresaurio”. En el mercado, aquel “empresario” que no se atenga a las leyes de competitividad del mercado, satisfaciendo deseos ajenos —de los consumidores— para obtener ganancias, sino que apela al Estado para obtener privilegios, muchas veces eliminando la competencia y obteniendo rentas por venderle al Estado —con todos los incentivos para sobrefacturar—, es un empresaurio, no un empresario. Un empresaurio es un corrupto, un inmoral, una sanguijuela, en suma, al igual que todo político, un parasito. Aquello que critica Pascualina en cierto sentido es verdad, pero no es el “sector privado”, sino “el sector corrompido” por el Estado, que ve oportunidades de ganancias gracias a sus vínculos con el gobierno de turno.
Pascualina dice incluso que a los “empresarios” no les interesa dolarizar el país, porque dejarían de obtener ganancias por la obtención de divisas baratas del Estado, y para ello recuerda, y en sus propias palabras, que “el año 2018, en el marco de la campaña para las elecciones presidenciales, el candidato de oposición al gobierno, Henry Falcón, propuso la dolarización de la economía, siendo la Federación de Empresarios (Fedecámaras) la primera en oponerse, no precisamente por razones de soberanía e independencia económica, sino porque anula su principal y más rentable negocio.”[23]; si bien, dice que los empresarios y el imperio quiere que Venezuela se dolarice, pero estos tienen que ver mayor ganancia en esto que en no llevar a cabo la dolarización, que a su juicio no es el caso todavía. Pero ella no entiende que esto solo se da gracias a la intervención Estatal, y pide aún más. En efecto, muchos de los miembros de Fedecámaras son unos “empresaurios” —si acaso no todos—, unos parásitos, sumado toda una red de inmorales que hacen vida solo gracias a que los distintos gobiernos se han preocupado por todo, menos por crear el marco institucional adecuado para evitar la corrupción. Si Pascualina quiere señalar a alguien, que vaya a la fuente o raíz de todas las enfermedades de nuestra sociedad, no a sus síntomas —aunque describiendo síntomas tampoco es que sea buena doctora—, si ella se considera verdaderamente una intelectual, debería, por fuerza moral, buscar esa «sencillez y lucidez» de la que habla Popper —citado al inicio del texto— al momento de analizar la economía y política venezolana, porque no hacerlo la convierte en una pecadora sin derecho alguno a perdón, una criminal.
[5] Pascualina toma la serie de 1970, pero no es necesario tomar toda la serie para ver que miente, suficiente con tomar la de 1997 hasta 2018. Además, el BCV no tiene esa serie publicada y no me animé a buscarlo en otro lugar.
[6] Algunos “Pascualinos” puede que salgan a decir que las Reservas Internacionales subieron en el gobierno de Chávez, alcanzando un pico en el año 2008-2009, pero eso no se debe a las “Bondades del gobierno socialista” y mucho menos al control cambiario, sino a los ingresos petroleros de la época —que también responde a la subida de precio del petróleo dadas ciertas circunstancias en el mercado—.
[8] Óp. Cit. La dolarización y el negocio más rentable de la burguesía en el país., párr. 5. Y óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., págs. 31-36, 41, 57, 61. Según Pascualina, desde 1970 hasta 2014 el total de sobrefacturación asciende a USD$ 348.724 millones; si bien ella culpa al sector privado de esto, a quienes tiene que culpar es a la verdadera cúpula que controla o pretende controlar todo y crearon un escenario donde se pueden obtener rentas mal habidas, a saber: el Estado Venezolano. Pascualina ataca la cuarta republica y vanagloria la quinta, echándole la culpa de todo lo malo de la quinta a los empresarios, pero no ve que tanto la cuarta como la quinta cargaron con los mismos problemas, profundizándose en el gobierno de Chávez. Nuevamente, el problema no es el “sector privado” per se, sino las acciones que realiza el Estado que tienden a limitar la libertad de todos lo agentes que hacen vida en la sociedad.
[10] Óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., pág. 29. Pascualina dice que el sector privado, a pesar de venderse como “eficiente”, ha resultado ser ineficiente en Venezuela, mientras que el sector publico es eficiente. Para llegar a esta conclusión solo dice que el sector privado “ha exportado, históricamente y en promedio, menos el 6% del total”, pero ella no parece entender que esto por si solo no dice nada, esto es solo una circunstancia a la que se llegó por la dinámica del Estado y el mercado en el país, que se viene arrastrando desde la cuarta república, especialmente desde el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), cuando se nacionalizaron ciertas empresas.
[11] El fin de este texto no es explicar ni demostrar cómo se llevaron a cabo todos estos actos. Si alguno desea profundizar en el asunto por su propia cuenta, invito a ver todas las investigaciones que ha realizado Transparencia Venezuela, especialmente las que tratan de asuntos donde se importó mercancía a través de empresas de maletín que muchas veces estaban vinculadas a personajes cercanos al gobierno del PSUV —cuando no su cúpula directamente—. Puede ver: Los abusos financieros que facilitaron el desfalco, a través de: https://transparenciave.org/los-abusos-financieros-que-facilitaron-el-desfalco/ (Consultado el 31 de enero de 2024); y toda las categorías recogidas en las diferentes investigaciones, al cual puede acceder a través de: https://transparenciave.org/category-template/?category=investigaciones (Consultado el 31 de enero de 2024). De hecho, para el caso emblemático de las cajas o bolsas CLAP, hay pruebas que apuntan a que Alex Saab, de quien se dice es testaferro del régimen, infló los precios en las facturas y no compraba los productos de la calidad requerida —entonces, surge la pregunta: ¿Es Alex Saab y todos los personajes que están envueltos en esta trama de corrupción parte de ese “sector privado” a quien se le asignaron dólares?—; puede revisar: https://transparenciave.org/category-template/?category=clap-alimentacion (Consultado el 31 de enero de 2024). ¿Y qué decir de la reciente trama de corrupción destapada en PDVSA ligada a la SUNACRIP, donde se robaron más de USD$ 25.000 millones, en el mejor de los casos —en el peor, más de USD$ 35.000 millones—? (ver: Trama de corrupción, caso: PdvsaCripto, más de 16.000 millones malversados, publicado por ContraPoderNews. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/trama-de-corrupcion-caso-pdvsacripto-mas-de-16-000-millones-malversados/ (Consultado el 31 de enero de 2024). Empero, también puede leer las dos obras de Carlos Tablante tituladas: “El gran saqueo: quiénes y cómo se robaron el dinero de los venezolanos” (2018) y “Estado delincuente: cómo actúa la delincuencia organizada en Venezuela” (2018), donde el autor explica como el Estado venezolano fungió como una mafia —que es lo que es todo Estado, vale destacar— que despilfarró recursos y redirigió dinero hacia las manos de muchos corruptos que hoy siguen impunes.
[13] Óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., pág. 30.
[14] Ludwig von Mises. 2011. La acción humana: tratado de economía. Decima edición. Madrid, España. Publicado por Unión Editorial. Sección: “La imposibilidad del cálculo económico bajo el socialismo”, págs. 823-844. Al respecto, invito también a revisar las obras del mismo autor titulada: Socialismo: Análisis Económico y Sociológico. 1989. Nueva York, Argentina. Tercera edición. Publicado por Western Books Foundation. (traducción al español de Luis Montes de Oca); y Burocracia: gestión empresarial frente a gestión burocrática. 2005. Publicado por Unión Editorial. En todo esto Mises explica cómo el Socialismo, entendido como el ataque sistemático hacia la libre acción humana —Huerta de Soto agregaría que ataque institucional y sistemático al libre ejercicio de la empresarialidad (ver: “Socialismo, Calculo económico y función empresarial”); pero tengo que decir que este ataque puede ser o no institucionalizado y más o menos sistemático sin afectar la concepción de “Socialismo”—, es imposible el cálculo económico, llevando a la destrucción de la sociedad. Empero, tengo que decir también que Mises se equivoca en el camino, pues no es que sea “imposible el cálculo económico en Socialismo”, sino que el cálculo se dificulta para todos los actores, y en el caso del órgano director que pretende organizar a la sociedad más, por carecer de la información necesaria para ello. Hay calculo siempre, independientemente de las circunstancias, el punto es definir bajo qué circunstancias el cálculo tiende al éxito y bajo qué circunstancias no. En este sentido, el Socialismo no es imposible porque sea imposible calcular en él, sino porque su cálculo tiende inexorablemente al error.
[15] Óp. Cit. El cáncer de la corrupción: una consecuencia de las restricciones a la libre acción humana.
[16] Óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., pág. 45.
[18] Ver: Transparencia Venezuela identificó 914 empresas en manos del Estado. Puede acceder a través de: https://transparenciave.org/transparencia-venezuela-identifico-914-empresas-en-manos-del-estado-epe/ (Consultado el 31 de enero de 2024). Pascualina dice que la cifra de las empresas en manos del Estado asciende a 363 (ver: óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., pág. 94.), fundamentándose en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) —el mismo INE que dice que la pobreza en Venezuela se erradicó, que la educación está bien y que la inflación es baja—, pero esto es un absurdo; cabe señalar que pueden ser más de las que dice Transparencia Venezuela y que estas no suman la cantidad de empresas de maletín en manos de personas que tienen vínculos con el Estado y solo sirven para desviar recursos.
[19] Óp. Cit. La economía venezolana: cuentos y verdades., pág. 45-49.
[20] Óp. Cit. La dolarización y el negocio más rentable de la burguesía en el país., párr. 8. Esto es una estupidez superlativa; no hay nada más socialista que la existencia de un Banco Central, por tanto, no puede llevar a cabo ninguna medida «liberal». Las medidas monetaristas son igual de socialistas que las keynesianas o no monetaristas.
[22] Roymer Rivas. Hiperinflación: un fenómeno incomprendido; respuesta al libro de Pascualina Cursio. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/hiperinflacion-un-fenomeno-incomprendido-respuesta-al-libro-de-pascualina-cursio/ (Consultado el 31 de enero de 2024). Con esto, Pascualina puede dar por refutado todas las sandeces que sostiene en el articulo y la obra citada, que, si bien puede tener algunos datos ciertos, son sacados de contexto para llegar a conclusiones que no se amoldan a la realidad de Venezuela.
[23] Óp. Cit. La dolarización y el negocio más rentable de la burguesía en el país. Párr. 11.
Por Roymer Rivas, analista financiero, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Desde hace mucho el profesor Asdrúbal Oliveros viene sosteniendo, al igual que otros economistas, que la economía venezolana necesita que el sector bancario comience a (i) emitir crédito en dólares y (ii) permita la transferencia de recursos en divisa extranjera de un banco a otro, es decir, que se pueda pagar con divisas a través de las instituciones financieras, con sus distintos instrumentos, tal cual se hace con el Bolívar en el país. Empero, es necesario hacer algunos comentarios al respecto, sobre todo para el punto (i), pues no todo es tan bonito como parecen apuntar los economistas mainstreams.
Sobre la compensación en dólares (ii)
Tengo que decir que concuerdo con el profesor Oliveros cuando dice que se deben crear mecanismos para que los agentes económicos puedan realizar sus intercambios comerciales pagando y/o recibiendo pagos en dólares a través del Sistema Financiero Nacional, pues facilitaría el cálculo económico de los actores y, además, como bien sostiene Oliveros, habría menos presión en la Tasa de Cambio (TC) al haber más dólares circulando en la economía. Por ejemplo, que los bancos comiencen a emitir tarjetas de con saldos en dólares, que se permita transferir —por cuales sean las vías— de un banco a otro y/o que los puntos de venta de los negocios puedan procesar pagos en dólares[1], sería de gran ayuda a los venezolanos, pues daría un impulso a la dolarización de facto para bien.
Con respecto a la TC —y a modo de ilustración—, imagine que en la economía venezolana hay 10 bolívares, pero las personas solo demandan 2, mientras que hay 20$, pero las personas demandan 50$. Si algunos de estos dólares están en los bancos y a las personas se les dificulta moverlo de un lugar a otro, entonces la demanda por dólares aumenta y, por tanto, la presión al alza en el par Bs/$ también. Si los bancos liberan esos dólares, se satisface —parcial o completamente— la demanda en dólares —50$— y se traduce en menos presión al alza en la TC —ceteris paribus, ojo—.
Empero, el problema llega cuando la propuesta de Oliveros pasa también porque uno de los instrumentos de los que se puedan aprovechar las personas sea de la emisión de créditos en dólares por parte de la banca nacional. Un error garrafal con consecuencias a largo plazo catastróficas.
Sobre la emisión de créditos en dólares
El economista mainstream pone mucha atención en el consumo —visión que viene dominando desde Keynes hasta la actualidad— porque cree que es lo que estimula y/o hace crecer la economía; creen algo tipo: “más consumo, igual más ingreso para los empresarios, igual más ingreso para las personas —salarios— y más inversión, igual más consumo” en espiral ascendente hacia el progreso[2]. De allí el profesor manifieste su preocupación por las medidas del gobierno de mantener la TC a través de mantener el encaje legal alto en bolívares y al 100% en dólares —dado que, claramente, no se emiten créditos en dólares, sino indexados—, y la venta masiva de divisas a la Banca Nacional[3], pues, a su juicio, se estanca el consumo[4].
Sin embargo, aunque estoy de acuerdo con que la medida del Banco Central de Venezuela de intervenir los bancos —inyectando dólares— para contener la tasa de cambio es, a priori, insostenible en el tiempo y, de hecho, irrelevante en un contexto donde se sigue inyectando liquidez en bolívares[5] —una moneda que desprecian los actores sociales—, tengo que decir que es un error creer que será beneficioso a la economía venezolana emitir créditos en dólares sin antes reformar todo el sistema financiero nacional.
Emitir créditos en dólares con una banca de reserva fraccionaria, si bien en el corto plazo se traducirá en un Boom en la economía, más crecimiento, en el largo plazo, y más con las instituciones venezolanas que no permiten al mercado ajustarse correctamente, dada la intervención del gobierno, esto será la causa de una crisis económica si acaso no peor de lo que estamos atravesando ahora, que vendrá acompañada inexorablemente de corridas bancarias. Como bien lo explica la teoría del ciclo de la Escuela Austriaca de Economía, luego del Boom llega el Bust para sanear las distorsiones entre el ahorro y la inversión, llevando al ahorro forzoso de muchos agentes económicos, a la quiebra de muchos bancos y a la no finalización de proyectos que en la época de bonanza parecían rentables, cuando en realidad nunca lo fueron. Emitir créditos en dólares con el actual sistema es igual a crear dólares de la nada, pues los bancos no lo tendrán en sus bóvedas, como en teoría lo deben de tener ahora. En suma, la propuesta de Asdrúbal es muy cortoplacista y no tiene en cuenta las distorsiones monetarias y económicas que puede traer a la economía venezolana en el tiempo[6].
Sí, es cierto, en Venezuela se necesita consumir más, pero este consumo y las inversiones que puedan surgir en este contexto debe partir del ahorro real de la economía, lo cual solo será posible en un entorno donde la inflación —tanto monetaria como de precios— sea casi nula o negativa —deflación—. Y para lograr lo menos que hay que hacer es emitir créditos como si no hubiera un mañana[7]. Venezuela necesita compensar pagos en dólares, que se le den facilidades en el sistema financiero para que use la moneda que guste en el momento que guste, y también necesita créditos, pero buenos créditos, aquellos que se fundamentan en ahorro real, no en la reserva fraccionaria que lleva a prestar dinero con los “depósitos a la vista” —que están todo menos a la vista—.
Sobre el ciclo y la Tasa de Cambio
Los créditos en dólares en el corto plazo sí llevarían a que la TC se normalice y daría un periodo más o menos corto de “estabilidad cambiaria”, pues al haber más oferta de dólares no habría razón para que la TC suba[8], pero hay que tener cuidado con esto. En Venezuela se ha dado el caso de que los precios en dólares comenzaron a subir hace un tiempo, pero esto se debe a que los precios en bolívares aumentan más rápido de lo que aumenta la TC, por lo que hay un rezago cambiario que se traduce en aumento de precios en dólares[9]. Si se comienza a emitir créditos en dólares, lo que pasará es lo siguiente, en extremo resumen: (i) disminuye el rezago cambiario y, por tanto, no aumentan los precios en dólares en el corto plazo; (ii) hay una época de bonanza; (iii) comienza a distorsionarse los precios, pero nadie se da cuenta en el corto plazo; (iv) comienzan a subir los precios en dólares, pero ya no por el rezago cambiario, sino por la inyección de dólares en la economía que llevará a un punto donde la oferta de la misma supere su demanda o, si no es este el caso, los precios no subirán pero el poder adquisitivo igual se corroerá y se mantendrán las distorsiones de precios; (v) la distorsiones llevarán en el corto plazo a emprender proyectos que parezcan rentables, pero en realidad no lo son —pues las tasas de interés eran bajas—, y, una vez explote la burbuja, suben las tasas de interés, no se pueden pagar los créditos, hay recesión, las personas buscarán sus dólares en los bancos y cuando se den cuenta que solo existían en saldos contables y no en físico habrá corrida bancaria.
En este marco, no sabría decir si la TC subirá o bajará, porque dependerá de las demandas del momento, pero lo que si puedo decir con seguridad es que, independientemente de si sube o baja la TC, subirán los precios en dólares. La única relevancia que tendrá el juego con la TC, que hoy parece ser un problema para los economistas, es que determinará en buena medida cuan alto subirán los precios en una u otra moneda, llevando a un escenario de hiperinflación[10].
Excurso sobre soluciones a estos problemas
Empecé a escribir con la intención de explicar brevemente, de forma formal, porque es tácito a lo largo del texto, algunos caminos a recorrer para solucionar el problema de Venezuela sin necesidad de acudir a las “soluciones” —que no solucionan nada de fondo— que proponen los economistas, pero ya se me hizo largo, así que lo dejo para otro día.
[1] Con respecto a éste último punto, algunos bancos ya lo están haciendo, por cierto.
[2] Entiendo que es un burdo resumen, pero la esencia es esa. Si bien el economista está acostumbrado a sin fines de modelos y parámetros para sus “cálculos”, al final todo es un constructo
[3] En lo que va de este mes, el Banco Central de Venezuela ya ha tenido 7 intervenciones cambiarias en un burdo intento por contener la Tasa de Cambio. Puede acceder a estos datos en la página oficial del BCV, a través de: https://www.bcv.org.ve/politica-cambiaria/intervencion-cambiaria (Consultado el 26 de enero de 2024). A modo de comentario, tengo que decir que esto refuta todas las premisas de Pascualina Cursio sobre que “la inflación [de precios] no es un fenómeno monetario” y “se debe a factores externos”, como es el caso del “ataque imperial contra la moneda” (hago referencia al panfleto titulado: “Hiperinflación, arma imperial”. 2020., y a varios artículos en medios), pues si la inyección de liquidez de una moneda no es la causa de su devaluación, entonces no tendría sentido que el BCV intente disminuir la brecha o el rezago cambiario a través de la venta masiva de dólares —devaluando la moneda—.
[5] Esta es la tendencia del BCV en toda su historia, más desde que llegó Chávez al poder en 1999. Tan solo en 2023, que son los últimos datos que se tienen, hasta el mes de noviembre, M2 creció un 346,35% —si se toma como base a diciembre de 2022—, creciendo en promedio un 12,18%. Puede ver la siguiente imagen, que muestra los montos, variaciones porcentuales y la tendencia, siempre creciente.
[6] Y conociendo a la cuerda de modorros que dirigen este país y a la cuerda de minusválidos mentales que pretenden dirigirla, cuyo conocimiento de economía y, más importante, procesos sociales complejos es nulo, esto servirá de impulso al discurso del estilo: la culpa es del “perverso dólar” y el “imperialismo”, “es mejor una moneda nacional fuerte, donde le BCV pueda usar todos los instrumentos a su disposición para estabilizar los precios”.
[7] Asdrúbal dirá que no se emitirán créditos como si no hubiera un mañana, pues los bancos tienen analistas de riesgo que solo prestarán a aquellos que tengan probabilidades de pagar, pero es suficiente con hacer un repaso en la historia y ver nuestra economía (y la economía global) para ver que esto no es seguro de nada. En este escenario, no soy yo quien tiene que demostrar que Asdrúbal se equivoca, sino que es él quien debe intentar demostrar que en el largo plazo no habrá problemas a causa de esta medida. Y cabe destacar que no vale decir “eso es parte del ciclo, así funciona la economía”, porque es eludir el problema sin solución alguna, es como decir: “come de esta torta con veneno, no tiene mucho, no te matará, solo te enfermarás cada cierto tiempo, pero comiendo más torta se te quita. Es lo único que puedes hacer, porque no hay más nada que comer”; aquí el punto es que sí hay más tortas sin veneno, solo que no funcionales al poder político y aliados bancarios y no conocidos y/o aceptados por el mainstream económico —a quienes por lo general les falta lectura y viven metidos en cálculos matemáticos que nada explican de la realidad, por cierto—.
[8] Esto solo suponiendo que esa oferta solape a la depreciación del bolívar o que la demanda del bolívar se mantenga constante por un tiempo donde se inyectan dólares y desaparece el rezago cambiario. Si estos no son los casos, aun con la inyección de dólares vía crédito sustentado en los depósitos a la vista, habría subida de tasa de cambio, porque más rápido se desprecia el bolívar. Para comprender mejor a qué me refiero con este juego de oferta y demanda en un contexto donde hayan 2 o más monedas, invito a leer: Roymer Rivas. 2023. Hiperinflación: un fenómeno incomprendido; respuesta al libro de Pascualina Cursio. Publicado en el portal de ContraPoder News, al cual puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/hiperinflacion-un-fenomeno-incomprendido-respuesta-al-libro-de-pascualina-cursio/ (Consultado el 26 de enero de 2024).
[9] Hace tiempo leí a una miembro de CEDICE Libertad decir que el incremento de los precios en dólares se debe en parte a la inyección de dólares del Estado a través de la banca nacional, pero esto es un error. De hecho, paradójicamente, la inyección de dólares a la banca a disminuido el rezago y, por tanto, es el causante de que los precios en dólares no hayan subido más de lo que subieron. Esto se lo leí a la profesora Andrea Rondón, intenté encontrar la publicación en la red social “X”, pero me fue en vano. En todo caso, a eso aludo también en óp. Cit. Hiperinflación: un fenómeno incomprendido; respuesta al libro de Pascualina Cursio., casi finalizando.
[10] Aquí yo se usa el término “Hiperinflación” para lo que realmente debe usarse, a saber, la multiplicidad de precios en una economía según su modo de pago, y no para lo que normalmente lo mal utilizan los economistas para definir una supuesta subida de precios “general” de la economía del 50% mensual.
El impuesto hoy grava todos los autos 0km de más de 14 millones de pesos con un impuesto del 25%, mientras que Milei decretó subir este piso a 19 millones y bajar el tributo al 20%.
Gracias a un decreto que publicó el presidente Javier Milei este jueves a las 00 horas, la compra de autos cuyo valor es inferior a los 20.000 dólares dejará de estar gravada por el polémico «impuesto al lujo». Este tributo había generado enormes distorsiones de precios que habían puesto en jaque a los fabricantes de autos.
De esta manera, el Gobierno asegura que comprar un auto deja de ser un lujo en Argentina, y se corrige un error técnico, que no se había salvado durante el mandato de Alberto Fernández a propósito, que hacía que autos populares del mercado paguen un «impuesto al lujo».
Con la inflación que hubo en los últimos meses, todos los modelos del segmento chico y de entrada de gama quedaron afectados por este gravamen el 25% que impactaba en los 0km con un precio de venta al público a partir de los 14 millones de pesos.
Luego de la inflación del Massazo, ya no quedaban 0km por debajo de esa barrera, y la compra de cualquier auto nuevo entraba dentro de la categoría de «auto de lujo» por lo que quedaba alcanzado por el tributo que ascendía hasta el 25% para la categoría más baja.
Luego, los autos a partir de los $27 millones de pesos pagaban una tasa efectiva del «impuesto al lujo» del 50%, destruyendo completamente el mercado automovilístico. El problema es que estos valores se habían establecido en 2014, durante el gobierno de Cristina Kirchner, donde realmente solo afectaban a autos de alta gama, pero nadie actualizó las escalas y se terminó abarcando todos los autos 0km.
A partir de ahora, ningún auto por debajo de 19 millones de pesos pagará este impuesto. Luego, entre este valor y 36 millones de pesos (unos 35.000 dólares) pagarán una cuota de 20%; y la siguiente categoría, para valores mayores, pagará como máximo un tributo del 35%.
Se espera que bajen los precios de los 0km
Actualmente, todos los modelos del segmento chico tienen alguna versión impactada por el impuesto al lujo. Ellos son Fiat Cronos, Peugeot 208, Volkswagen Polo, Renault Sandero,entre los más populares. En estos casos, podría verse una reducción en su precio final de hasta el 25%.
En el segmento de SUV chicos pasa lo mismo. Volkswagen Nivus y T-Cross, Chevrolet Tracker, Citroën C4 Cactus, Fiat Pulse, entre otros, también pagan este impuesto actualmente y deberían ver una reducción del 25%.
En el caso de la gama media, modelos como Toyota Corolla Cross y Toyota Corolla, también están alcanzados por la medidaen su primera escala, por lo que se debería ver una caída en el precio, aunque también podría compensar la inflación esperada del 25% para enero y no modificarse su precio.
Luego, hay modelos que están alcanzados por la segunda escala, como es el caso del Volkswagen Taos o el Ford Territory, que pasarán de pagar un impeusto del 50% a uno del 20%, por lo que podrían ver una caída del 30% en su precio final.
El programa garantiza la disciplina fiscal, y al mismo tiempo apuesta por las políticas “del lado de la oferta” para estimular el potencial productivo del país. El gran objetivo del Gobierno será producir un giro de 180° en la cosmovisión de los impuestos que se pagan en Argentina.
El Gobierno del Presidente Javier Milei prepara la que posiblemente pueda ser la reforma tributaria más importante que se haya visto desde el retorno de la democracia. Y si bien todavía no se han dado a conocer los detalles de la misma, es casi un hecho que se verán afectados los principales componentes de la recaudación, pero también aquellos que no son representativos pero que generan grandes distorsiones en el funcionamiento de la economía.
Argentina mantiene una cantidad insólita de impuestos, tasas y contribuciones, pero lo cierto es que el grueso de la recaudación (aproximadamente el 90%) se concentra en los 10 gravámenes más comunes (Ganancias, IVA, impuestos al comercio exterior, contribuciones patronales, etc).
La reforma que lanzará el Gobierno de Milei hará foco en dos cuestiones fundamentales: reducir la presión tributaria efectiva como porcentaje del PBI de manera compatible con la disciplina fiscal, y por otra parte reducir drásticamente la proporción de los impuestos particularmente distorsivos como porcentaje de la recaudación total.
Argentina mantiene un nivel anormalmente elevado en ciertos impuestos que en el mundo o bien no existen, o bien se mantienen en niveles acotados por su gran distorsión sobre los mercados. Ejemplos de esto hay de sobra, pero pueden mencionarse las retenciones a la exportación, los derechos a las importaciones, el impuesto al cheque, el impuesto de Bienes Personales, y los impuestos al trabajo en blanco, entre muchos otros.
La reforma buscará reducir especialmente estos impuestos distorsivos, que perderán cada vez más terreno dentro de la estructura tributaria, hasta eventualmente ser eliminados por completo en muchos casos. Los cambios que propondrá el proyecto del oficialismo tendrían vigencia a partir del 1° de enero de 2025, dando así un margen prudencial para poder ajustar las finanzas públicas del Gobierno nacional en 2024.
Hasta ahora, las medidas impositivas del ministro Caputo se centraron en la generación de recaudación, tanto por la vía de los incentivos (efectos laffer) como por cuestiones de proactividad (hay impuestos que son se más fácil recaudación, y más aún en tiempos de emergencia).
El Gobierno resolvió una suba temporal hasta el 15% sobre las retenciones de economías regionales seleccionadas, y elevó la tasa del impuesto PAIS hasta el 17,5% respectivamente. Paralelamente, se modificó el régimen de Bienes Personales para favorecer el pago por adelantado (hasta 5 años), ofreciendo tasas reducidas y facilidades de pago. También se aprobó un esquema de rebajas programadas para este impuesto.
Todas estas medidas fueron necesarias para gestionar la crisis que dejó plantada el kirchnerismo y el proceso hiperinflacionario que ya estaba latente durante las primeras semanas de diciembre (los precios subían a razón del 1% cada día). La hiperinflación se evitó gracias al pragmatismo y la determinación que demostró tener el Presidente Milei a la hora de tomar decisiones difíciles, y muchas veces por fuera de los anhelos ideológicos ideales.
Este sábado 27 de enero «Impulsa Tu Economía» (ITE) llevará a cabo un taller de planificación financiera con el objetivo de que las personas, especialmente quienes viven dentro de Venezuela, adquieran el conocimiento y las herramientas necesarias para tomar mejores decisiones financieras.
Dado que el conocimiento financiero es de aquellos que no todos en la población dominan, ITE se propuso hacer accesible el mismo para que las personas tengan la capacidad de analizar, «organizar y planificar sus finanzas personales de forma efectiva, con el fin de alcanzar metas financieras especificas en el mediano-largo plazo y mejorar su posición financiera a nivel general en el futuro».
El taller tiene una duración aproximada de 03 horas, de 9:00am hasta las 12:00pm (GTM-4), y se dictará a través de Google Meet —virtual—. Sin embargo, quedan las puertas abiertas para hacer seguimiento de los participantes para que puedan afianzar el conocimiento y llevarlo a la práctica en su día a día.
Además, los participantes contarán con material guía que los ayudará en el proceso de planificación de sus finanzas personales —y familiares—.
Cabe destacar que la cultura financiera de la sociedad venezolana es muy pequeña, en comparación a otros países, y que eso no les ayuda en la toma de decisiones en la precaria realidad que vive la población en el campo económico y político. Muestra de ello es el desconocimiento de algunos instrumentos financieros que si se pueden aprovechar en el país, a pesar de la crisis.
No obstante, el taller tiene plazas abiertas para aquellos que deseen aprender y se encuentren fuera del país, con los mismos beneficios[*].
[*] Si desea más información, puede visitar la cuenta de Instagram de la marca en: @Impulsatueconomia y dejar un mensaje.
Por Roymer Rivas, analista financiero, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Desde hace algunos 100 años, el Estado, junto al sistema económico que se sustenta gracias a él —entiéndase: conjunto de instituciones que empujan a ver mejor el aumento del consumo presente a costa de la prosperidad futura, aunque no acepten esto último—, han llevado una guerra contante contra el ahorro, promoviendo la deuda y la inflación como cosas necesarias y/o características del sistema “capitalista” en un marco donde se busca el progreso de la sociedad, y hasta el momento ha ganado la batalla: suficiente con ver las actitudes que tienen las personas hacia el ahorro y el consumo para darse cuenta de ello. Empero, nada más alejado de la realidad y más dañino para la sociedad que esto. A diferencia de lo que piensan algunos, esta no es la panacea de la prosperidad; parecen no entender que la deuda y el consumo irresponsable que auspician no es la causa de que la mayor parte de la población saliera de la pobreza, sino que es todo lo contrario: el ahorro y la empresarialidad es lo más importante.
El sistema financiero mundial, sostenido en Dinero Fiat, es el único que ha inventado el ser humano que permite tener un saldo negativo en las cuentas y, aun así, poder seguir gastando como si no hubiese un mañana —algo de lo que salen más beneficiados los políticos y los banqueros que cualquier otro agente en la economía, vale destacar—. Esto es una aberración en todo sentido, dado que atenta contra principios básicos de finanzas y economía —las buenas finanzas y la buena economía—, a saber, que la inversión —y el gasto— es igual al ahorro[1].
¿Los perjudicados? Usted y yo, personas comunes que no tenemos —y si eres de los míos, ni queremos tener— ningún tipo de vínculo con el Estado y su sistema prebendario, pues vemos carcomerse nuestros ingresos reales[2]. En este marco, donde la deuda mundial es exorbitante, al punto en el que toda la población del planeta tendría que trabajar casi 4 años sin recibir siquiera 1$ para saldar con toda ella, cabe preguntarse: ¿Realmente necesito de la deuda para mejorar mi estilo de vida? Y ¿Cómo puedo protegerme de las decisiones del Estado y, más importante, la tendencia al consumo irresponsable? ¿Quién puede defendernos?
Lo primero es comprender que nadie va a venir en su ayuda, que la responsabilidad corre toda por su cuenta. Usted decide si seguir la ola en la que sumergió el Estado a la Sociedad en el último siglo o hace todo lo contrario. En este sentido, lleva la contraria a la dirección de la sociedad y el común de la gente, que tiene problemas financieros, simplemente evitando las deudas.
Las deudas esclavizan, son los grilletes de esclavitud del siglo XXI. En las finanzas personales. Esto no constituye una mera opinión ni depende de las circunstancias, es una verdad invariable, independientemente del contexto. Usted puede vivir pensando en qué pagará mañana o en cómo administrar mejor mis ingresos y el ahorro para aumentar la satisfacción en el futuro.
De hecho, esto dice mucho de su psicología en relación con el dinero; los niños tienden a apelar a la inmediatez, a querer todo hoy; los adolescentes, en buena medida marcado por el adjetivo anterior, tienden a apelar a la superficialidad; los adultos tienden a ser más responsables; pero el punto fuerte lo encontramos en los adultos mayores, esos si ahorran y pueden trasladar la satisfacción presente a un futuro más o menos lejano. El problema es que las actitudes de los miembros de la sociedad actual parecen ser más adolescentrica que adulta mayor; quiero todo hoy, sin importarme qué pase mañana; como va viniendo vamos viendo; mañana voy a morir, disfruto todo hoy; se me acabó el dinero, pero puedo pedir prestado y después veo como lo pago; se me acabó el dinero, pero lo disfruté al máximo, puedo aguantar unos días de hambre; o pensamientos similares; en suma, además de adolescentrico, son pensamientos y actitudes “estadocentricas”, así es como piensa el Estado, así actúan hoy los individuos.
¿Desea llevar unas buenas finanzas personales? Estudie cómo lleva las finanzas el Estado y haga precisamente todo lo contrario. El Estado gasta más de lo que ingresa; gastar menos de lo que ingresa. El Estado no ahorra y se endeuda; yo debo ahorrar y evitar las deudas. El Estado incentiva el consumo porque “es lo que sostiene la economía”; yo debo consumir responsablemente, dadas mis circunstancias, y dejar “que la economía se venga abajo”[3]. El Estado inyecta dinero para “estimular o engrasar los engranajes de la economía”; yo tomo ese dinero y, después de salir de gastos varios, lo rechazo invirtiendo, porque prefiero otra cosa al dinero y porque sé que mañana eso no valdrá nada.
Además, como no siempre puedo escapar de las acciones del Estado, porque extiende sus tentáculos ahorcadores por todo el corpus social, yo estudio las leyes tributarias de mi zona para tratar en lo posible de pagar menos impuestos; comprendo más o menos cómo afectan las decisiones del Banco Central en el campo monetario y financiero para protegerme de sus ineludibles consecuencias; pero sobre todo, cultivo buenos hábitos de ahorro e inversión para oponerme por completo al sistema y al Estado y conseguir frutos en el largo plazo.
[1] Puede que usted piense: “pero puedo gastar más hoy con deuda, así que no siempre la inversión más el gasto es igual al ahorro”, pero esta premisa no considera que usted está trasladando el ahorro presente hacia el futuro, pues, aunque consume más hoy, en el futuro tendrá que consumir menos —ahorro— para cancelar su deuda. Ergo, la premisa se mantiene: inversión es igual al ahorro. De hecho, el sistema financiero actual no sigue esta premisa, y por ello es que llegan los ciclos de auge y recesión, donde cosas que durante un tiempo parecían rentables resultaron no serlo.
[2] Para quien no lo sabe, en economía y finanzas se manejan los términos: ingreso nominal e ingreso real. En resumen, cuando se habla de “ingreso nominal” se hace referencia a la cuantía en monedas, mientras que el “ingreso real” hace referencia a la cantidad de cosas que se puede comprar con esa cuantía. Puede que durante 12 años usted haya ganado 1000$ —ingreso nominal—, pero en el mes 12 se encuentra con que compra menos cosas que en el mes 1 —ingreso real— gracias a los efectos de la inflación, que corroe el poder adquisitivo de su dinero. En este escenario, si su modo de vida se mantiene igual, se dificulta mantenerlo en el tiempo.
[3] Aclaro, es sarcasmo. En realidad, es precisamente el ahorro y las bajas deudas lo que permite que la economía progrese. Ergo, todo aquel que ahorre no solo toma una decisión que le beneficia a nivel personal, sino que es un benefactor social fundamental. Usted puede producir y consumir 28 huevos a la semana sin recibir nada más, o menos, o puede consumir 21 durante un tiempo, vender el restante —ahorro— y, con el dinero recaudado —ahorro—, aumentar la producción de huevos, de forma que en el futuro pueda consumir 35. ¿No beneficia a toda la economía con eso? Por supuesto que sí.
La Argentina registró un infame récord mundial de inflación al cierre de 2023, oficialmente con un salto de precios en torno al 211% para un período de 12 meses. La gestión kirchnerista dejó montada una hiperinflación escondida en precios relativos artificialmente distorsionados y una fuerte represión financiera sobre el mercado cambiario.
El kirchnerismo abandonó el Gobierno dejando un triste récord histórico de inflación, que no solo fue la más elevada que haya registrado Argentina en 32 años, sino que además fue la más alta del mundo.
El INDEC confirmó que los precios minoristas medidos por el IPC se dispararon más de un 25% en diciembre, el último mes de la gestión de Massa, y al mismo tiempo la variación interanual con respecto del mismo período de 2022 arrojó un salto del 211,4%. No se veía algo ni remotamente similar desde 1991.
Oficialmente la tasa de inflación interanual de Argentina superó a la que tuvo Venezuela en el mes de diciembre (193% según estimaciones confiables), y por supuesto se separó cómodamente de los registros de cualquier país del continente. La inflación argentina se ubicó incluso por encima de la de Líbano (casi en un empate técnico en torno al 211%).
Pero la herencia del kirchnerismo no se limita a este escenario tan catastrófico, sino que además el brutal deterioro de los precios relativos y la represión artificial del tipo de cambio dejaron montada una virtual hiperinflación “escondida”y a la vuelta de la esquina. Precisamente la principal apuesta del Gobierno entrante fue evitar a toda costa el estallido de un proceso tan traumático y terrible como la hiperinflación.
De hecho, las primeras mediciones para el mes de diciembre arrojaban un salto de precios en torno al 1% por día, lo cual suponía una tasa anualizada con valores estratosféricos.
Tras las medidas adoptadas y el importante apretón monetario que llevó a cabo el Banco Central de Santiago Bausili, la hiperinflación pudo evitarse exitosamente, aunque la sociedad sigue atravesando un costo social muy doloroso en respuesta a los descalabros cometidos durante los últimos cuatro años.
Comienzan a vislumbrarse los primeros resultados del proceso de desregulación que llevó a cabo el Gobierno sobre el mercado inmobiliario. La mayor puesta en oferta de bienes inmuebles impactará positivamente en los precios para los nuevos contratos que se lleven a cabo, en beneficio de los consumidores.
A solo una semana de la derogación de las regulaciones implícitas en la Ley de alquileres de 2020, el mercado inmobiliario respondió positivamente y demostró un fuerte impulso en tiempo récord.
Esto fue posible gracias al decreto de desregulación firmado por el Presidente Javier Milei, el cual ya entró en vigencia y está sujeto a convalidación por el tratamiento de las cámaras legislativas. El proceso de desregulación permitió afianzar los derechos de propiedad, y en respuesta a este fenómeno los propietarios volvieron a poner sus viviendas en alquiler frente al mercado.
La cantidad de bienes inmuebles ofrecidos para locación aumentó en un 20% en los aglomerados urbanos, según informan las principales plataformas vinculadas a este rubro. Zonaprop informó por un salto del 20% para la oferta de la Capital Federal, mientras que Argenprop registró un alza de hasta el 47%.
Estos resultados son registrados a solo una semana del lanzamiento del nuevo marco regulatorio amigable con los derechos de propiedad. Se espera que la oferta continúe demostrando un desarrollo positivo, siempre y cuando el Poder legislativo convalide las medidas tomadas por el oficialismo.
Pese al brutal ritmo de la nominalidad de la argentina (una situación que se hereda de la administración anterior), se espera que los precios de los alquileres comiencen a bajar en términos reales, es decir, comenzarán a abaratarse en relación a los demás bienes de la economía.
En otras palabras, cada vez más inquilinos podrán acceder a una vivienda en un mercado más amplio y diversificado, mientras que los propietarios tendrán incentivos para ofrecer sus viviendas al alquiler debido a las mayores facilidades y garantías que ofrece el nuevo marco normativo. Ambas partes de los contratos resultan beneficiadas por la desregulación que lleva a cabo el Gobierno.
Bajo el régimen regulatorio del kirchnerismo, la relación entre el precio promedio para alquilar y el salario medio registrado (valuado por el índice RIPTE del INDEC) no hizo más que deteriorarse de manera ininterrumpida desde marzo de 2020, y a partir de 2023 el proceso se profundizó aún más.
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