Lo preocupante de nuestros tiempos es que vivimos la hora de los radicales. El Foro de São Paulo y su meca, la Cuba Castrista, han llenado de calamidades nuestro subcontinente, siendo los venezolanos quienes encabezamos la lista de los más afectados.
Han sido décadas de subversión, de toma del poder por elección para perseguir e instaurar la aspiración totalitarista. Tenemos bajas de lado y lado. Allende y su trágico final para adentrar a Chile en una larga dictadura derechista, esa que extermino una generación izquierdista a sangre y tripas. Un artefacto de Nixon y Kissinger, obedeciendo a la política norteamericana de contención comunista durante la guerra fría.
Por otro lado, la guerrilla colombiana y su brutal disputa del control de la coca con su alter ego las derechistas autodefensas; disputa que, aunque menos escandalosamente sangrienta que antes, continúa.
Cuando cae el muro de Berlín, muchísimos creímos que era el final de los gobiernos totalitarios de izquierda o comunista, ¡Que equivocados estábamos!
Sabemos la historia y aún la vivimos, Chávez llega por la vía del voto, acaba con la Venezuela que organiza Gómez, y buscaba hacerla perfectible la democracia. Cae Argentina, Uruguay fue una excepción con el sabio Mujica, Chile ha ido y venido con una mezcla más socialdemócrata que izquierdosa que perdió —por los asesinatos en masa de la era Pinochet— por obvias razones su letalidad.
Lula va y viene en Brasil, Evo Morales estuvo largo tiempo y no ha regresado —y es posible no lo haga—, Correa en Ecuador ya es considerado un criminal.
Petro llega en Colombia, pero su agenda no compromete en problemas a la nación, todos envidian a Chávez, porque, a diferencia de este, las instituciones de sus países no han permitido que hagan con ellas lo que les da la gana.
Básicamente dos décadas de hegemonía izquierdista nos han privado la entrada al siglo veintiuno.
La implícita agenda de destrucción para luego crearlo todo nuevo ha provocado reacciones en nuestras sociedades que buscan proteger tradiciones y valores no negociables.
El radicalismo de derecha ya crea reacciones y de allí la glamorosa e insurgente derecha que ya reina en Italia con Giorgia Meloni.
Trump es el abanderado global de esta derecha populista y lo demostró en el evento conservador CPAC reunida este pasado fin de semana celebrada en el National Harbor Maryland.
Junto a Meloni, Trump acoge pinceladas fascistas en su discurso, es el gran ganador de las primarias que buscan presentar el cándidato republicano a las elecciones generales de este año, sabemos que hizo en su primer gobierno, su regreso está signado de múltiples problemas legales. El proceso es interesante.
Y también la reacción de las políticas de elementos radicales de izquierda que controlan el partido demócrata desde Obama.
Una de las vedettes del evento, fue el conservador presidente Javier Milei, la legítima reacción argentina a décadas de corrupción peronista y control económico retardante, genera una gran expectativa que está por verse que tan efectiva será.
Santiago Abascal, el derechista de la nueva y fresca falange española, es igualmente reacción a décadas de gobiernos socialistas primero luminosos (Felipe González) y luego aberrantes (Zapatero, Sánchez y Podemos) tiene un discurso nacionalista que rechaza las divisiones catalanas y vascas afirmándose en lo positivo de una España Unida, en sus símbolos e historia, pareciera estar cercano al poder, de ser así veremos si lo conquista y que hace.
Otro asistente al conciliábulo conservador del norte, ha sido el salvadoreño Bukele, quien ha exitosamente convertido al diminuto país centroamericano en un destino seguro a los turistas en inversores y que ha asegurado su legado firme en los libros de historia; el haber acabado con una de las organizaciones criminales más temidas del mundo: La Mara Salvatrucha. Aunque cabe destacar que su apetito de mantenerse en el poder indefinidamente es un punto de observación.
Quien esto escribe favorece el centrismo que usa de su ventaja pragmática una herramienta efectiva de satisfacción de las necesidades colectivas, pero esta reacción pro derechista global se hace eco en nuestros países y ya se adentra en ser poder. Veremos que ocurre.
Caracas. – Coordinadores locales de EsLibertad Venezuela hicieron acto de presencia en los espacios de la Universidad Nacional Abierta, sede Maracay, para hablar sobre la situación económica de Venezuela y sus propuestas de solución.
Esto ocurre en el marco de una serie de ponencias formativas que se están programando y llevando a cabo en diversas universidades públicas del país, con el fin de despertar el pensamiento crítico en las personas y destacar la importancia de la libertad para el progreso de la humanidad.
Es necesario destacar que la primera vez que EsLibertad organizó un evento en espacios de las Universidades Públicas del país, destruidas por el Socialismo del siglo XXI y cuyo marco ideológico dirigido desde el Ministerio de Educación podría considerarse liberticida, fue en abril de 2023, con la LibertyCon.
Ahora se suman programas de eventos para la UNA, Maracay, y otros para las zonas de San Juan de los Morros, Guárico, y San Felipe, Yaracuy, que se llevarán a cabo en las próximas semanas, llevando así las ideas de la libertad a varios rincones del país.
En medio de las adversidades que se viven en Venezuela, incluyendo incluso la siempre latente y posible persecución del régimen de quienes promueven ideas de libertad, siempre hay faros que dan la batalla cultural y buscan despertar consciencias, sin autocensurarse.
Por Roymer Rivas, analista financiero, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Desde hace algunos 100 años, el Estado, junto al sistema económico que se sustenta gracias a él —entiéndase: conjunto de instituciones que empujan a ver mejor el aumento del consumo presente a costa de la prosperidad futura, aunque no acepten esto último—, han llevado una guerra contante contra el ahorro, promoviendo la deuda y la inflación como cosas necesarias y/o características del sistema “capitalista” en un marco donde se busca el progreso de la sociedad, y hasta el momento ha ganado la batalla: suficiente con ver las actitudes que tienen las personas hacia el ahorro y el consumo para darse cuenta de ello. Empero, nada más alejado de la realidad y más dañino para la sociedad que esto. A diferencia de lo que piensan algunos, esta no es la panacea de la prosperidad; parecen no entender que la deuda y el consumo irresponsable que auspician no es la causa de que la mayor parte de la población saliera de la pobreza, sino que es todo lo contrario: el ahorro y la empresarialidad es lo más importante.
El sistema financiero mundial, sostenido en Dinero Fiat, es el único que ha inventado el ser humano que permite tener un saldo negativo en las cuentas y, aun así, poder seguir gastando como si no hubiese un mañana —algo de lo que salen más beneficiados los políticos y los banqueros que cualquier otro agente en la economía, vale destacar—. Esto es una aberración en todo sentido, dado que atenta contra principios básicos de finanzas y economía —las buenas finanzas y la buena economía—, a saber, que la inversión —y el gasto— es igual al ahorro[1].
¿Los perjudicados? Usted y yo, personas comunes que no tenemos —y si eres de los míos, ni queremos tener— ningún tipo de vínculo con el Estado y su sistema prebendario, pues vemos carcomerse nuestros ingresos reales[2]. En este marco, donde la deuda mundial es exorbitante, al punto en el que toda la población del planeta tendría que trabajar casi 4 años sin recibir siquiera 1$ para saldar con toda ella, cabe preguntarse: ¿Realmente necesito de la deuda para mejorar mi estilo de vida? Y ¿Cómo puedo protegerme de las decisiones del Estado y, más importante, la tendencia al consumo irresponsable? ¿Quién puede defendernos?
Lo primero es comprender que nadie va a venir en su ayuda, que la responsabilidad corre toda por su cuenta. Usted decide si seguir la ola en la que sumergió el Estado a la Sociedad en el último siglo o hace todo lo contrario. En este sentido, lleva la contraria a la dirección de la sociedad y el común de la gente, que tiene problemas financieros, simplemente evitando las deudas.
Las deudas esclavizan, son los grilletes de esclavitud del siglo XXI. En las finanzas personales. Esto no constituye una mera opinión ni depende de las circunstancias, es una verdad invariable, independientemente del contexto. Usted puede vivir pensando en qué pagará mañana o en cómo administrar mejor mis ingresos y el ahorro para aumentar la satisfacción en el futuro.
De hecho, esto dice mucho de su psicología en relación con el dinero; los niños tienden a apelar a la inmediatez, a querer todo hoy; los adolescentes, en buena medida marcado por el adjetivo anterior, tienden a apelar a la superficialidad; los adultos tienden a ser más responsables; pero el punto fuerte lo encontramos en los adultos mayores, esos si ahorran y pueden trasladar la satisfacción presente a un futuro más o menos lejano. El problema es que las actitudes de los miembros de la sociedad actual parecen ser más adolescentrica que adulta mayor; quiero todo hoy, sin importarme qué pase mañana; como va viniendo vamos viendo; mañana voy a morir, disfruto todo hoy; se me acabó el dinero, pero puedo pedir prestado y después veo como lo pago; se me acabó el dinero, pero lo disfruté al máximo, puedo aguantar unos días de hambre; o pensamientos similares; en suma, además de adolescentrico, son pensamientos y actitudes “estadocentricas”, así es como piensa el Estado, así actúan hoy los individuos.
¿Desea llevar unas buenas finanzas personales? Estudie cómo lleva las finanzas el Estado y haga precisamente todo lo contrario. El Estado gasta más de lo que ingresa; gastar menos de lo que ingresa. El Estado no ahorra y se endeuda; yo debo ahorrar y evitar las deudas. El Estado incentiva el consumo porque “es lo que sostiene la economía”; yo debo consumir responsablemente, dadas mis circunstancias, y dejar “que la economía se venga abajo”[3]. El Estado inyecta dinero para “estimular o engrasar los engranajes de la economía”; yo tomo ese dinero y, después de salir de gastos varios, lo rechazo invirtiendo, porque prefiero otra cosa al dinero y porque sé que mañana eso no valdrá nada.
Además, como no siempre puedo escapar de las acciones del Estado, porque extiende sus tentáculos ahorcadores por todo el corpus social, yo estudio las leyes tributarias de mi zona para tratar en lo posible de pagar menos impuestos; comprendo más o menos cómo afectan las decisiones del Banco Central en el campo monetario y financiero para protegerme de sus ineludibles consecuencias; pero sobre todo, cultivo buenos hábitos de ahorro e inversión para oponerme por completo al sistema y al Estado y conseguir frutos en el largo plazo.
[1] Puede que usted piense: “pero puedo gastar más hoy con deuda, así que no siempre la inversión más el gasto es igual al ahorro”, pero esta premisa no considera que usted está trasladando el ahorro presente hacia el futuro, pues, aunque consume más hoy, en el futuro tendrá que consumir menos —ahorro— para cancelar su deuda. Ergo, la premisa se mantiene: inversión es igual al ahorro. De hecho, el sistema financiero actual no sigue esta premisa, y por ello es que llegan los ciclos de auge y recesión, donde cosas que durante un tiempo parecían rentables resultaron no serlo.
[2] Para quien no lo sabe, en economía y finanzas se manejan los términos: ingreso nominal e ingreso real. En resumen, cuando se habla de “ingreso nominal” se hace referencia a la cuantía en monedas, mientras que el “ingreso real” hace referencia a la cantidad de cosas que se puede comprar con esa cuantía. Puede que durante 12 años usted haya ganado 1000$ —ingreso nominal—, pero en el mes 12 se encuentra con que compra menos cosas que en el mes 1 —ingreso real— gracias a los efectos de la inflación, que corroe el poder adquisitivo de su dinero. En este escenario, si su modo de vida se mantiene igual, se dificulta mantenerlo en el tiempo.
[3] Aclaro, es sarcasmo. En realidad, es precisamente el ahorro y las bajas deudas lo que permite que la economía progrese. Ergo, todo aquel que ahorre no solo toma una decisión que le beneficia a nivel personal, sino que es un benefactor social fundamental. Usted puede producir y consumir 28 huevos a la semana sin recibir nada más, o menos, o puede consumir 21 durante un tiempo, vender el restante —ahorro— y, con el dinero recaudado —ahorro—, aumentar la producción de huevos, de forma que en el futuro pueda consumir 35. ¿No beneficia a toda la economía con eso? Por supuesto que sí.
Por Roymer A. Rivas B., coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y Teórico del Creativismo Filosófico.
Son muchos los liberales a los que he escuchado hacerse con el concepto de “fallas de mercado”, dejando de lado mi circulo cercano y dirigiendo el foco a personalidades más o menos conocidas en los medios, en la actualidad he escuchado a Axel Kaiser y Juan Ramón Rallo aceptar que sí hay fallas de mercado, pero estimo que esto es un error garrafal que debe ser corregido, en aras de utilizar un mejor lenguaje para defender las ideas de la libertad como marco para sostener una sociedad más feraz sostenida en el tiempo. Entiendo perfectamente a lo que se refieren algunos liberales cuando hablan de las supuestas “fallas del mercado” y que en este marco no se aventuran a defender la intervención estatal, pero aceptar que “el mercado tiene fallas” lleva a problemas filosóficos más profundos que en el fondo terminan por dar estocada de muerte a las ideas que dicen defender. Esto va de lenguaje atinado, no de conceptos abstractos que se pueden prestar a interpretaciones varias, sin importar las contradicciones. En este sentido, tengo que decir que aquellos que afirman que “el mercado tiene fallas”, por muy razonables que parezca la posición, simplemente se equivocan —o por lo menos así se me presentan las cosas—, y aquí pretendo corregir tales posturas —aquel que no esté de acuerdo invito a aventurarse en refutar lo aquí expresado—. Empero, es necesario empezar optimizando conceptos.
¿Qué es el Human, en tanto Human?
A lo largo de la historia de la humanidad, la pregunta “¿Qué es el hombre?” ha sido fuente de infinidad de textos filosóficos: “el hombre es un animal o ser…: [inserte el que más le guste de los siguientes: sintiente; político; social; pensante; gregario; que sonríe; transcendente; que trabaja; que razona; que puede querer; o cualquiera otra tontería que quiera agregar”. Lo cierto es que desde el filósofo o pensador más grande hasta el más pequeño —en cuanto a incidencia en la historia de las ideas— han errado en sus definiciones en la medida en que definen al human en cuanto a su actuar, a lo que hace o puede hacer, o en cuanto a lo que constituye su biología o cualquier idea abstracta de la mente, y no por definirlo en tanto human, por lo que es y no por lo que hace o tiene. Ergo, es una pregunta que ha producido muchos textos y no tiene respuesta alguna.
Dado el contexto, desde el Creativismo Filosófico hemos intentado corregir estos errores y sostenemos que el human es un sistema que, como todo sistema, se sostiene en un conjunto de subsistemas que, como un todo, en última instancia le llevan a decidir, dadas las circunstancias. El cuerpo, la mente, el medio externo, y todos los elementos y subsistemas —que también son sistemas en sí mismos— que allí convergen existe y desemboca en que el Human pueda elegir por sí mismo. En todo este proceso, el Human actúa, pues se encuentra en constante relación con el entorno —interno y externo—, una relación que cobra valor gracias a que el Human es capaz de aprehender el mismo y asignar valores y significados en su acción.
En este feedback de “Human-Mundo” —nuevamente, cada uno es un sistema en sí mismo—, resulta que la relación más rica es la “human-human”, ya que esa interacción entre iguales permite —de alguna manera no articulable del todo— crear información infinita para aprehender mejor el entorno y, en el camino, dar solución a los “problemas” que se presenten. Por ello, las relaciones entre Humans encuentran un sustrato en su naturaleza, pero no definen su naturaleza per sé; es decir, la relación Human-Human, que constituye parte de una relación más grande a la que definimos “Human-Mundo”, es resultado o producto de la naturaleza humana —un “por naturaleza”, para usar una expresión aristotélica—, pero no “es” la naturaleza humana. En este marco, decir: “la naturaleza del human es que es un ser político, social, etc.” es incorrecto, porque tales cosas surgen o se manifiestan cuando el Human se relaciona con su entorno. La política, la sociedad, el lenguaje, entre otros, solo cobran razón, valor y sentido porque el human existe y se relaciona con su entorno, y en esa relación asigna valores y significados, en un proceso donde aprehende el mismo entorno.
Ahora bien, ¿A qué viene esta breve introducción de la concepción del Human? Pues, que comprender mejor al Human nos permite comprender mejor todo lo que se sustenta en él y/o aquello de lo que forma parte, —y, ¡Vaya! Casualidad— entre ellos se encuentra: El Mercado.
¿Qué es el Mercado?
Algunos, en mayor o menor grado, tienden a concordar con esta definición: “el mercado es una institución económica en la que se encuentran dos partes —o más— y se produce un intercambio de bien o servicio”. Pero esta concepción del mercado es burda, limita al mismo a un mero intercambio de “bienes y/o servicios”, cuando en realidad “en el” mercado se intercambian todo tipo de cosas: bienes, servicios, principios, valores, ideas, información, conocimiento, y pare usted de contar. El mercado no es una institución, es una circunstancia, un sistema que sostiene sistemas; y como todo sistema, se encuentra marcado por procesos, pero en el caso del mercado —como en el de la sociedad y sus elementos— es un proceso que sostiene procesos.
Ahora bien, cuando comúnmente se habla de “mercado”, las personas tienden a vincularlo a los procesos que ocurren “en el” mercado, de allí el énfasis anterior en esta expresión, porque una cosa es el mercado, que es circunstancia, sistema y proceso, y otra cosa son los procesos que se sostienen en el mercado. A eso que las personas llaman “procesos de mercado” no son más que “procesos en el mercado”, que no es lo mismo. Esto puede sonar a tautología, pero el impacto filosófico es más profundo de lo que parece. Y para muestra un botón: cuando se habla de “las fallas de mercado” en realidad se refieren a errores que cometen los Humans en su día a día, interrelacionándose, que son acciones que ocurren “en el mercado”, no “acciones del mercado”.
Con esto en mente, se puede decir que el mercado, como sistema —que es lo que es, no puede ser otra cosa—, es una circunstancia que sostiene los procesos de interacción entre Humans y por tanto, es perfecto. Esto no quiere decir que no tenga limites, toda cosa —lo que existe— tiene límites —incluyendo Dios—. Que algo sea perfecto va en función de su naturaleza, no en lo que puede o no hacer. El mercado no actúa, no piensa, es mera circunstancia, realidad que enmarca la existencia del human. Aquellos que sostienen que los seres humans son imperfectos y, como tal, todo sistema que se sustente allí es imperfecto, para luego decir que “el mercado tiene fallas” —enmarcado en el lenguaje del mainstream teórico de los economistas—, no se dan cuenta que están mezclando dos conceptos que simplemente no se mezclan, sino que se relacionan. Suman peras y bananas y lo hacen pasar por manzana a precio de duraznos. Que el Human cometa errores no significa que el mercado tenga fallas, porque el mercado es el marco que surge y cobra valor y sentido en tanto y en cuanto los seres Humans se relacionen y, además, en tanto circunstancia regulatoria, enmarca con sus leyes esas interacciones. En palabras más simples, el mercado es la realidad en la que se encuentra sumergido el individuo cuando se relaciona con otros individuos, que le permite a este, por ensayo y error, coordinarse y aumentar la probabilidad de éxito en la consecución de fines.
Por ello, Rallo se equivoca cuando dice que hay “fallas del mercado” entendidas como “descoordinación”, porque esa descoordinación no es del mercado, es de los actores que se encuentran sumergidos en una realidad llamada mercado, que a su vez es lo que les permitió descubrir dicha descoordinación y el que les brinda el marco en el que posiblemente encuentren solución al problema.
Los problemas de decir que sí hay “fallas de mercado”
Si aceptamos que el mercado —que es un circunstancia-sistema que se sostiene en instituciones evolutivas como la propiedad, la moral, el derecho, el dinero, entre otros[1]— tiene fallas, tendría que terminar por aceptar que todos los eslabones, instituciones, principios, etc., donde se sostiene el mismo son espurios, por lo que el mercado no solo es un sistema con fallas, sino que es un sistema fallido, porque sería aquella circunstancia espuria que enmarca las acciones del Human que tiende a cometer errores. No estaríamos ante meros errores del Human, sino del sistema con fallas donde comete errores el Human. En este escenario habría que preguntarse: ¿Comete errores el Human porque esta condenado a ello o porque la realidad en la que se encuentra sumergido —mercado—, al tener fallas, le hace incurrir en fallas? Muchos problemas podríamos encontrar allí, que pueden servir para que liberticidas argumenten contra el mercado. Esto se evita si aceptamos que el mercado no tiene fallas, sino que es la circunstancia donde se descubren las descoordinaciones —fallas, desde la concepción de Rallo— y sus soluciones.
Problemas exógenos al mercado, que afectan al mercado
Ahora bien, he dicho anteriormente que el hecho de que el mercado sea perfecto no quiere decir que no tenga limites ni que los procesos que se sustenten en él no yerren. También, aclaré que el mercado en tanto circunstancia se encuentra en proceso de retroalimentación con los procesos que se sustentan en él —ver nota al pie—, por lo que puede darse el caso de que lleguen sistemas, estructuras o instituciones que la perviertan. Un ejemplo de esto es el Estado. Cuando se coacciona al human, el proceso de información se tergiversa, haciendo que los procesos de cálculos, ensayos y errores que se sostienen en el mercado no tiendan a buscar la mejor solución a los problemas que se presentan, sino que se opta por rangos menores de satisfacción —o en casos extremos, la supervivencia—. Pero esto no quiere decir que el mercado pase de ser perfecto a imperfecto, sigue siendo perfecto, solo que esa perfección no se manifiesta o no se aprovecha del todo por culpa de aquello que la suprime.
Alguno podría pensar: “pero el mercado tiene fallas entonces, en tanto y en cuento no puede corregir por si solo aquello que la amenaza”, pero tal afirmación tiene el mismo grado de error que afirmar que “el árbol de manzanas tiene fallas porque no puede corregir que alguien le corte su suministro de agua para obtener nutrientes y ser fructífero”. El mercado en tanto sistema también depende de otros sistemas, todo está relacionado, en este situación, la solución no debe ser que “el mercado solucione” sino que las personas comiencen a demandar a aquellos que cortan el flujo de agua al manzano, demandar que se respeten los principios que permiten aprovechar mejor el mercado.
Excurso breve para los creyentes: Dios, Human y el Mercado
Si Dios creó al Human en tanto Human a su imagen y semejanza (Génesis 1:26, 27), siendo todo lo demás perfecto, entonces todo lo que se sustente allí es perfecto: la relación Human-Mundo —donde se encuentra el mercado, sociedad, y todo lo que allí converge—. Si Dios dotó al Human de las facultades que nos caracterizan, entonces debió prever todo el sistema que se sustentaría y surgiría gracias a estas facultades. Además, como debió prever tales sistemas, estos debieron haber sido perfectos, porque (i) de algo perfecto no pueden surgir cosas imperfectas (Mateo 7:17-19) y, por consiguiente, (ii) en caso de haber previsto fallas en su creación y no corregirlo, en este escenario decir “todo es bueno” (1 Timoteo 4:4) no hablaría muy bien de Dios, o por lo menos no de su concepción de lo que es “bueno”. Aquellos cristianos que sostengan que el human es malo por naturaleza y que el mercado tiene fallas, estarían por extensión diciendo que Dios es perverso y que incurre en fallas, lo cual es una contradicción flagrante con la creencia de que “Dios es perfecto” y “todo lo que creó es perfecto” pues “es inmutable, incorruptible, todopoderoso, etc.” Entonces, o Dios no es lo que los cristianos sostienen, o el Human y sus circunstancias existenciales no es lo que creen, o tanto la concepción de Dios como la del Human son erradas.
[1] Algunos, apegándose a lo aquí expresado, podrían pensar que tales instituciones no sostienen al mercado, sino que “son el mercado”, y en cierto sentido lo es, si vemos que cada una es un eslabón que forma parte del “proceso de mercado en tanto circunstancia”. Pero el punto es comprender que la realidad que converge en el Human se encuentra en constante feedback, en un vaivén, por lo que aquello que con el tiempo comienza a surgir “gracias al mercado”, también termina enmarcando el mismo, es un proceso de retroalimentación constante de inputs y outputs de información. La realidad es un sistema, pero uno aprehensible por el Human, en consecuencia, en última instancia es información.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Hace poco tuve la oportunidad de conocer a Carlos Ball, un ilustre venezolano defensor y difusor de las ideas de la libertad, no solo en Venezuela, sino en América entera. Si bien, fue a través de sus textos, porque Ball murió en el año 2014 en EE. UU., donde residió desde 1987, luego de que el gobierno de Venezuela de entonces se enfrascara en censurarlo y callarlo a como diera lugar, llegando algunos incluso a tildarlo de “traidor a la patria”. Con respecto a esto último, a mi me gustaría preguntarle a los distintos estatistas —no gobernantes— que ha tenido Venezuela en su historia —estén vivos o muertos— qué significa “traidor a la patria” cuando no existe “patria” como resultado de políticas emanadas del poder concentrado que no ha hecho más que destruir a la sociedad venezolana y, de hecho, dañarlo en todo sentido, al punto en el que, paradójicamente, el venezolano es tratado “menos mal” fuera del país que en lo que considera “su tierra”, más por nostalgia y futuralgia que por otra cosa —y esto no lo digo como mero espectador, sino por experiencia vital aun en desarrollo—.
Carlos Ball es un ejemplo para todo aquel que se llama a si mismo “defensor de la libertad”, quien, a pesar de las dificultades y oposiciones, no se autocensuró y hasta su muerte denunció el mal que representa el crecimiento del Estado a la libertad de cada individuo, llegando a atinar en sus textos al decir que, incluso, la corrupción era resultado de la gran hipertrofia regulatoria de la sociedad, que en nombre del bien social lleva a la miseria absoluta al limitar la libre acción humana. Al respecto, Ball escribió: “Las leyes deben ser muy pocas, también claras y de aplicación general, en lugar de miles de páginas de regulaciones que resultan del forcejeo político en busca de privilegios para grupos de presión, en perjuicio de la mayoría”[1], en alusión a la idea de que son las leyes del mercado, en orden espontaneo, las que deben servir como marco de referencia de acción para el envidio y no la maraña de leyes crecientes en numero que tienden a centralizar el poder y dañan a la gente —que, en principio, sirvieron de excusa para la creación de dichas leyes—[2].
En referencia a Venezuela, explica como esto ha sido su mal y se extiende por toda Latinoamerica: «Cambiamos generales indeseables por líderes civiles aún más corrompidos y menos patriotas, quienes lejos de ampliar la libertad individual que promueve el esfuerzo y el ahorro, han aplastado a sus pueblos con infinidad de leyes, reglamentos, permisos y regulaciones, disparando el compadrazgo, los privilegios para ciertos y determinados grupos, el proteccionismo y la miseria”[3]. A su juicio, y citando a Juan Bautista Alberdi, nos encontramos en un continente lleno de personas con complejo de Dios que creen saber qué es lo mejor para nosotros que nosotros mismos, y en su condición, a través de “leyes”, pretenden reformar la sociedad, sin antes reformar su educación[4].
De allí su denuncia a la “inflación de derechos”[5], que, citándo otros de sus textos, podría definirse como el “afán por regular, prohibir, ajustar, pechar, subsidiar, afinar, sancionar, orientar, estabilizar, proteger y dirigir al mercado” a través de mandatos emanados desde el poder político, que tiene como consecuencia el entorpecimiento de “las acciones voluntarias de la gente, obligándolas a realizar intercambios de manera prescrita por terceros” y que en última instancia puede denominarse como “el control de los hombres” [6] —que engloba toda regulación económica, y yo agregaría que, en suma, de conducta humana—.
En este sentido, cabe resaltar las siguientes palabras: “El verdadero problema latinoamericano es bastante más profundo y mucho más difícil de combatir porque los enemigos del bienestar y la prosperidad son las instituciones mismas: nuestros gobiernos, nuestras leyes, nuestros sistemas judiciales politizados, nuestras constituciones y una educación pública que a lo largo de varias generaciones ha deformado la manera de pensar y actuar de la ciudadanía. Lejos de promover la responsabilidad individual, la propaganda política en la educación pública enseña a los niños que el gobierno es el pariente rico y bondadoso que siempre estará allí para ayudarles, cuidarlos y hacer posible su felicidad. El problema, claro está, es que el gobierno solo puede darnos lo que le quita a otro”[7].
La solución a todo este problema no es más que la desregulación económica y una Democracia pura y dura, que no es más que esa donde cada individuo elige todos los días a quien “votar” en el mercado, cuando adquiere bienes y servicios. En este sentido, es la “Democracia económica” lo único que hace ricos a los países y no la regulación estatal; Ball vela por un autocontrol en orden espontaneo, que hace recordar a Friedrich von Hayek, y no un control estatal, que es ineludiblemente un camino de servidumbre rumbo hacia la miseria absoluta[8].
En todo este marco de creencias liberales, Ball denunció que los políticos usan sus puestos de poder para conceder privilegios a cambio de ciertos beneficios económicos y cómo estos mismos políticos vendían más crecimiento del Estado en nombre del bienestar social, teniendo como contrapartida la compra de dichas ideas aberrantes y como resultado la miseria que sufrimos hoy. Tal concepción lo llevó a expresar en el año 1986 en un discurso que “durante 28 años de democracia política, Venezuela ha avanzado por el camino que conduce inexorablemente hacia el totalitarismo económico”[9]. Estas son unas palabras que fácilmente tienen vigencia hasta el día de hoy, pues luego de 40 años de democracia política viciada, se llevó al estrangulamiento económico y se creó un mal que alcanza el poder en 1998 y aún sufrimos en el presente, a saber: el chavismo y su Socialismo del siglo XXI.
Todo venezolano debería leer a Carlos Ball, que curiosamente comparte el mismo nombre con Carlos Rangel, uno de los grandes intelectuales venezolano del siglo XX, y con el cual compartió espacio e ideas. Por ello, invito a leer el recopilatorio de algunos artículos y discursos de éste personaje, que sirvió como fundamento para escribir este pequeño texto —que difícilmente den gloria a alguien que, sin duda, lo merece—. La obra se titula: “Carlos Ball, gran liberal venezolano”, publicada por Editorial La Ventana Rota, y puede encontrarla presionando aquí.
[1] Carlos Ball. El empobrecimiento de América Latina. Puede encontrarlo en: “Carlos Ball: gran liberal venezolano”. Recopilación de artículos y discursos por Diego Mendoza, publicado por Editorial La Ventana Rota. Pág. 29, 30. Puede acceder a través de: https://publuu.com/flip-book/360175/822653/ (Consultado el 12 de enero de 2024).
[2] Ver: Ibidem., sección: “Más estado, más pobreza”. Pág. 31.
[8] Al respecto, ver en Ibidem: “La democracia económica”, págs 11, 12; “Donde el gobierno mete la mano hay ineficiencia y escasez”, págs. 13-15; “Libre comercio versus proteccionismo”, págs. 16, 17; y “Regulación versus libertad”, págs. 23, 24.
[9]Ibidem., sección: “Regulación versus libertad”. Pág. 44.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
La historia tradicional del Socialismo quizá responda a todo un conjunto de marañas de personas que no quieren que veamos la raíz del gran problema de la humanidad; o quizá responda a la simple falta de enfoque o ignorancia, que nos ha llevado a ver este perverso sistema como algo que surgió relativamente hace poco o que la institución del Estado es buena para la sociedad. Sin embargo, reflexionando un poco, viene a mi mente un dicho popular que dice que “la historia siempre la cuentan los vencedores”, y, haciendo retrospectiva, da la casualidad que quien ha vencido y prevalecido a lo largo de gran parte de la historia de la humanidad ha sido el Estado, el Socialismo, por lo que uno puede pensar que su historia ha sido minimizada convenientemente a unos 300 años —o no, pero el caso es que ha sido funcional para quienes defienden este sistema—. Esto no lo sé, tampoco quiero decir que la historia criminal tradicional del Socialismo este tergiversada, lo que sí sé y afirmo —y es lo intento aclarar— es que esa historia está incompleta, se queda corta, le falta un gran pedazo.
Para hacer esta afirmación no me valgo de datos estadísticos o “científicos”, estos los considero cuasi-irrelevantes —no en sentido completo— porque la historia no se puede interpretar científicamente —no todos los hechos históricos pueden sustentarse en datos objetivos—, sino en la observación, la razón y la capacidad de emitir juicios éticos. Con esto en mente, y sumado a las ideas expresada en textos anteriores[1], con el fin de completar genéricamente esa historia, podemos decir que la concepción que mostramos de lo que es realmente el Estado y/o el Socialismo, hace necesario ver su historia de una forma distinta; porque ya no tenemos un sistema que se origina en el siglo XVIII o XIX, en donde el Estado extiende sus tentáculos y regula muchos campos de la acción humana, sino que surge desde el momento en que el primer ser humano se levanta en contra de otros para conseguir fines propios a través de medios violentos, sometiendo la voluntad de otros en el camino. Si bien, esto puede tener un enfoque seglar y uno religioso, hoy daré un breve resumen del campo religioso o, para ser más exacto, en historia bíblica, y el seglar.
Gobierno de human sobre human en la Biblia
Si nos apegamos a la cronología Bíblica, entonces los sucesos que describe el Génesis en su capítulo 10 y 11, con respecto a Nemrod, suceden en algún tiempo entre el lapso de 2269 y 2030 antes de la era de Cristo[2]; por lo que fácilmente se puede decir que la historia del Socialismo, entendida esencialmente como: ilegitimo gobierno coactivo de humanos sobre humanos donde la voluntad individual queda a expensas de una amorfa colectividad[3] que se traduce en un ataque sistemático e institucionalizado a la acción humana, abarca más de 4000 años de historia; una historia decadente y llena de fracasos. Y no cabe mencionar que “la humanidad obtuvo grandes avances en muchos campos gracias a estas acciones cometidas por humanos sobre humanos y que la misma sirvió como resguardo o protección para la supervivencia humana”, sino que, en cambio, la humanidad avanzó a pesar de haber Estados en el mundo que rigieran su destino. Todos los Estados de la tierra, en mayor o menor medida, causaron malestares a la sociedad que sometían o fungieron —al igual que hoy— como limitantes para la resolución de dichos malestares o la consecución de un grado de satisfacción mayor para el ser humano. A lo sumo, de lo único que protegía el Estado a la Sociedad era de que viniera otro saqueador —otro Estado— a atacar o hacerse de los recursos del territorio y la sociedad que él mismo manejaba; pero, nuevamente, encontramos el mismo problema: El Estado. Esta seudo-protección no cambia el hecho de que la humanidad fue y sigue siendo esclava de las directrices de la clase gobernante, sin importar quien ejerza el poder.
Gobierno de human sobre human en la historia seglar
Ahora, viéndolo desde la historia seglar, el Estado primitivo —ese que no cuenta con instituciones tan estructuradas como en el presente ni estaban delimitados territorialmente— tiene su primera aparición en organizaciones como tribus o clanes que muchas veces tenían vasta extensión conseguida de las conquistas y explotación o extinción de las tribus conquistadas, pero su organización no era tan profunda como los modernos. Las primeras organizaciones de este tipo la podemos encontrar en la antigua Mesopotamia después del 3000 antes de la era de Cristo con la llegada de las ciudades sumerias, sin embargo, ya habían tribus esparcidas por todo el mundo que compartían las mismas características: conquistar y sobrevivir —como las formas de organización social de vikingos, quienes vivían de saquear a los demás, y de los demás pueblos nómadas que instituyeron la esclavitud[4]—; por lo que, con esta concepción del Estado y/o el Socialismo, se puede decir que su historia tiene entre 4000 y 6000 años de historia.
Gobierno de human sobre human en la actualidad
Dando un salto temporal hasta la época contemporánea, el Estado Nación o Moderno debe su origen a la delimitación del territorio en cual ejercerá su dominio; hecho que, a su vez, surge gracias al Tratado de Westfalia de 1648 firmado entre países europeos para evitar que las potencias —Estados fuertes— u otros países se impusieran a otros Estados[5]. Es en este contexto que, después de años de revoluciones en el que imperaba la monarquía autoritaria y/o la monarquía absoluta, maduran las instituciones políticas y el Estado comienza a mutar para amoldarse a un sistema que conseguiría darle la mayor legitimidad o aceptación intelectual, ese sistema que conocemos hoy día como Democracia Representativa.
Sea como sea, visto desde el foco histórico que guste más, la historia del Estado o Socialismo fue, es y siempre será la misma: un grupo de seres humanos aprovechándose de su poder para someter a otros; un grupo de humanos que se valen de medios políticos para conseguir sus fines por medio y a costa de otros; un grupo de humanos conquistadores que saquean y esclavizan a los conquistados. Nada ha cambiado ni cambiará en esencia dentro de un sistema social donde exista el Estado; en el pasado originaban guerras, saqueaban, explotaban o esclavizaban; hoy la cosa no ha cambiado, las guerras son de Estados —un grupo de humanos movidos por un ideal o por las ansias de más poder para dirigir coactivamente la vida de un pueblo; y esto aplica aún si no tienen un territorio delimitado aceptado por la comunidad internacional que, a su vez, la constituyen más Estados[6]—, saquean, explotan y esclavizan a través de medios sutiles como los impuestos legislados y no legislados o por otros no tanto como la creación de leyes que atentan contra la libertad. Si a través de instituciones fuertes que velen por la propiedad, libertad y vida de cada individuo por igual se eliminara la capacidad que tiene un humano o un grupo de humanos con poder de coaccionar a otros sistemáticamente, entonces el Estado y/o el Socialismo no existirían.
Algunas cosas más
Por lo pronto, como existió y sigue existiendo el Socialismo, queda de mi parte resaltar que el mismo siempre busca la forma de crecer; quienes gobiernan a la sociedad coactivamente siempre buscan y encuentran formas de ampliar su poder e influencia en la sociedad gobernada. El que hoy día tengamos Estados o Socialismos más sofisticados es una ilustración clara del hecho de que una pequeña dosis de Socialismo siempre llevará a que cada vez más dosis se inyecte en la sociedad o, dicho de otro modo, un Socialismo de menor grado siempre llevará a un Socialismo de mayor nivel o radical. En el pasado encontrábamos Estados sin límite territorial, con instituciones débiles; hoy encontramos Estados con instituciones sólidas, límites territoriales, dominio de armas más sofisticadas, una constitución que los legitima forzosamente por ley y con símbolos patrios o nacionales que le dan cierto grado de latría[7]. Ahora bien, el Socialismo en el planeta es más radical en uno que en otros lados, pero en aquellos lugares en donde es radical, es resultado de descoordinaciones o desajustes que han causado las intervenciones que le precedieron y se tratan de solucionar con más control; tal es el caso de, por ejemplo, Cuba, Corea del Norte y Venezuela.
[1] Revisar: (i) “Estado, gobierno, Dios y orden social”; (iii) “Socialismo, máxima expresión del colectivismo”; (iv) “El horror intelectual del Socialismo”; (v) “Economía y Socialismo, dos expresiones mutuamente excluyentes”; (vi) “El fracaso histórico del Socialismo: la URSS, Cuba y otras historias tradicionales del Socialismo”; (vii) “Socialismo definido: contra el concepto popular de “Socialismo””; todas publicadas en el portal de ContraPoder News y a las cuales puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/?s=Roymer (Consultado el 19 de diciembre de 2023).
[2] Atalaya del 1 de diciembre de 1975, publicada por los Testigos de Jehová, bajo el tema: Captando los sucesos bíblicos en orden. Pág. 734-735. También puede consultar el apartado “Desde la creación del hombre hasta el presente” de la sección “cronología” situada en “Perspicacia para Comprender las Escrituras”, volumen 1., págs. 584-604 (Brooklyn, New York. Editado por la Watch Tower Bible and Tract Society of New York, Inc. International Bible Students Association). Es relevante mencionar que absolutamente todos los gobiernos que le procedieron entran dentro de esta definición de Socialismo, así que no es necesario mencionarlas y/o describirlas, hacerlo sería redundar en una idea o creencia que ya es clara.
[3] Para efectos prácticos, Socialismo y Estado serán tratados en este texto como sinónimos. Entiendo que hay matices a tratar, pero en el fondo se discute el mismo asunto.
[4] Ver: Franz Oppenheumer. 2014. El Estado: su historia y evolución desde un punto de vista sociológico. Traducido por Juan Manuel Baquero Vázquez y publicado por Unión Editorial. Sección: “Pueblos anteriores al Estado: Pastores y Vikingos”.
[5] Este tratado, firmado después de 30 años de guerra, da luz o aceptación al término “soberanía territorial” y al nuevo orden internacional. Para conocer mejor los antecedentes y el impacto que tuvo la firma de este tratado, puede consultar el ensayo de Alejandro Galán Martin titulado: “La Paz de Westfalia (1648) y el Nuevo Orden Internacional”, al cual puede acceder a través de: https://dehesa.unex.es/bitstream/10662/3319/1/TFGUEX_2015_Galan_Martin.pdf (Consultado el 24 de diciembre de 2023).
[6] Qué curioso que quien tiene que determinar si un Estado es o no un Estado, sean los mismos Estados del mundo, basándose en leyes que, muchas veces, fabricaron ellos mismos.
[7] El grado de idolatría que se le guarda al Estado es supino e indignante, todo funciona cual religión que sirve a un dios con rituales varios; es la religión del Estado. A dios Estado debe rendírsele obediencia sin presentar objeción alguna, así no se entiendan sus acciones y sin importar si lo que pide es malvado, porque hacerlo es un acto de rebeldía y merece castigo; debe rendírsele adoración mediante la bandera de la nación y el canto del himno nacional, no hacerlo es una falta de respeto, un acto vil que merece castigo —dígale a un niño que no cante el himno en el colegio para que vea lo que pasa—; si hay algún problema en la sociedad, se le debe “orar” al Estado para que solucione dichos problemas, no hacerlo es considerado prescindir de este dios y, por tanto, una oposición que merece castigo —intente hacer algo que el Estado no regula, sin pedirle ayuda, para que vea cómo comienzan a surgir leyes e interpretaciones de leyes que terminaran por controlar su acción—. La sociedad actual es al Estado lo que los Israelitas eran a dioses falsos en su tiempo como pueblo escogido de Dios, y ellos, a igual que la sociedad del presente, pagaron las consecuencias de su mal proceder (revisar: Éxodo 20:4, 5; Deuteronomio 5:8, 9; 7:2-5; Josué 2:11-19; 3:7, 8). Y el adoctrinamiento inicia desde muy joven: desde primaria hasta la universidad se comienza a impartir el culto al Estado mediante el canto del himno y el homenaje a la bandera y en Ciencias Sociales te definen la institución y su supuesta importancia para la organización social, se tiene contacto con las delimitaciones territoriales del Estado y se refuerza el adoctrinamiento con historia, geografía, geografía económica (en Venezuela, hoy “geografía, historia y ciudadanía”), premilitar, economía, entre otros que, en mayor o menor grado, inyectan la creencia en dios Estado. Toda la rama de las ciencias sociales está impregnada de esta religión.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo filosófico.
El Socialismo prometía prosperidad económica inconmensurable; se vendía y sigue vendiendo como un sistema elevado, moralmente superior a cualquier otro, supuestamente fundamentado en la justicia, igualdad y libertad; como aquello que iba a permitir a las personas alcanzar la plenitud humana, ser verdaderamente felices[1]; y gran parte de sus postulados se basan, solo retóricamente, en esas promesas y premisas. Pero la realidad resultó ser todo lo contrario, esas promesas fueron clara y previsiblemente incumplidas por fundamentarse en creencias falaces, por pensar que puede hacer del ser humano algo “más humano” obligándolo a realizar acciones anti-humanas —contranaturales—.
En el pasado se ha desmitificado el Socialismo en otros textos[2]; así que, llegados a este punto debemos estar en la capacidad de comprender que el ser humano está dotado de una impresionante capacidad creativa y que por fuerza natural ejerce esa capacidad, el ejercicio de su empresarialidad —entrepreneurship— para solucionar problemas en su entorno; basándonos en ello, ahora estamos preparados para definir el sistema partiendo desde su hueco fundamento y recorriendo por cada una de las partes que conforman su estructura. Sin más preámbulo, pasamos a ello:
Socialismo: la definición
El Socialismo es, pues, el término que describe a todo sistema que se fundamente en el ataque sistemático o/e institucionalizado contra el libre ejercicio de la empresarialidad del ser humano; éste “ataque sistemático e institucionalizado” debe entenderse como agresión organizada, metódica y repetitiva[3] que impide que las personas actúen libremente en busca de alcanzar sus objetivos. Este régimen lleva al punto más elevado las ideas colectivistas[4], lo que lo vuelve un sistema en el que la propiedad privada se suprime hasta desaparecer completamente y el individuo es sometido al colectivo; a su vez, este sometimiento, que necesariamente tiene que llevarse a cabo de forma violenta o con la amenaza de su uso por ir en contra de la naturaleza del ser humano y requerir que éste modifique su conducta[5], restringe a los actores de realizar acciones libres. Todo esto fundamentado en la aberrante creencia de que se puede organizar y/o mejorar deliberadamente a la sociedad y alcanzar el desarrollo y logro de determinados fines a través de un órgano director que rija la vida de todos y cada uno de los actores sociales[6]. La coacción institucional lleva a que las personas se vean forzadas a actuar de una manera distinta a como hubieran actuado en caso de encontrarse en un ambiente libre, en estas circunstancias, las acciones llevadas a cabo por el actor se amoldan a lo que espera el órgano director —violento, coactivo— y no a la consecución de fines propios.
El Socialismo no es solo “socialización de medios de producción”
En este punto, es necesario enfatizar que el fundamento socialista lleva a que la estructura que forma al Socialismo no sea necesariamente la socialización de los medios de producción dirigida discrecionalmente por el Estado —órgano director— que, al mismo tiempo, es quien orquesta todas las acciones agresivas en contra de todo aquel que siquiera piense en oponerse al sistema, este es solo una matiz, un color, un modo de hacer las cosas, si bien la más conocida y aceptada conceptualmente, del Socialismo. Y es que, al final, el Socialismo es solo una cosa, y puede manifestarse de diferentes formas y grados, por lo que no puede encapsularse en un solo “modo”, ya que no importa si se socializan los medios de producción o no para alcanzar sus fines perversos disfrazados de prosperidad humana, porque, más allá de eso, el Socialismo es todo aquel sistema que de manera sistemática e institucionalizada, coaccione al individuo para modificar su comportamiento de manera tal que se apegue a la cosmovisión de quien intenta dirigir a la sociedad —sea por la idea de crear una Gran Nación, por la idea de crear un hombre nuevo, o por servir a Dios, o por cualquier otra—. En el fondo, es siempre lo mismo; de allí que la mera existencia del Estado signifique en sí mismo la existencia del Socialismo y una discusión de cuan grande o pequeño debe ser el Estado es en el fondo una discusión de cuanta dosis de Socialismo debe soportar la sociedad[7]. En adición, las inmorales y, en extremo, reprochables consecuencias de esta coacción institucionalizada ya las conocemos muy bien.
El Socialismo desde un punto de vista moral-cristiano
En la misma línea, pero visto con otros lentes, la definición dada se encuentra encerrada en la también definición del Socialismo desde un punto de vista moral-cristiano que se encuentra recogida en la frase inicial, a saber, que el Socialismo es la idealización del Diablo. Es así en la medida en que, primero, el sistema va en contra de la libertad dada por Jehová[8] y limita o restringe violentamente las acciones del ser humano y, segundo, porque, en líneas generales, va en contra del orden establecido por Dios desde un principio, un orden en el que las personas deciden libremente, en el que cada uno de los individuos de la especie humana está dotado de voluntad propia y posee capacidades mentales que le permiten sopesar y valorar las elecciones y e inclinarse por el que crea es de su conveniencia, y en el que todos deben hacerse cargo de las consecuencias de las acciones ejecutadas, fueran buenas o malas.
El Altísimo no creo una institución organizada y estructurada jerárquicamente para que cuidara, velara, dirigiera y/o coordinara la vida en sociedad, más bien dotó al ser humano del potencial de manifestar sus cualidades para que estos pudieran convivir en paz y el proceso de coordinación social surgiera espontáneamente, sin necesidad de que un actor pretendiera hacerlo ex profeso. El surgimiento de este tipo de instituciones fundadas en ideas malignas y de su posterior uso para arremeter contra los individuos, modificando su conducta para enmarcarlas en la forma de ver o entender el mundo de quienes se escudan detrás de ella, surge como una rebelión del humano en contra de Dios siguiendo una idea diabólica que tenía o tiene el fin de acabar con su obra[9]. Entonces, en resumen, tenemos que el Socialismo es la idealización del Maligno en la tierra y que estas ideas se materializan en un ataque sistemático e institucionalizado al libre ejercicio de la empresarialidad del ser humano, que en el fondo termina ciento coactar la expresión libérrima de la voluntad de cada individuo.
[2] Además de la nota anterior, revisar: (i) “Estado, gobierno, Dios y orden social”; (ii) “Socialismo, máxima expresión del colectivismo”; (iii) “El horror intelectual del Socialismo”; (iv) “Economía y Socialismo, dos expresiones mutuamente excluyentes”; (v) “El fracaso histórico del Socialismo: la URSS, Cuba y otras historias tradicionales del Socialismo”; todas publicadas en el portal de ContraPoder News y a las cuales puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/?s=Roymer (Consultado el 19 de diciembre de 2023).
[3] La agresión, del latín aggressio, etimológicamente significa “acto de dañar a alguien”; la RAE la define como un “acto de acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño”; tenemos pues que, en esencia, la agresión es la acción llevada a cabo por un sujeto A contraria a los derechos de un sujeto B; cuando la agresión es institucionalizada y sistemática, es decir, se vale de los representantes de un cuerpo —organización política— y de las instituciones sociales para acometer contra el sujeto, éste, al encontrarse contra la espada y la pared —no hay más opciones—, se ve obligado a modificar su conducta y adaptarla a lo que pide quien ejerce la coacción para evitar un mal mayor contra su integridad física, mental, emocional y/o, en suma, existencial. Por otro lado, el Socialismo es agresivo en sí mismo, no solo por usar la violencia como medio para sus fines, sino por las consecuencias nefastas que terminan dañando a los actores sometidos al régimen.
[5] Si el hombre realiza acciones en busca de conseguir sus objetivos planteados y para ello emplea medios valorados subjetivamente de acuerdo a la información que tenga en ese momento y el contexto en el que se desenvuelva, el arremeter contra esas acciones constituyen, entonces, acciones inhumanas y contranaturales.
[8] El único mandato que Dios le dio al hombre fue “no comer del fruto del conocimiento de lo bueno y lo malo” que se encontraba en medio del jardín de Edén (Génesis 2:16, 17); fuera de eso, el ser humano fue creado a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26) lo que significa que el ser humano puede manifestar cualidades del Dios invisible, entre las que se encuentran el amor, la justicia, la bondad y la capacidad de crear cosas —que es la esencia misma de la empresarialidad del humano—; es decir, Dios dio al hombre cualidades empresariales que son un reflejo, si bien a una escala menor, de su mismo ser; entendiendo esto, entonces el Socialismo se encuentra en oposición a Dios por ir en contra de su creación. Además, hay que tener en cuenta que Dios es un ser libre y, por extensión, al ser su creación y tener la capacidad de manifestar sus cualidades, al igual que él, los seres humanos tenemos la capacidad de decidir, lo cual se extiende hasta elegir qué hacer con su vida y con los bienes que son de su propiedad; en efecto, esto queda manifiesto desde el mismo principio cuando Dios no limita coactivamente a Adán y Eva comer del fruto —ellos podían elegir, no eran robots o cualquier otro tipo de ser programado—; Jehová dice lo siguiente: “hoy pongo los cielos y la tierra como testigos contra ustedes de que les he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Y, para que ustedes y sus descendientes vivan, tienen que escoger la vida amando a Jehová su Dios” (Deuteronomio 30:19, 20; TNM) estas palabras las dirigió al pueblo de Israel en los tiempos de Moisés y aún siguen vigentes hoy en día, como vemos, si los seres humanos no tuviesen la capacidad de elegir, la invitación de Dios no tendría sentido, mucho menos si éste nos obligara coactivamente a hacer lo que él quisiera, de ser así, la invitación hasta seria cruel. Aún después de pecar, los mandatos que Dios da al pueblo de Israel no eran impuestos coactivamente; Dios no impone límites de forma coactiva al ser humano, más bien, le invita a hacer todo lo que le sea posible empleando todas sus fuerzas (Eclesiastés 9:12); el único límite a dicha libertad seria el no dañar al prójimo, puesto que debemos amarlo como a nosotros mismos (Mateo 22:29), además, el ejercicio de esta libertad encara la responsabilidad de cargar con las consecuencias de nuestras acciones, eso es algo que también transmite el mensaje de Deuteronomio 30:19. Entonces, pregunto: si Dios, siendo el creador de todas las cosas, no limita coactivamente a los seres humanos y, más bien, los doto con cualidades como la empresarialidad para que éste pudiera disfrutar de la vida y lograr el pleno desarrollo a través del tiempo ¿Por qué tiene que hacerlo un sistema? En este contexto, la única respuesta lógica y posible es que esta sea producto del Diablo, enemigo declarado de Dios y quien tiene el objetivo de acabar con todo lo que éste haya creado. —entiendo perfectamente que ya esto choca con algunas interpretaciones de la Biblia, pero eso para otro día—.
[9] Esta idea no es otra que pensar que el ser humano puede gobernar a sus iguales, a sí mismo; que, de hecho, es la esencia del Estado en sí. Al respecto, ver óp. Cit. Estado, gobierno, Dios y orden social.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Si alguno tiene duda de la imposibilidad del Socialismo, tiene que repasar los sobrados datos históricos; no se necesita de una capacidad mental sobrenatural para ver que la evidencia empírica ilustra que este sistema es un fracaso superlativo. Muchos ignoran o hacen caso omiso a lo sucedido en todo tiempo y cada uno de los lugares en donde se implementó o intento imponer el Socialismo, a saber, cantidades incontables de crímenes. Siguen defendiéndolo y promoviéndolo con tal vehemencia como si su fracaso no ejerciera ninguna influencia en el modo de verlo y/o estudiarlo y no denotara las supinas tesis erróneas en donde se sostiene el sistema. Pero lo cierto es que, lo pinten como lo pinten, quieran aceptar lo sucedido o no, el Socialismo fue, es y será un modelo criminal de ordenamiento social totalmente fracasado movido por una ideología que en la práctica es esencialmente un régimen totalitario; esta es una verdad y, como tal, es inamovible e inmutable; y quienes lo niegan tienen que tener presente que en estas líneas no se está emitiendo una opinión, sino que se habla de hechos históricos —realidad—, por lo cual, les guste o no, esa negación no resta valor a la verdad, no indica que estos hechos no sean reales.
Las siguientes líneas las escribo a modo de ilustración y también para el sufrimiento de todos los socialistas, para recordar que al Socialismo lo hace la revolución, objetivo que parte inexorablemente de la teoría, y que las praxis revolucionarias se han cargado con la vida de más de cien (100) millones de personas en todo el mundo y, por si fuera poco, todo en menos de un siglo[1].
Unión Soviética (1917-1991)
Hay que tener en cuenta que la Unión Soviética no vino a existir como tal sino hasta finales de 1922, pero considero importante resaltar ciertos hechos históricos relevantes antes de esa fecha. En el año 1917 comenzaría, sin saberlo en aquel entonces, lo que para el pueblo ruso sería la mayor desgracia de toda su historia; en febrero[2] de ese año se llevó a cabo un proceso revolucionario que marcaría el inicio de la Revolución rusa de 1917, éste alzamiento causaría la caída del zar Nicolás II y, junto con ello, pondría fin a la monarquía rusa[3], dando paso a sucesivos gobiernos provisionales con una evidente escasa fortaleza que se pondría de manifiesto cuando “le hizo sombra otra institución, el soviet de Petrogrado, que en los meses siguientes permitiría que obreros, soldados e intelectuales radicales ejerciesen una poderosa influencia”[4], llevando a un proceso revolucionario que se extendería por toda la estructura en donde se adoptaba el soviet como ordenamiento social. Estos débiles e inestables gobiernos, que demostraron ser incapaces de poner fin a la guerra y, además, postergaban las elecciones de uno nuevo con carácter no provisional y que, a su vez, contaban con el apoyo de los mencheviques[5] y otros grupos socialistas que iban perdiendo prestigio y apoyo al pasar de los meses, sería más tarde derrocado por los partidos radicales que reflejaban voluntad de cambio y pregonaban los soviets en lo que se conoce como la Revolución de Octubre.
Es así como el partido bolchevique, con Lenin[6] a la cabeza y con creciente apoyo de las masas por representar el partido de la esperanza, ya que, a diferencia de los demás partidos que conformaban el gobierno provisional, contaba con metas claras y concretas, se hace con el poder el 25 de octubre de 1917 y crean el Consejo de Comisarios del Pueblo o Sovnarkom. Una vez dominado plenamente Petrogrado —el poder—, arrancaría el proyecto totalitario que estuvo gestándose en las sombras ante los acontecimientos de la época y que terminaría por establecerse en 1922, rigiendo o sometiendo al pueblo ruso por casi 70 años; dieciocho días después de tomar Petrogrado, el 12 de noviembre, se llevaron a cabo las tan esperadas elecciones para designar a los representantes en la asamblea constituyente. Al no haber obtenido la mayoría, cuando se reúne por primera y única vez la asamblea constituyente el 5 de enero de 1918, que “rechazó una resolución bolchevique en virtud de la cual se reconocía la autoridad del nuevo Gobierno (pues el Estado no era reconocido) y el vigor jurídico de las medidas adoptadas por este con anterioridad”[7], los resultados de la misma pasan a ser ignorados y la asamblea es disuelta por los soviets[8]. Seis días después, 12 de enero, el Estado es renombrado como la “República Soviética de Rusia” —aunque aún no era reconocido por los demás Estados del continente—.
Pasado mes y medio, en marzo se firma el tratado de Brest-Litovsk en donde se cedían territorios a Alemania a cambio de la paz en la Gran Guerra[9]. La firma del mismo, sumado a los abusos de poder, dio lugar a protestas de ciertos grupos políticos, lo que meses después —en junio— permitió al gobierno suscribir y acusar a los partidos políticos que se oponían a los bolcheviques —mencheviques y otros grupos de socialistas revolucionarios— de contrarrevolucionarios, por lo que se persiguió y ataco la prensa de esos partidos, viéndose ellos obligados a cambiar los nombres de sus periódicos continuamente para que pudieran aparecer al público. Ya para julio de ese año, en el marco de una guerra civil entre los opositores y el partido bolchevique, la Constitución Rusa renombra el Estado como “Republica Socialista Federativa Soviética de Rusia” (RSFSR), siendo reconocida más tarde solo por cinco (5) Estados[10]. Finalizada la etapa más oscura de la guerra civil (1920[11]), tras la victoria soviética —ejército rojo del partido bolchevique— sobre los ejércitos blancos —opositores—, comienza una oleada de crudas represiones a tal grado que en mayo de 1922 se ilegaliza definitivamente a los partidos opositores —habían sido legalizados en noviembre de 1918— mientras Lenin “reclamaba la extensión de la pena de muerte[12] a las actividades de unos y otros, e instaba a encontrar una formulación que vinculase esas actividades con las de la burguesía internacional”[13]; todo aquel que se oponía al régimen bolchevique era reprimido, incluso aquellos que se encontraban dentro de las filas del propio Partido Comunista no se salvaban de la represión si llegaban a manifestar sus desacuerdos. La comisión encargada de reprimir a los opositores era la Cheká[14].
Durante la guerra civil (1917-1923), caracterizada por represiones multiformes ejercidas tanto por el bando blanco como por el rojo —los bolcheviques no tenían el monopolio del terror durante esta guerra—, las atribuciones de la Cheká se ampliaron y comenzaron a organizar una compleja red de campos de concentración en donde se encerraban y torturaban a todos los opositores, mostrando de esta manera que la represión llevada a cabo por el bando rojo era más general, organizada, profunda, sangrienta y sistemática[15]. Por otro lado, el sistema económico estaba caracterizado por la estatización de toda la industria, muchas veces orientada a satisfacer las necesidades militares, mientras que el comercio privado estaba prohibido.
Sin embargo, las circunstancias del momento no permitían un efectivo control estatal de los procesos productivos, situación que se “corregiría” más tarde una vez instituido el régimen soviético. Ahora bien, aún con su deficiente control económico, este periodo se vio marcado por un Estado del terror que se valía de expropiaciones o el control sobre los sindicatos. Este contexto profundizo uno de los problemas que imperaba en la región desde años atrás, a saber, la hambruna, pues ésta no ceso después de la revolución; de hecho, “en los tres primeros años del proceso revolucionario Moscú y Petrogrado habían perdido, respectivamente, el 45% y el 57% de sus habitantes”[16] por huida de la población a causa del hambre. Esta hambruna que azotó a Rusia entre 1921-1922 era tal que, a pesar de la ayuda internacional, se registran, al menos, unos cinco (5) millones de muertos a causa de ella —5 millones de los treinta 30 afectados—[17]. Todo el sistema era mísero, “los sistemas de transporte y de distribución se hallaban visiblemente alterados, la comida y la gasolina eran escasas y el mercado negro y la especulación florecían. Técnicamente, la estatalización de las empresas realizada de manera precipitada a espalda de los trabajadores, parecía haber sido un fracaso”[18].
Para el año 1920 el Ejército Rojo se hace con el control de Armenia y Azerbaiyán mientras Georgia encarnaba una férrea resistencia que terminaría por ser aplastada sangrientamente a principios de 1921. Éste mismo año se revisa la política económica llevada hasta el momento y se implementa la Nóvoya Ekonomicheskaya Polítika (Nueva política Económica, NEP) que resultó ser menos interventor, en ciertas áreas, que la política llevada hasta el momento; pero el Estado aún mantenía el control sobre la industria pesada, el sistema bancario y el comercio exterior; de hecho, era “el principal agente industrial, como lo indica el hecho de que a mediados de la década de 1920 corriese a cargo de nada menos que un 90% de la producción correspondiente”[19]. A pesar de las nuevas medidas tomadas, el nivel de calidad de vida empeoró, los productos agrarios se encarecieron en un contexto en el que reinaba el desempleo, los salarios estaban prácticamente congelados, las condiciones de vivienda eran decadentes, las condiciones de salubridad eran deficientes y, por si fuera poco, las jornadas de trabajo eran de 12 horas, por lo que abundaban los accidentes laborales[20].
No satisfechos con la debacle lograda hasta el momento, el año 1922 llegó para terminar de consolidar a los bolcheviques en el poder. La mayoría de las políticas, junto con los sucesos que antecedieron a 1922, se asentaron en la violencia y, a su vez, era tan solo una sombra de lo que estaba por venir; en febrero de ese año la Cheká perdió su carácter supuestamente transitorio y se sustituyó por la Gosudárstvennoye Politícheskoye Upravléniye o GPU (Dirección Política Gubernamental o, si se quiere, Dirección política del Estado) que más tarde pasaría a llamarse OGPU —siendo la “O”, obiediniónnoye, y su traducción “unificada”—; en abril, un dirigente importante del Partido valorado por su lealtad, Lósif Stalin, es nombrado secretario general del mismo; pero es en diciembre de éste año que ocurre el evento transcendental, quizá el más importante de ese año y de todos los que habían realizado el Partido Comunista hasta entonces, pues la RSFSR pasa a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —nace la URSS—; Estado que para 1924 tendrá su primera constitución[21].
Ya conformada la URSS, la maquinaria socialista que tenía como fin formar el paraíso en la tierra toma impulso. Ese paraíso de demonios, el infierno, que Lenin dirigió hasta su muerte en 1924, sucedido por Stalin (1927-1953), Nikita Jrushchov (1953-1964), Leonid Brézhnev (1964-1982), Yuri Andrópov (1982-1984), Konstantin Chernenko (1984-1985) y Mijaíl Gorbachov (1985-1991)[22], se vería marcado por una concentración de poder en la cúpula, las políticas implementada por los bolcheviques hicieron aparecer y consolidar una nueva clase directora que actuaban en nombre de la sociedad, pero que en realidad solo ponían a su servicio todo el poder del Estado Soviético —que ellos mismos conformaban—. Las leyes no tenían otro fin que ocultar este hecho, en líneas generales, estas decían que “el pueblo tenía el poder”, “que los medios de producción eran suyos”, “que eran libres”, pero, en la práctica, ese pueblo era esclavo de aquellos que les gobernaban.
El mismo sistema centralizado, como no podía ser de otra manera, llevo a que el Estado se expandiera y asumiera más funciones; la clase dirigente fortaleció sus funciones y comenzó a conocerse con el nombre de burocracia. Las armas que usó la burocracia para llevar a cabo sus cometidos fueron, según Claudie Lefort, “la concentración de la autoridad en manos de una minoría dirigente, la exclusión del pueblo, la jerarquización de las funciones y la diferenciación de los salarios, y la división estricta de las competencias; en pocas palabras, una organización científica de la desigualdad que se convirtió en una nueva opresión. La destrucción del poder político y económico de los antiguos propietarios, el hecho de que el Estado se encargar de sectores vitales de producción y de que la industria hubiera alcanzado en algunas áreas un grado de concentración importante, el ejemplo de los grandes países industriales capitalistas, fueron todos factores que preparaban una dominación de un tipo nuevo. Pero esta dominación solo consiguió abrirse camino mediante la acción del Partido que, utilizando la ideología, el terror y los privilegios, fundió en un mismo molde todos los elementos arrancados a todas las clases de la vieja sociedad rusa”[23]. Dicho de otro modo, los bolcheviques solo cambiaron el esquema de poder, se lo arrebataron a otros para quedárselo ellos y hacer fiesta con él, mientras el pueblo al que decían representar, proteger y defender se sumergía cada vez más en la miseria.
Otras de las características fue hacer del Socialismo la doctrina oficial y destaca las feroces represiones a todo aquel que siquiera manifestase un poco de incomodidad con el régimen; estos, cuando no eran fusilados o torturados en el acto, eran enviados a uno de la amplia red de campos de trabajo o concentración que para 1938 ya albergaban entre cinco (5) y ocho (8) millones de personas; todo aquel que discrepara con los bolcheviques era considerado la peor de las escorias, un traidor. En adición, varias olas de hambrunas acaecieron a este sistema[24] y la misma jugó papeles importantes en guerras, sea directa o indirectamente, en los marcos de la Segunda Guerra Mundial[25] y de la guerra fría[26]. Todo el sistema se fue hundiendo poco a poco tras el telón durante años, pero su fracaso saldría a flote —a la vista de todos— el 9 de noviembre de 1989 cuando miles de personas salieron a derribar aquello que les privaba de libertad y un futuro mejor, a saber, el muro de Berlín.
Éste fue un acto simbólico que representa la batalla perdida del Socialismo en el siglo XX y ocurre en un marco en donde fácticamente se había disuelto la Unión Soviética, pues, desde finales de los 80 varias republicas reclamaban independencia y en ese mismo año Gorbachov declara que los países miembros del pacto de Varsovia podían resolver su futuro libremente; desde marzo de 1990 hasta su disolución oficial en diciembre de 1991, se independizaron quince (15) republicas que pertenecían al unión soviética. El colapso fue tal, que el presidente tuvo que aplicar varias reformas económicas conocida como perestroika, en donde se adoptaban ciertas medidas de apertura económica para salir de la crisis, y reformas que permitirían una reestructuración del poder político que disminuyó el poder central. Así, muere la unión soviética.
La historia de Cuba está marcada cual cicatriz en la piel por la lucha por la libertad por lo menos desde el siglo XIX. Habiendo ganado la guerra contra el decadente imperio español en 1898, pronto se dan cuenta que cambiaron de tirano, pues caen en las manos de su vecino Estados Unidos —quienes habían tenido un papel decisivo ayudando a Cuba en su guerra contra España—. Desde enero de 1898 hasta mayo de 1902 EE. UU. dirigió a Cuba bajo un régimen militar, pero ese año permitieron elecciones para supuestamente crear un gobierno cubano; sin embargo, el presidente electo, Tomás Estrada Palma, quien había vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos, era controlado por ellos. Mediante movimientos políticos se hicieron con el control de la isla; y esto lo demuestra el hecho de que en la constitución de 1901 quedara plasmada la Enmienda Platt[27] y los gobiernos que le siguen fueran manejados y/o influenciados directa o indirectamente por ellos. En todos los grandes problemas que se presentaron en Cuba —1905, 1909, los años 20, 30 y 40— se veía la mano de Estados Unidos, incluso apoyaron la cuasi-dictadura de Fulgencio Batista en 1934 y la dictadura plena dirigida por el mismo instalada en 1952 hasta poco antes de su caída en 1959.
Todos estos acontecimientos vividos en la isla caribeña fueron caldo de cultivo para que se levantara un carismático líder como Fidel Castro[28], con tendencias socialistas —aunque estratégicamente negara su grata aceptación o influencia de la ideología al principio de sus movimientos rebeldes—, y calara con gusto en el corazón y la mente de la mayoría de la población cubana.
La revolución socialista dirigida por el primer Comandante[29], que aún prevalece hoy, tiene sus inicios en 1953 cuando el 26 de julio ataca el Cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, con casi ciento cincuenta (150) hombres —la mayoría procedentes del partido comunista o afines a las ideas socialistas—, por considerar que éste haría ensangrentar al régimen —sería un golpe simbólico— y causaría una insurrección popular; sin embargo, este ataque falló: por un lado, fue rechazado por las tropas del ejército de Batista y murieron la gran mayoría de los asaltantes en el ataque o en la posterior ejecución y, por el otro, el pueblo no se levantó contra la dictadura. Ahora bien, Fidel Castro no sufre el mismo destino que la mayoría de sus compañeros y es condenado a 15 años de prisión. Lo que tuvo como resultado que el asalto al cuartel fuera un fracaso en todos los sentidos menos uno, pues, este acto le dio una victoria política de peso, dado que se hizo de una fama que se acrecentaría en su juicio, en el que él mismo se defendió y expresó aquellas palabras que marcarían al pueblo cubano: “la historia me absorberá”.
Sin embargo, de aquellos 15 años de condena solo cumpliría 2, porque en 1955 le conceden un indulto que lo pone en libertad y toma la decisión de marcharse a México para preparar una nueva revolución. Allí conoce al Argentino Ernesto Guevara —mejor conocido como Che Guevara—, acérrimo comunista —más estudiado en ese campo y más radical que Fidel—, y logra agregar a sus filas a exiliados cubanos que se oponían al régimen de Batista. En su exilio, con discursos y mítines que manda a realizar con sus cartas comienza a influenciar en la sociedad cubana para que los mismos no apoyen ni participen en una posible salida de la dictadura por vía electoral. Habiendo fracasado, después de una guerra civil, el dialogo que hubo entre el gobierno y los abstencionistas[30], Castro y sus guerrilleros siguen su preparación para invadir Cuba y derrocar la Dictadura de Batista con las armas. Así, con altos y bajos, la noche del 24-25 de noviembre de 1956, 82 hombres emprenden su viaje en el Granma —a pesar de que era probable que murieran en la expedición, dado que el yate no estaba en condiciones de soportar el peso de los soldados y de las armas que llevaban[31]— saliendo desde Tuxpan, pasando por el golfo y desembarcando en la playa de Las Coloradas el 2 de diciembre[32], son recibidos por el ejército de Batista que logra dispersarlos y mermarlos —de 82 combatientes, quedaron menos de 30—. Con este gran fracaso Castro huye y se oculta en las montañas de la Sierra Maestra.
Sin embargo, desde las montañas, Fidel Castro comienza a practicar una guerra psicológica que llevaba todas las de ganar: a pesar de las batallas perdidas contra el ejército, Castro y los medios de comunicación muchas veces lo anunciaban como victorias rebeldes; esto, acompañado de la colosal fama que comenzó a ganar El Comandante en Cuba y en los países foráneos —incluyendo EE. UU.—, hizo que se le sumaran personas a su inicialmente diminuto ejército; sumado al hecho de que el ejército de Batista estuviera dividido y con divergencias políticas, más su fama que caía en picada. Pasado el tiempo, la presión social al gobierno de los Estados Unidos repercutió en la retirada de su apoyo a la dictadura Batista, por lo que, después de dos años de sangrienta lucha, éste huye a los Estados Unidos con todas sus pertenencias y Fidel Castro se hace con el poder el primero de enero de 1959. Con esto, se intensifican las llamas del infierno en Cuba, arrasando con todo lo que encuentra a su paso.
El gobierno de Fidel Castro inicia oficialmente con su llegada a la Habana el 8 de enero de 1959 —día en el que, curiosamente, el periódico Hoy publica, en noticias de Moscú (URSS), “que el éxito de la revolución significaba nuevo revés norteamericano en Latino América y presentaba el triunfo de Castro como una derrota de Estados Unidos”[33]—, con una ola de fusilamientos de altos mandos militares y a todo aquel que sea considerado un traidor —en menos de tres meses, la cifra oficial alcanza los 500 fusilados, pero fueron mucho más—, persecuciones y represalias contra todo aquel que se considerara que apoyó al gobierno de Batista y se opuso u oponía al Movimiento 26 de Julio —nombre que había adoptado la guerrilla de Fidel en honor a lo sucedido en el Cuartel Moncada—, encarcelamientos, desaparecimientos y/o muertes en condiciones extrañas de aquellos que estaban dentro del movimiento, pero que podían representar una fuerte oposición a Fidel en el futuro —como el caso de Camilo Cienfuegos y su amigo Huber Matos— y la expropiación y nacionalización de empresas y tierras privadas —la mayoría en manos de estadounidenses— que repercutiría en el futuro en el mayor desastre económico de toda la historia cubana. La tiranía y una ignominiosa miseria llegan a cada uno de los ámbitos sociales para quedarse, menos para los hermanos Castro y sus seguidores o amigos íntimos.
Durante el régimen de Castro, con las expectativas de un futuro mejor, el semblante del pueblo cubano cambio drásticamente para mal. A pesar de las fallas y situaciones sociales que si existieron en la época, Cuba venia de ser uno de los países con mayor desarrollo en todo el continente americano en la década de 1950; Carlos Alberto Montaner, basándose en el trabajo de Leví Marrero (1966), menciona que Cuba era el quinto país de América en donde mejor se alimentaba su población con un promedio de 2730 calorías diarias —cuando el mínimo adecuado es de 2500—; el segundo país de Latinoamérica en uso proporcional de su suelo agrícola con 30.5%; en cuanto al ingreso per-cápita, Cuba se comparaba a Italia y el ilusorio gigante Económico de la Unión Soviética; la calidad de vida era relativamente buena para la época: 1 de cada 40 personas tenían automóviles, 1 de cada 38 poseían teléfono, 1 de cada 6.5 tenían radio y 1 de cada 25 tenían un televisor en su hogar —posicionándolo de esta manera entre los 3 mejores países de América Latina—; el 24% de la fuerza de trabajo correspondía al sector industrial y Cuba no era un país mono-productor de azúcar; el consumo de energía eléctrica era de 11.8 megavatios/horas por año per-cápita —posicionándolo como el primer país en Latinoamérica en consumo de energía y el 25 a nivel mundial—; para 1958, 75% de las centrales azucareras eran de propiedad cubana, la inversión estadounidense representaba menos 14% del total de capitalización de Cuba, el resto era netamente cubano y el 61.1% contaba con depósitos privados en la banca nacional; no conforme con esto, había un comercio por cada 1000 habitantes que producían un promedio de ventas anual de 2500 millones de dólares; así, indicadores como el nivel de educación, crecimiento demográfico, desempleo, estado sanitario, entre otros, muestran que Cuba, a pesar de sus problemas, estaba en una posición favorable, vía desarrollo, en comparación con sus países vecinos[34]. Ahora bien, con Fidel Castro en el poder, y reconocido como el nuevo gobierno legítimo de Cuba por EE. UU., todo lo anterior se fue al traste; estatizó los medios de producción, confiscó y/o expolió toda propiedad privada, sometió a todo opositor y centralizó absolutamente todo el poder en su figura en el siguiente contexto: no hay congreso, solo un consejo de ministros que Fidel mismo dirige; el poder militar queda a sus pies; y las leyes son promulgadas por él.
La reforma agraria iniciada cuatro meses después de ascender al poder, mayo de 1959, junto a otras acciones, llevó al embargo estadounidense hacia Cuba, al colapso económico y a la pobreza al país entero. Situaciones que no llevaron a un colapso político del régimen cubano de no ser porque, una vez opuesto plenamente a EE. UU.[35], la Unión Soviética comienza a firmar convenios económicos y conceder préstamos al gobierno cubano; en el invierno de 1959, la URSS se compromete a comprar 425.000 toneladas de azúcar para 1960, un millón de toneladas anuales en los cuatro años siguientes y prestaría 100.000 de libras a Cuba durante doce años al 2.5%, además, se suministraría a Cuba “petróleo crudo y refinado y muchos otros productos, por ejemplo, trigo, barras de hierro, láminas de acero, aluminio, papel de periódico, azufre, sosa cáustica y abonos” y se “prestaría ayuda técnica para construir nuevas fábricas y desecar marismas. Cuba exportaría fruta, zumos, fibras y pieles a Rusia”[36]. De esta manera inicia Cuba a ser sustentada por el bloque soviético y, en un futuro muy cercano, convertirse en un estado satélite del mismo en plena guerra fría. Ya para abril de 1961, Fidel Castro afirmó, después de negarlo muchas veces ante el mundo y su pueblo, el carácter socialista de su gobierno.
A causa de ejercer el crimen como modo de gobierno y de la crisis socioeconómica, en los primeros tres años de gobierno de Fidel emigraron unos 250.000 personas –el 3% de la población–, principalmente hacia Estados Unidos, pero otros destinos también fueron países de Latinoamérica, como Venezuela y Puerto Rico, y de Europa, como España[37]. Esto se trataba de uno de los mayores éxodos que se habían registrado hasta el momento. Además, para 1962 Cuba había recibido suficiente armamento soviético como para consolidar su revolución socialista en Cuba; esto llegaría a su cumbre cuando el 22 de Octubre de ese año el presidente Kennedy transmite un mensaje al mundo revelando que la URSS estaba instalando misiles nucleares teledirigidos en la isla de entre 1400 y 3200 kilómetros de alcance; un acontecimiento que pondría al planeta a las vísperas de un cataclismo nuclear y que se evitó gracias a la retirada de los misiles de Cuba con la promesa de EEUU de no invadir la isla y retirar sus misiles de Turquía. Esta retirada de armamento soviético encolerizó a Fidel Castro, quien soltó una maldición, pateo la pared y rompió un espejo al enterarse de la medida que había tomado su aliado[38]. Sin embargo, a pesar de todos los acontecimientos, esto sería un seguro al régimen castrista en Cuba de que no sería invadido por su país vecino.
Durante los años siguientes de la guerra fría, Cuba comenzó a racionalizar productos de básicos para la subsistencia humana —alimento, medicamento y otros—, lo que se tradujo en inmensas colas para poder adquirir lo propio; si bien el pueblo cubano no murió de hambre, no hay duda de que les hubiera gustado comer más de lo que comían y disfrutar de otros placeres de los que eran —y siguen siendo— limitados; en contraste, los dirigentes del régimen vivían —viven— una vida mejor que la del pueblo que someten. En adición, esos grandes logros en donde se muestra una Cuba con avances médicos y aumento de la población estudiantil son una cortina, tanto en el pasado como en el presente: en comparación a años previos de toma del poder, la preparación médica cubana disminuyó en calidad; y, en el campo educativo, los niños eran obligados a estudiar y obligados a trabajar desde los seis años de edad[39].
En la misma línea temporal, es necesario mencionar que Fidel Castro llevó a cabo un programa para apoyar todos los movimientos comunistas del mundo. De esta manera, desde 1960 ya intervenía de forma más o menos encubierta en África y Oriente próximo en las guerras o en conflictos civiles y locales, con la intención de entrenar y apoyar las insurrecciones socialistas, en países como Argelia, Marruecos, Sudán, Yemen del Sur, Guinea Bissau, Cabo Verde, Congo, Somalia, Etiopía, Mozambique, Siria o Angola. Hablando de estos dos últimos: en 1973 envía tanques a las Alturas de Golán en apoyo a Siria en su guerra contra Israel y Egipto; y en 1975 envía tropas cubanas hacia Angola —la verdad es que ya los apoyaba desde 1965 con tropas al mando del Che Guevara—, una participación en el conflicto que se extendería por 16 años. En resumen, la red de inteligencia cubana se extendió por buena parte del mundo, logrando penetrar a gobiernos e instituciones civiles y militares del mundo entero —incluyendo a EE. UU.—, y desarrollando actividades de promoción y participación en guerras fuera de la isla. Así, la inteligencia cubana “fomentó y facilitó apoyo logístico y financiero de acciones desestabilizadoras y subversivas que incluyeron actos de sabotaje, golpes de estado, atentados, secuestros, robos y asaltos, control y seguimiento de los exiliados cubanos, guerra mediática y desinformación sistemática” mediante “agencias y órganos de comunicación, espionaje tecnológico e industrial para el Campo Socialista, o el apoyo a dictaduras de izquierda (y alguna que otra de derechas) en los foros internacionales”[40].
En otras palabras, la dictadura cubana no se limitó a imponer terror a su pueblo, sino que lo exporto a otras partes del mundo. Pero todo este sostén artificial de Cuba se caería cuando en 1989 colapsa la URSS, quienes lo habían ayudado estratosféricamente durante todos sus años de convenios y alianzas; durante 1989 y 1994, la economía cubana, ya de por sí deplorable, cae entre un 35% y un 50%. Esto llevó a Castro a intentar realizar algunas reformas económicas, pero todas fracasaron, menos la que tenía que ver en el campo del turismo —que no fue un gran avance, pero le sirvió de sustento a la economía cubana—. Ahora bien, este estancamiento no le duraría mucho al régimen castrista, pues en 1999 toma el poder en Venezuela su aliado y títere Hugo Rafael Chávez Frías, quien comienza a hacerse cargo de las facturas de Cuba y regalaría —bajo eufemismos de cambios y acuerdos comerciales y estratégicos— el petróleo venezolano a un punto en donde Cuba comienza a exportar petróleo venezolano[41].
Pero, a pesar de toda la ayuda externa que durante casi toda la existencia recibió el régimen, hoy día el pueblo cubano sigue hundido en la miseria causada por el sistema que se implementa en su país, una miseria constante y que no vaciló en ningún momento a lo largo de todos los años transcurridos desde 1959 hasta el presente —diciembre de 2023–. Una vez más, queda ilustrado que no es quien aplique, el cómo se aplique o el cuándo se aplique el Socialismo lo que le hace fracasar, sino que el sistema en sí mismo está condenado, por un lado, solo a otorgar poder y gracia a la cúpula que lo implementa y, por el otro, al colosal fracaso social —que está asegurado desde antes del momento cero de su implementación—.
Otros fracasos y más fracasos
Decidí detallar los dos ejemplos anteriores por considerarlos los más relevantes para la historia universal en el continente europeo, asiático y americano en el siglo XX —extendiéndose hasta la actualidad en el caso de Cuba—, pero hay que estar conscientes de que ha habido otros regímenes socialistas en el mundo que, a pesar de implementarse en distintos lugares y épocas, siempre han tenido el mismo resultado, a saber: miseria para la sociedad. No hay excepción alguna de este hecho. Mongolia, Polonia, Vietnam, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia, Checoslovaquia, Hungría, China, entre muchos otros, vivieron las consecuencias de haber implementado el sistema socialista en su tiempo. Aun la China del s. XXI, que muestra crecimiento económico gracias a las reformas implementada en la década de los 70 y sostenida en las décadas siguientes, se mantiene en el poder gracias a su control de sus dirigentes hacia su pueblo —reprimiendo a todo aquel que vaya contra sus intereses—. En otras palabras, a pesar de los distintos matices que se puedan apreciar en los diferentes países y épocas en donde se implementó —y sigue implementando— el Socialismo, no hay duda de que la sociedad sufre mucho por ello; sea careciendo del sustento básico o necesario para la vida, como alimento, agua o abrigo; sea viendo afectada su libertad en los distintos campos de acción; sea con la vida misma; o todo esto junto.
Puede que, al leer estas líneas, alguno diga que “no se puede confundir el ideal socialista con las personas que lo llevaron a cabo” y que lo que acabo de describir es la figura y pensamiento de una persona y no el socialismo en sí mismo. Pero esto es un error. El fundamento de las acciones de una persona son sus creencias, nadie realiza acciones en el vacío, por lo que las acciones que llevaron a cabo diversos personajes con ideales socialistas a lo largo de la historia deben su origen en el ideal mismo; no es casualidad que la gran mayoría de los defensores del Socialismo —por no decir que todos— tengan una característica en común: la violencia; sea que la practiquen directamente o inciten a ella. Es por esta razón que, analizando la historia “tradicional”[42] del sistema socialista, la única conclusión lógica a la que se puede llegar es la siguiente: no importa el lugar y la época, en todo tiempo lo que precede la toma del poder del Socialismo es la violencia y lo que la ayuda a mantenerse es la violencia; bajo el sistema, son los dirigentes quienes concentran ese poder y dirigen a su pueblo por el camino que ellos creen conveniente sin importar si en el andar tengan que sufrir o morir miembros de ese pueblo que dicen defender y proteger.
En vista de lo anterior, es impresionante como hoy día muchas personas, haciendo como si no hubiera pasado nada, siguen promoviendo y defendiendo el sistema socialista con total vehemencia, cual toro que se dirige directo al degolladero. Hay personas que tienen la realidad de frente y aun así la niegan; otros, después de haberla visto, prefieren sacarse los ojos para no verla, como si eso alterara la realidad, prefiriendo ser esclavos e imbéciles por convicción, que añorar y luchar por su libertad.
[1] Fernando Diaz Villanueva, en su libro “Historia criminal del Comunismo”, sostiene que “la praxis revolucionaria se ha cobrado la vida de unos 100 millones de personas en todo el mundo y en menos de un siglo”, además, acota que esta “siendo conservador con los números, porque puede que sean muchos más” (Prologo ¿Es el comunismo una secta criminal?, párr. 8). Ese, junto a “El libro negro del comunismo” de S. Courtois., N. Werth., JL. Panné., A. Paczkowski., K. Bartosek y JL. Margolin., muestran claramente como la ideología comunista recurre sistemáticamente a crímenes individuales a fin de asentarse en el poder, constituyendo así del crimen en masa un verdadero sistema de gobierno. A lo largo de la historia, el Socialismo ha sido un fracaso en lo político, económico, social, cultural y hasta estéticamente por estar fundamentadas en horrores teóricos con respecto a la percepción de la realidad. En otras palabras, la teoría socialista está mal y su praxis ha resultado, evidentemente, un chasco.
[2] En realidad, fue en el mes de marzo según el calendario gregoriano. Antes de febrero de 1918 Rusia usaba el calendario Juliano, que tiene trece (13) días menos, y, por tanto, los acontecimientos antes de esa fecha se establecen según dicho calendario. En consecuencia, todos los acontecimientos que se relaten antes de febrero de 1918 tienen que sumárseles 13 días a la fecha correspondiente si se quiere conocer la fecha según nuestro calendario; por ejemplo, las revueltas en Rusia estallan el 23 de febrero según el calendario Juliano, al convertirlo al calendario gregoriano, sumándole trece días, tenemos que dichas revueltas se llevaron a cabo el 8 de marzo, coincidiendo curiosamente con el día internacional de la mujer.
[3] Estas líneas no tienen el fin de estudiar o analizar en profundidad los sucesos que antecedieron la Revolución rusa de 1917. Sin embargo, en groso modo, Carlos Tiabo, en su obra “Historia de la Unión Soviética (1917-1991)”, nos cuenta que a finales del siglo XIX e inicios del XX el imperio ruso contaba con amplia extensión territorial que llevo a que “de 63 millones de habitantes en 1857” pasaran a “92 en 1896 y a 122 en 1913, en vísperas de la Primera Guerra Mundial”; lo que llevo a una superpoblación en zonas campesinas y al hacinamiento del proletariado en las ciudades en desarrollo. Además, el ordenamiento social ruso se caracterizaba, a finales del siglo XIX, por la creciente actividad del Estado en el ámbito económico, quien tenía la tarea de impulsar el desarrollo. Al respecto, “desempeñaban notorios papeles la construcción de una importante red de ferrocarriles —singularmente uno de ellos, el Transsiberiano, iniciado en 1891—, la creación de un buen número de centros de enseñanza técnica, y la configuración de un activo sistema bancario. En consonancia con una vieja tradición rusa, el Estado era, además, el principal adquiriente de bienes industriales, y a tono con lo que luego sería un rasgo dominante en el sistema soviético, el grueso de la producción industrial lo configuraban bienes de equipo, y no mercancías destinadas al consumo popular” (Capítulo I, Las Revoluciones Rusas, párr. 4-5. Cursivas mías). Sin embargo, a pesar de los denodados esfuerzos por crear y sostener una buena economía que permitiese el progreso, en este entonces el descontento social por la decadente situación política y económica, la primera definida como una autocracia en la que el zar gozaba con un importante aparato militar, y la última marcada por escasez de alimentos y una fuerte inflación para el año 1917, era notoria. Esto venía arrastrándose desde muchos años atrás y podría decirse que el punto de inflexión fue el penoso papel que estaba jugando Rusia en la Gran Guerra, alimentando de esta manera toda la debacle interna en la que se encontraba el régimen —estaba al borde del colapso—. Es en este marco en el que se llevarían a cabo las revoluciones de 1917, dando paso a una nueva era soviética.
[4] Op. cit. Carlos Tiabo. La Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capítulo I, Las Revoluciones Rusas, sección “El derrocamiento del zarismo: la revolución de Febrero de 1917” (párr. 3).
[5] Los socialdemócratas estaban divididos en dos grupos, el menchevique y el bolchevique, ambos con visiones y proyectos distintos. El partido menchevique “mostraba una inequívoca confianza en la espontaneidad y se inclinada por formas organizativas abiertas, aun en detrimento del grado de dirección y control que sobre ellas pudiese ejercerse”, mientras que, por el contrario, el bolchevique recelaba la “acción espontanea” y “preconizaba una organización férrea y jerarquizada, con objetivos claramente establecidos y dirigida por un pequeño grupo de revolucionarios profesionales” (óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capítulo I, Las Revoluciones rusas, sección “La revolución de 1905 y sus consecuencias”, párr. 1). Un dato curioso es que bolchevique significa “mayoría”; puede que Lenin, fundador del partido, que a su vez contaba con poco apoyo en aquel entonces, se haya hecho del término para proyectar y transformar —o tergiversar— esta realidad con el uso de la palabra.
[6] Su verdadero nombre era Vladimir Ilich Ulianov, nacido en 1870, siendo el tercero de seis hijos. El alias “Lenin” es tomado del río Lena. Federico Jiménez Losantos escribe en su obra, “Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos”, que se había criado en un “ambiente familiar culto, acogedor, educado y humanista: lecturas, música y teatro”, además de ser “excelente alumno de Primaria y Secundaria, se licenció en derecho en 1892”. También señala que “siempre fue un niño mimado de la casa, rodeado de mujeres, que lo tenían por un genio y lo mantuvieron económicamente toda su vida.Nunca trabajó” (Capitulo III, Lenin, párr. 1-3; cursivas mías).
[7] Óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capítulo II, La Ingeniería Social y sus Problemas, sección “las consecuencias políticas” (párr. 6).
[8] Los soviets se encontraban, ahora, al servicio —subordinación— de la maquinaria estatal. Por otro lado, a modo de dato curioso, ese día se proclamaría la “República Federativa Democrática de Rusia”, aunque su existencia fue muy breve debido a la disolución de la asamblea.
[9] En virtud de este tratado, en el que se satisfacían la mayoría de las exigencias alemanas en pos de la paz, “Polonia y las tres repúblicas bálticas quedaban bajo control germano; Georgia, Finlandia y Ucrania adquirían la independencia, pero claramente en la esfera de influencia de Alemania, y Rusia se veía obligada a entregar territorios a Finlandia, Turquía y Rumania. En conjunto, y según una estimación, Rusia renunciaba nada menos que a un 32% de la superficie cultivable, a un 33% de las instalaciones industriales, a un 73% de la riqueza minera y carbonífera, y a unos sesenta millones de habitantes” (óp. cit. Historia de la Unión soviética (1917-1991). Capítulo III, El Comunismo de Guerra y la Nueva Política Económica, párr. 5). Es entendible por qué se presentan las protestas opositoras una vez aceptado y firmado el tratado.
[10] Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia y el estado libre Irlandés (1920).
[11] La guerra civil rusa (1917-1923) tuvo lugar pocas semanas después de que el Partido tomara el poder en la Revolución de Octubre; los partidos opositores comenzaron a resistirse al gobierno bolchevique, lo que dio lugar a tensiones y enfrentamientos armados múltiples, con ayuda externa para el ejército blanco, siendo el periodo de 1918-1920 en donde se llevaron a cabo los enfrentamientos más intensos y sangrientos. Sin embargo, después de éstos, la tensión bajo y solo se presentaban ciertas resistencias en algunas zonas del territorio ruso, siendo el último enfrentamiento llevado a cabo en junio de 1923.
[12] La pena de muerte había sido abolida en octubre de 1917, pero fue restaurada en junio de 1918. Otro dato curioso es que ese mismo año la Cheká se encargó de crear el primer campo de concentración. Es decir, el gobierno bolchevique, socialista/comunista —sea válida la redundancia—, llego al poder de manera violenta y recrudeció tal violencia durante el ejercicio del mismo.
[13] Óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capítulo II, La Ingeniería Social y sus Problemas, sección “Las consecuencias políticas” (párr. 16)
[14] La Cheká, creada en diciembre de 1917 con carácter supuestamente transitorio, fue un grupo armado de la revolución bolchevique, un organismo represor a los pies de Lenin; como el Partido se había tornado extremadamente violento —algo previsible—, no solo recibía criticas externas, sino internas, lo que obligo a Lenin a encargar a “uno de sus lugartenientes, el aristócrata polaco Felix Dzerzhinski, que formase una milicia dedicada a vigilar de cerca y reprimir los conatos de disidencia que fuesen apareciendo mientras el Partido se acomodaba en Moscú”. Esto abrió paso para que Dzerzhinski creara un grupo que no tenía restricciones en el trato que podían dar a los “contrarrevolucionarios”; sin embargo, este grupo, en un principio llamado “Comité Militar Revolucionario de Petrogrado”, se quedó corto ante la gran cantidad de opositores/disidentes al gobierno bolchevique, por lo cual Lenin manda a llamar nuevamente a su lugarteniente “para encomendarle la creación de una -comisión especial- [en ruso, Chrezvychaynaya Komissiya, es decir, Che-Ká] que luchase -con mayor energía revolucionaria contra la huelga general de funcionarios y determinara los métodos para suprimir el sabotaje” (óp. cit. Historia Criminal del Comunismo. “La Cheka, el brazo armado de la Revolución” (párr. 3, 5). En otras palabras, la Cheká era una comisión que tenía la tarea de luchar contra todos los enemigos de la revolución hasta suprimirlos; la tortura sistemática medieval —empalamiento, lapidación, horca, desollamiento, entre muchas otras— era el fundamento de la Cheká; algunos de sus atroces actos se realizaban en público con la intención de infundir terror en la población. Por citar algunos actos, en la madrugada del 11 y 12 de abril de 1918, recién creado el grupo, mil agentes “irrumpieron en los domicilios de quinientos ciudadanos sospechosos de militar en organizaciones anarquistas”, los detuvieron y ejecutaron en público a algunas personas en la plaza Lubienka, junto al Kremlin; también se conocen casos en donde desnudaban a los presos y vertían agua sobre ellos en un ambiente a 30 grados bajo cero, por lo que éstos terminaban congelándose “rápidamente formando estatuas de hielo vivientes”, o ponían tubos en la boca para deslizar por él “para que ésta, azuzada por un tizón que el verdugo ponía en el otro extremo del tubo, desgarrase la garganta de los condenados hasta provocarles una espantosa muerte” (ibíd. párr. 10, 11). Al respecto, puede consultarse también la sección “El Brazo Armado de la Dictadura del Proletariado” perteneciente a la primera parte de la óp. cit. El Libro Negro del Comunismo. En la misma línea, sin duda alguna, dada las circunstancias, el fusilamiento era la más benévola de las sentencias que podían aspirar los presos. He de decir que esta policía del estado cambio de nombre varias veces, entre el año 1922 y 1923 paso a llamarse Gosudarstvennoe Politicheskoe Upravlenie (GPU, que se traduce: Dirección Política del Estado), entre este último año y 1934 cambio su nombre a Obyediniónnoye gosudárstvennoye politícheskoye upravléniye (OGPU, que significa: Dirección Política del Estado Unificada), desde 1934 hasta 1946 se llamó Naródniy komissariat vnútrennij del (NKVD, traducido como: Comité del Pueblo para Asuntos Internos) y, por último, recibió el nombre de Komitet Gosudarstrennoaja Bezopasnosty (KGB, que es: Comité de Seguridad del Estado) desde 1946 hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.
[15] Quiero aclarar que, siguiendo la descripción dada en textos que precedieron a este tema, en mayor o menos medida, todos eran Socialistas, incluso los supuestos anarquistas de la época eran anarquistas colectivistas, por lo que es irrelevante que bando cometía las atrocidades. Lo importante a destacar es que es el sistema Socialista, en sus distintos colores, quien se cargó con todos los sufrimientos de todas las personas durante todo el periodo soviético (1917-1991). Al respecto, revisar: Roymer Rivas. 2023. Socialismo, máxima expresión del colectivismo. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/socialismo-maxima-expresion-del-colectivismo/ (Consultado el 18 de diciembre de 2023).
[16] Óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capitulo III, El Comunismo de Guerra y la Nueva política Económica, sección “El comunismo de guerra”, párr. 1. Agrego que, efectivamente, fue un fracaso económico y social, sin embargo, para los fines del Partido Comunista, fue todo un éxito, ya que ellos lograban mantenerse en el poder, con innegables éxitos militares, mientras ganaban ciegos adeptos.
[17] Óp. cit. El Libro Negro del Comunismo. pág. 130.
[18] Óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capitulo III, El Comunismo de Guerra y la Nueva política Económica, sección “El comunismo de guerra”, párr. 10.
[19] Ibíd. sección “La Nueva Política Económica (NEP)”, párr. 5. Cabe destacar que esta política surge como respuesta al descontento masivo que llevo a enfrentamientos entre los bolcheviques y los campesinos —guerras campesinas, tuvo su apogeo a inicios de 1921—. La situación se tornada explosiva y “ante la amenaza de un verdadero maremoto social que significaría el riesgo de hundimiento del régimen, los dirigentes bolcheviques se vieron obligados a dar marcha atrás y a tomar la única medida que podía de momento calmar el descontento más masivo, el más general y el más peligroso: el descontento campesino” (óp. cit. El Libro Negro del Comunismo. Primera parte, sección “De Tambov a la Hambruna”, párr. 1). Es en este contexto en el que se implementa la NEP.
[20] Óp. cit. Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capitulo III, El Comunismo de Guerra y la Nueva política Económica, sección “La Nueva Política Económica (NEP)”, párr. 6.
[22] Este escrito no tiene el fin de analizar cada gobierno de la Unión Soviética por separado y mucho menos destacar sus diferencias, sino que es un panorama general de los acontecimientos y/o características que marcaron, en mayor o menor medida, a todo el régimen desde su origen hasta su disolución oficial en 1991. La razón por la cual he sido más descriptivo con el origen del Estado Soviético —y seguirá siendo así con los siguientes regímenes a describir— es para resaltar el hecho de que la violencia y el crimen siempre son rasgos característicos del sistema socialista en sí, de quienes promueven y defienden el Socialismo; en efecto, no puede ser de otra manera, la naturaleza del Socialismo es el mal y, desde el inicio, la única manera de promoverlo, implementarlo y defenderlo es con la violencia.
[23] En op. cit. Carlos Tiabo. La Historia de la Unión Soviética (1917-1991). Capítulo 2, La ingeniería social y sus problemas, sección “La burocracia” (párr. 3).
[24] Para la década de 1930 azoto, nuevamente, una hambruna que los historiadores llaman “La Gran Hambre” (1932-1933). Ésta fue peor que las hambrunas pasadas, las victimas mortales ascendieron a más de seis (6) millones. Ahora bien, lo que diferenció a La Gran Hambre de las demás es que ésta “fue consecuencia directa del nuevo sistema de -explotación militar feudal- del campesinado […] puesto en funcionamiento durante la colectivización forzada, y una ilustración trágica de la formidable regresión social que acompaño al asalto contra los campos realizado por el poder soviético a finales de los años veinte” (óp. cit. El Libro Negro del Comunismo. Primera parte, sección “La Gran Hambre”, párr. 1). El aparato estatal cercó poblaciones enteras para que nadie pudiera salir, Ucrania es el que más destaca de todo este periodo. Sin más, esta tragedia constituye una de las mayores tragedias humanitarias del siglo XX y, como todas las demás atrocidades cometidas por el sistema socialista, se trató de ocultar al mundo y de la historia.
[25] La URSS mantenía la paz con Alemania hasta que es traicionada por esta en 1941. Después de esto, la Unión Soviética pasa a formar parte de las tropas aliadas, por lo que, al salir vencedor en la Segunda Guerra Mundial, se queda con la ocupación de ciertos territorios, entre los que resalta, por el simbolismo histórico que marcaría décadas después, la parte oriental de Alemania.
[26] Esta guerra fría, llamada así porque no hubo ataques directos entre los bandos, agrupa más de doce (12) conflictos armados en el marco del choque de dos ideologías superficialmente opuestas, la de EE. UU. y la de la URSS. Este tiempo se vería marcado por zonas de influencias conocidas como países satélites, que funcionaban como promotores de las ideas de los países a los que respaldaban, y por pequeños conflictos que surgían en distintas partes del mundo y en donde Estados Unidos y la Unión Soviética intervendrían constantemente a través de ayudas económicas, armamentistas, espionaje, entre otras acciones, para seguir influenciando en el contexto internacional. De estos destacan el posible conflicto bélico tras la construcción de un puente aéreo llevado a cabo por EE. UU. debido al bloqueo que auspició la URSS en las zonas occidentales, el conflicto entre árabes e israelíes, la guerra de Vietnam, la guerra de Corea —que terminaría por dividir al país en dos hasta el día de hoy—, la división de Alemania con el muro de Berlín y la crisis de los misiles cubanos que pudo haber servido de base para una guerra nuclear. Para mayor información, revise la obra de Ronald E. Powaski titulada “La Guerra Fría: Estados Unidos y la Unión Soviética. 1917-1991” —toda la obra merece ser leída cabalmente—; además, también puede revisar dos artículos, uno de Jon Kelly titulado “Seis sucesos claves que definieron la guerra fría” publicado por la BBC Londres (puede acceder a través de: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/04/140402_guerra_fria_revive_finde_ng) y otro de Daniel Delgado titulado “La guerra fría, medio siglo de enfrentamientos”, publicado por Muy Interesante (puede acceder a través de: https://www.muyinteresante.es/historia/31239.html)
[27] A cambio de que Estados Unidos retirara sus tropas —a excepción de las que quedarían en ciertos puertos— y emergiera un gobierno propiamente cubano, EE. UU. impone que Cuba debe aceptar constitucionalmente que ellos pueden intervenir cuando lo consideren necesario. Solo habiendo aceptado ésto es que se da paso al gobierno de Tomás Estrada Palma.
[28] Fidel Alejandro Castro Ruz nace el 13 de agosto de 1926 en Mayarí. Hijo del español Ángel Castro Argiz, rico, dueño de extensas tierras, y su cocineta Lina Ruz González. Ángel todavía estaba casado cuando Lina le dio a luz cinco hijos: Ramón, Fidel, Juana, Emma y Raúl. doctor en leyes y estatista con gran influencia política en el mundo. A modo de dato curioso, menciono que la relación de Fidel con su padre era distante, hasta el punto que, junto a sus hermanos, adoptan el apellido “Castro” en los años 30, cuando Ángel se casa con Lina como requisito para poder inscribir a Ramón y Fidel Castro en la escuela “La Salle”, de Santiago de Cuba; estos, junto a Raúl, más tarde terminarían en el colegio jesuita de la Habana. En 1945 llega a la universidad de la Habana para estudiar derecho y en 1950 obtiene un doctorado en la misma rama, en su vida universitaria destacaría su actividad política en lugar de la académica; la violencia revolucionaria lo caracterizaría, y lo ilustra su participación en la lucha entre bandas y un sinfín de participaciones violentas en la Habana que terminó con la muerte de varios de los miembros de los grupos a los que pertenecía entre 1945 y 1953, incluso participó en el fallido intento de conquistar Republica Dominicana en 1947, escapando del arresto y llegando sano a la granja de su padre. Para mayor detalle de la vida insurrecta y enérgica en la búsqueda del poder de Fidel Castro, consulte la obra de Hugh Tomas titulada “Cuba. La lucha por la libertad”, en su Libro VIII. La Lucha, 1952-1959. Sección 61, Fidel Castro: infancia y juventud. Y las secciones 62-63 para detalles del ataque a Moncada.
[29] Digo “primer Comandante” porque más tarde Hugo Rafael Chávez Frías, presidente de Venezuela (1999-2013), seria llamado del mismo modo por sus aliados y seguidores. La similitud entre estos dos personajes es supina.
[30] Para mayor detalle de este proceso, consulte la obra de Carlos Márquez Sterling titulada: “Historia de Cuba: desde Colón hasta Castro” (1963), en su Cuarta Parte: “Dictadura y Apotolicismo Revolucionario 1952-1959”, secciones: desde “Contra las Elecciones” hasta “Empieza la Guerra Civil”. Publicado por Editorial Las Américas.
[31] Según Carlos Márquez Sterling, “Llevaban a bordo dos cañones antitanques, treinta y cinco rifles con mira telescópica, cincuenta y cinco rifles Mendoza, tres ametralladoras Thompson ligeras y cuarenta pistolas ametralladoras ligeras”. En Ibíd. Sección: El Granma y la Sierra Maestra, párr. 3.
[32] El Granma era un yate que adquirió la guerrilla cubana de manera clandestina en México con el fin de usarlo como medio de transporte hacia Cuba. El viaje estaba planeado para cuatro (4) días, pero las dificultades hicieron que durara siete (7). Esto es importante a destacar ya que Fidel había anunciado su desembarco en Cuba para el 30 de noviembre, invitando a sus adeptos que lo esperaran y que tomaran las calles para la revolución; y fue así, efectivamente jóvenes se lanzan a las calles el esperado día, dirigidos por Frank País, pero Fidel nunca llegó. Actualmente el Granma es uno de los más celebrados monumentos de la revolución cubana y se exhibe en un museo. Para mayor información de la expedición, vea la óp. Cit. de Hugh Tomás, libro VIII, en la sección: “La Expedición del Granma” y la Óp. Cit. de Carlos Márquez Sterling, en la sección: “El Granma y la Sierra Maestra”.
[33] En óp. cit. Historia de Cuba: desde Colón hasta Castro. Parte “Decima Epocagangsterismo y Comunismo 1959-1963”, sección: El Caballo Desbocado, párr. 2. Esto es algo curioso, pues muestra que desde sus inicios la Unión Soviética veía con buenos ojos la revolución cubana liderada por Fidel Castro y, de hecho, la propaganda vendía este triunfo como una derrota directa de los Estados Unidos.
[34] Carlos Alberto Montaner. (1994). Vísperas del final: Fidel Castro y la Revolución Cubana. Publicado por Editorial Globus. Capítulo 1: “Vaya por delante lo siguiente”, sección: “Estado de la economía cubana antes de Castro”. Pág. 8-17.
[35] Si bien es cierto que Estados Unidos buscaba establecer acuerdos económicos con Cuba en el primer trimestre de 1960, ésta se mostró vacilante y expuso una serie de condiciones que, claramente, eran imposible que EE. UU. aceptara, por lo que, es muy posible que los movimientos del régimen cubano solo fueran para tantear hasta donde podía llegar su vecino, porque en realidad no querían establecer ningún acuerdo con ellos. Esto toma fuerza al ver la conversación que Castro tuvo con Rómulo Betancourt en enero de 1959, en donde le hizo saber que pensaba oponerse a EE. UU. y le pidió apoyo financiero —tenía los ojos puestos en el petróleo venezolano—. Puede consultar la óp. Cit. Cuba: la Lucha por la Libertad. Libro IX: Victoria: la ilusión lírica, 1959, sección 82: Las primeras sombras, párr. 27-29; y Libro XI: El Choque 1959-1952, sección 94: Se desenvaina una espada. Párr. 24-30
[36]Ibídem. Párr. 22. Es necesario destacar que, tan solo entre 1961 y 1962, la ayuda soviética a Cuba ascendía a 570 millones de dólares: dinero que se intentó usar para activar la economía cubana y llevar a cabo sus planes sociales; pero que terminó en un fracaso en todos los niveles. Además, en la campaña de alfabetización que se llevó a cabo —quizá el único logro de la revolución a costa de la miseria en todos los demás campos sociales— se despilfarró mucho dinero, incluso podría considerarse un despilfarro de mucho dinero en sí mismo este proyecto, puesto que no representaba beneficio inmediato para la sociedad cubana (consultar: Ibídem. Sección 100: Entre crisis, párr. 6).
[37] Navarro V., Armando. (2013). Cuba, el Socialismo y sus Éxodos. Publicado por Editorial PalibrioSpain. Sección: Los primeros éxodos.
[38] Óp. Cit. Cuba: La Lucha por la Libertad. Libro XI: El Choque. Sección 103: La Crisis de los Misiles III. Párr. 17, 18.
[39] Revise ibíd. en Epílogo, sección 104: Los Utopistas.
[40] Óp. Cit. Cuba, el Socialismo y sus Éxodos. Sección: “La exportación de la revolución”, párr. 3. Es bueno que consulte todo el tema y lo complemente con la sección: “El Internacionalismo proletario”, en la misma obra.
[42] He resaltado el adjetivo “tradicional” en este texto porque considero que el Socialismo, sea completo o en esencia, inicia desde el momento en que el primer human intentó someter a otro para que actuara acorde a su voluntad. Empero, esto es historia para otro día.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
En todo tiempo y lugar, el hombre que ha querido alzarse y prevalecer por sobre otros hombres, para someterlos a su voluntad, ha necesitado suprimir la individualidad de cada uno de los sometidos, limitar la expresión libérrima de sus voluntades, para poder dominarlos fácilmente. Con este objetivo, controla el qué y cómo aprenden los sometidos, qué y cómo deben pensar y actuar, y hasta opta por castigar psicológica y físicamente a quienes no se amolden a su cosmovisión.
No obstante, esto no siempre amerita de una violencia física a escala masiva, también puede darse el caso en el que los sometidos, pudiendo elegir ser libres, deciden abandonar su independencia y se aferran más a su yugo. Parafraseando un poco lo que expresó Étienne de la Boétie en su “Discurso de la Servidumbre Voluntaria” (1574), llega un punto en el que la dominación desnaturaliza tanto al hombre, el único verdaderamente nacido para vivir libremente, que le hace perder el recuerdo de su primer ser y el deseo de recuperarlo.
Tal es el caso que se presenta en “Himno” (1938), la novela de Ayn Rand que retrata una sociedad donde el individuo es suprimido a un punto en el que solo es “bueno” y “real” el “nosotros”, lo referente al colectivo, y los miembros de la sociedad siquiera pueden manifestar algún vestigio de gusto o preferencia sin sufrir las consecuencias. Sin embargo, curiosamente, la mayoría de estos no se animan a sublevarse, a pesar de que no alguna fuerza física que los amenace con someterlos en caso de que suceda tal cosa, pues el sistema ha penetrado por completo en sus almas, sus cadenas son mentales y/o espirituales, su servidumbre es voluntaria.
A pesar de ello, la naturaleza libre del ser humano siempre encuentra la forma de salir a flote y termina por imponerse, así sea tan solo en unos pocos que logran sacar fuerzas para nadar contracorriente. En esta novela distópica, nos encontramos con un ejemplo claro de este hecho cuando el protagonista, Igualdad 7-2521, a pesar de considerar que nació con “una maldición” que siempre lo condujo a pensamientos que estaban prohibidos y generaban deseos que estaban mal según la moralidad de su sociedad, no desistió de encontrar las respuestas a las preguntas que le inquietaban[1].
Él mismo expresa: “sabemos que somos malos, más no tenemos la voluntad ni el poder para resistirnos a ello. Éste es nuestro asombro y nuestro temor secreto: que lo sabemos y no oponemos resistencia”[2]. Sus palabras ilustran que, a pesar de las circunstancias, este “nosotros” llamado “Igualdad 7-2521” tenía una voluntad individual, aunque en su momento no lo sabía.
El considerar “una maldición” lo que le pasaba responde a que en su sociedad no había “una transgresión más vil que obrar o pensar solos”[3]; está prohibido estar solos, prohibido pensar, y prohibido actuar sin que se le ordene, como se le ordene y cuando se le ordene[4].
Esto es así porque el pensamiento crítico, el cual siempre parte de la introspección o reflexión netamente individual, y la búsqueda de conocimiento son considerados amenazas para la estabilidad social y el poder del Estado. Al ser los ciudadanos educados en una única verdad, sin que se les permita cuestionar las ideas establecidas ni buscar nuevas formas de pensamiento, se garantiza la estabilidad del régimen totalitario, pues, mantener a la población en la ignorancia permite manipularla y controlarla más fácilmente. He allí la razón por la cual se persigue y castiga a cualquier persona que se atreva a cuestionar las normas establecidas.
En la novela, esto queda retratado cuando Igualdad 7-2521, un hombre que siente una profunda necesidad de conocer y entender el mundo que lo rodea y desde su juventud ha sentido una pasión por la ciencia y la tecnología —lo que considera su “maldición”—, es castigado por su curiosidad, inteligencia y su búsqueda de conocimiento[5], y es obligado a trabajar en un trabajo sin sentido que no le permite desarrollar sus habilidades ni utilizar su mente de manera productiva[6], tanto para él como en beneficio de la sociedad —aunque este no sea su motivador principal—.
Con el tiempo, sus mismas inquietudes intelectuales le llevó a seguir investigando, satisfaciendo su necesidad, y reflexionando sobre el mundo que le rodeaba —aun poniendo en duda lo que él mismo pensaba, pues, su fin era encontrar la verdad, independientemente de si él estaba equivocado o no—. En el proceso, terminó por comprender que todo lo que le habían enseñado como verdad era, en realidad, mentiras con máscaras de certeza, por lo que decide huir al bosque para seguir con sus investigaciones, aunque significara la posibilidad de que no sobreviviera mucho tiempo —o al menos eso creía—.
¿El resultado? Igualdad 7-2521 logró encontrar la palabra prohibida: YO; y junto con ella, pudo reconocerse a sí mismo, encontrar el significado de su vida, ser plenamente feliz. En sus palabras: “Yo soy. Yo pienso. Yo deseo. (…) Esto, mi cuerpo y mi espíritu, es el final de la búsqueda. Yo deseaba saber el significado de las cosas. Yo soy el significado. (…) Porque sé que la felicidad es posible para mí en la tierra. Y mi felicidad no necesita una aspiración más alta para justificarse.”[7]
Ahora bien, ¿Qué podemos aprender de esta obra? La novela nos muestra la importancia del individuo, el pensamiento crítico y la resistencia que debemos poner ante la presión social que busca suprimir nuestro “yo” y condenarnos a la mediocre conformidad de la masa amorfa y moldeable. En la sociedad actual, podemos encontrar fuerzas que buscan restringir la libertad individual y la diversidad de pensamiento, por lo que es necesario tener la valentía de cuestionar las normas y las opiniones establecidas para alcanzar el conocimiento y la verdad.
Sin embargo, es necesario destacar que se requiere una actitud correcta para ir en búsqueda del conocimiento “y” la verdad, es decir, el objetivo no es siempre imponer nuestra cosmovisión del mundo a otros, sino descubrir la verdad, aceptarla tal cual es —incluso si no se apega a lo que pensábamos en un principio—, y defenderla. La duda debe ir acompañada de humildad para reconocer nuestros errores, en caso de ser necesario.
Esta era la actitud de Igualdad 7-2521, él no esperaba tener razón, él solo quería conocer la verdad y aceptarla, sin importar lo que fuese. Una actitud curiosa que constituye una fuerza liberadora para todos los seres humanos que tengan el coraje de tenerla. En la novela, a través de la ciencia y la tecnología Igualdad 7-2521 logra escapar de la opresión y la ignorancia de su sociedad, liberándose a sí mismo; en nuestra sociedad actual, el conocimiento también puede ayudarnos a liberarnos de la ignorancia y la opresión, y podemos usarlo para alcanzar nuestras metas y objetivos.
Solo de esta manera podemos encontrar la felicidad: reconociendo nuestra individualidad, haciéndonos cargos de nosotros mismos y educándonos con actitud curiosa en busca de la verdad para cultivar el pensamiento crítico que nos permitirá defender nuestra libertad, que es la base de todo progreso humano.
Parafraseando al protagonista de la novela, las personas no son herramientas para el uso de otros, no son sirvientes de sus necesidades, mucho menos una pieza de sacrificio para sus altares; lo que sí somos —lo que yo soy, lo que es usted— es un milagro. Su yo es solo suyo. Mi yo es solo mío. Y debemos poseerlo, conservarlo, protegerlo y usarlo en nuestro propio beneficio[8].
Las siguientes palabras con las que decidí terminar este ensayo aplica para todos los humanos: mi YO es “mío para arrodillarme ante él”, yo protejo mi alma, mi pensamiento, mi voluntad, mi libertad, y los frutos que surjan de ellas guiadas por mi razón alimentada con conocimiento veraz[9]. En mi condición, mi mente se rebelará contra todo aquel que se atreva a someterla para amoldarla a su voluntad[*].
[4] Como lo ilustra el hecho de que habían alarmas que indicaban cuando dormir y despertar, y cuando ir a los espacios asignados para compartir con otros. Además, estaba prohibido hablar fuera de esos espacios y hasta se había establecido la edad en que debían reproducirse. En palabras de Internacional 4-8818: “todo lo que no está permitido por la ley está prohibido” (ibíd., pág. 29).
[5] En el “Hogar de estudiantes”, al que van desde los 5 años hasta los 15 para estudiar y luego ser enviado a trabajar, es maltratado con latigazos porque el contenido a enseñar era muy fácil para el protagonista y, en consecuencia, resaltaba por sobre otros (ibíd., pág.21-22).
[6] La asignación fue de “barrendero”, cuando pudo ser de mayor provecho en el “Consejo de Eruditos”. El fin de las asignaciones era denigrar a la persona, no explotar su potencial (ibíd., pág. 23-25).
[*] Con este ensayo el autor quedó entre los 7 finalistas del concurso de ensayos del Ayn Rand Center Latin America sobre la novela «Himno», de Ayn Rand, en el año 2023.
Por Carlos Infante, coordinador local de EsLibertad Venezuela.
La libertad es un concepto histórico que se puede conseguir inclusive en los libros religiosos mas antiguos que conocemos en la actualidad, esto es porque el sentir de libertad es el engranaje indiscutible que mueve el desarrollo de la sociedad. Desde la época de la esclavitud de los judíos en el antiguo Egipto, hasta la caída del muro del Berlín y, más actualmente, en las luchas de la independencia de varias naciones, la libertad se ha conjugado en las mentes e ideologías de las personas como el ideal que se espera obtener, como la forma de vida intrínseca que debemos tener para poder evolucionar y desarrollar nuestras vidas como seres humanos hechos y derechos de la sociedad.
Teniendo en cuenta el impacto mundial de la liberad y su impacto innegable en todo el planeta, era de esperarse que dicho ideal también sea representado en el arte, la música, la literatura y en el 7mo arte, en la historia tanto de la literatura como de la cinematografía, es realmente difícil conseguir algún material que no toque de manera directa o indirecta temas relacionados con la libertad, les reto a pensar sobre obras literarias y cinematográficas que se hayan desligado completamente sobre la definición de la libertad y no la mencionen ni directa ni indirectamente, quizá puedas conseguir algunos, no digo que no, pero definitivamente se te hará muy difícil.
El arte imita la vida y la vida a veces imita al arte, es por esto que aseguro que será muy difícil conseguir material literario o cinematográfico que no toque de alguna manera las aristas de la libertad, a tal punto que puedo mencionar algunos ejemplos que suenan descabellados, pero que definitivamente de alguna manera hablan sobre la libertad, e inclusive sobre las libertades individuales como, por ejemplo, la película de Tim Burton “Edward manos de tijeras”, o también de Tim Burton “El Grinch”, algo más moderno, podría ser toda la saga de Rápidos y Furiosos, incluso en series como “Las sombrías aventuras de Sabrina”, “Sucession”, “Alf”, entre otros, puedo hacer una lista enorme sobre todas las películas y series que mencionan de manera directa o indirecta algo sobre la libertad, y la lista puede ser aun mas grande si añado obras literarias.
Ahora bien, teniendo en cuenta que —creo— ya les convencí que la mayoría de obras literarias, de cine y tv suelen añadir en sus historias, algunas aristas de la libertad, quiero tocar ciertos puntos importantes, ya que, a través del tiempo, autores, productores, guionistas y directores, han trabajado en conjunto, quizá sin darse cuenta, para advertir al publico sobre los peligros del totalitarismo y el autoritarismo contra la libertad, y en este articulo vamos a conversar sobre los parecidos que hay entre: Harry Potter, Las crónicas de Narnia, Game of Thrones y la Granja de Orwell.
Lo primero que debemos destacar sobre estas obras maravillosas es que todas son libros que fueron adaptados, ya sea al cine o la televisión, eso da fe del tremendo impacto cultural que cada una de estas obras a tenido en la sociedad, tanto del siglo pasado como del presente, pero quizá lo que las personas no se han dado percatado es que hay similitudes interesantes entre estas obras, que de por sí son muy diferentes si comparamos el contendo base, pero si las analizamos podemos entender de donde salen estas similitudes. Vamos a ir enumerándolas y especificándolas para que se entienda mejor la importancia de analizar estas historias.
Primero: las 4 obras hablan sobre un personaje —principal o secundario— que por alguna razón han perdido algo —un familiar, una propiedad, un derecho—. De esto derivan normalmente acontecimientos que hacen que estos personajes se replanteen su modo de vida y decidan accionar de alguna manera. En el caso de la granja este personaje es el granjero que pierde la granja; en el caso de Harry Potter, es Harry que pierde a sus padres; en Game of Thrones, son los Strak cuando pierden a Ned; y en Narnia, son los hermanos Pevensie cuando deben mudarse y dejar atrás a sus padres por la guerra.
Segundo: luego de que nuestros protagonistas o personajes secundarios se dan cuenta de que han perdido algo y que los acontecimientos de esta perdida los han llevado a que sus vidas cambiaran para siempre, viene la parte donde los personajes deben emprender un viaje para descubrirse o buscar venganza. En este proceso, se dan cuenta de que su aventura será más difícil de lo esperado, y es aquí donde normalmente se nos presenta la problemática principal o el villano de la historia. En la Granja la problemática eran los cerdos que comandaban a los animales; en Harry Potter es Lord Voldemort; en Game of Thrones son los Lannister; y en Narnia es la bruja blanca.
Tercero: es en este momento, cuando la historia da a conocer el problema o al villano, que los personajes conocen el sistema al que tienen que enfrentarse, el totalitarismo o autoritarismo, sistemas que son manejados y liderados por sus respectivos villanos —en Game of Thrones el Rey era Robert Baratheon pero quienes tenían el mayor poder político eran los Lannister y, una vez Robert muere, son los Lannister que afianzan su reclamo al trono, desde donde inician un sistema totalitario, contrario al de Robert que era respetoso de las casas nobles de Westeros; en Harry Potter, el sistema fue construido desde adentro por los Mortifagos, seguidores de Voldemort, que obedecían sin chistar todo lo que su amo les decía y les pidiera, es así como logran imponer una nueva directiva en Hogwarts, para después lograr poner un Primer Ministro en el Ministerio de Magia que sea adepto a Voldemort y sus ideales; en La Granja, los cerdos manejaban un autoritarismo disfrazado de democracia, ya que manipulaban a los animales para que aceptaran hacer lo que el líder quiera sin necesidad de dar explicaciones; y, por ultimo, en Narnia la bruja blanca destrono el reinado de Aslan a través de la fuerza y se autoproclamo reina, iniciando un gobierno de terror que le permitía tener el control completo de Narnia y sus habitantes a través del miedo—.
Cuarto: Cuando los protagonistas se dan cuenta del nivel de peligro del sistema al que se están enfrentando, es aquí cuando se dan cuenta verdaderamente de que, si no hacen algo, sus vidas, sus libertades, derechos y las de sus amigos y seres queridos no podrán salvarse, y es aquí cuando inician una aventura para hacerle frente al sistema gobernado por su villano. Y en cada una de las historias vemos que se logra a través de las alianzas, de la diplomacia y del apoyo.
Una vez que los protagonistas definen el problema, es cuando buscan la solución, ¿Cómo? Buscando aliados que estén sufriendo lo mismo que ellos; es así como, de repente, todos se dan cuentan que sus vidas y libertades peligran y que deben hacer algo para cambiar el sistema. Por ello es que al finalizar la historia vemos como los protagonistas luchan para defender sus vidas, libertades y derechos de un sistema que se construyó para derrotarlos y esclavizarlos, y claro, al final, ganan la batalla y restauran la justicia, la libertad y los derechos para que todos los animales no pasen hambre, para que los muggles y los mestizos no sean asesinados y torturados, para que el reinado vuelva a la paz después de la guerra y para que se instaure la justicia en el reino.
Es así como de manera sutil los autores integran en sus obras las ideas de la libertad, sus principales enemigos y como la sociedad puede luchar para proteger sus derechos y libertades ante un sistema que fue impuesto y construido para destruir a la sociedad en busca de un poder absolutista que solo busca dar mas poder al tirano a costa de las libertades y derechos de los ciudadanos y la sociedad. Por esto, es importante analizar siempre lo que vemos y leemos, para que aparte del entretenimiento que nos brinda, también nos pueda dejar enseñanzas y moralejas importantes que nos pueden ser de gran ayuda en algún momento dado para defender nuestras libertades.
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