¿Qué mantiene unida a las sociedades humanas? Una lectura de las fuentes del poder social

Oriana Aranguren estudia Ciencias Fiscales, mención Aduanas y Comercio Exterior, y es cofundadora del capítulo Ladies of liberty Alliance (LOLA) Caracas, desde donde se promueve el liderazgo femenino en el movimiento libertario. También, es Coordinadora Nacional de EsLibertad Venezuela.

Las sociedades humanas son el resultado de la acumulación histórica de, digámoslo ya, técnicas de organización, y como tal, se infiere que las ‘jaulas’ en las que vivimos no son naturales ni eternas, sino construcciones históricas surgidas de la lucha por el poder. Ergo, el futuro de la sociedad humana dependerá de nuestra capacidad para reorganizar estas redes superpuestas antes de que sus fricciones nos lleven, una vez más, al desastre.

Oriana Aranguren

La sociología histórica, en sus momentos más ambiciosos, intenta responder a una pregunta que parece sencilla, pero que esconde mucha complejidad, a saber: ¿Qué es lo que mantiene unidas a las sociedades humanas y qué es lo que las hace cambiar? Durante mucho tiempo, las respuestas oscilaron entre la rigidez del marxismo, que veía en la economía el motor último de la historia, y el funcionalismo o el idealismo, que buscaban la cohesión en los valores o el consenso. Sin embargo, si nos adentramos en los dos volúmenes de Las fuentes del poder social de Michael Mann, uno se encuentra con una refutación monumental de la simplicidad, porque nos muestra que hay que aceptar el “desorden pautado” de la historia humana, siendo una especie de “teoría del todo” un tanto —valga la redundancia— desordenada, mediada por el caos, pero que, paradójicamente, termina en coordinación social.

A través de un recorrido que va desde los orígenes del Neolítico hasta los albores de la Primera Guerra Mundial, Mann sostiene en su obra que la sociedad no es un sistema unitario, cerrado ni evolucionista —no es un “cuerpo”, ni un “edificio”, es decir, no es rígido, estático, unicausado—, sino que las sociedades están constituidas por “múltiples redes socioespaciales de poder que se superponen y se interceptan”[1]. Entender estas conexiones o entrelazamientos de “poder” es la clave para descifrar la historia del poder mismo y de la civilización humana. Adentrémonos en ello.

La muerte de la “Sociedad” y el nacimiento de las redes

El primer golpe intelectual que asesta Mann, y que resuena a lo largo de ambos volúmenes, es el rechazo al concepto tradicional de “sociedad”, pues, tal como arguye, estamos acostumbrados a pensar en “la sociedad francesa” o “la sociedad romana” como una especie de entidades discretas, como bolas de billar que chocan unas con otras, es decir, tenemos una visión “unitaria”[2]. Para él, las sociedades no son totalidades, no tienen una estructura única ni un solo motor evolutivo[3]. De hecho, esto le lleva a afirmar que ni siquiera sistemas[4] —allí cabría un extenso y profundo debate, así que sólo me limito a mencionar su postura—. En su lugar, propone el modelo IEMP, esto es: Ideológico, Económico, Militar y Político, cada una de ellas un “poder” que hace ser a la sociedad. Éstas no son “dimensiones” de un todo, sino cuatro fuentes distintas de poder social, cada una con su propia logística, su propia capacidad de organización y su propio ritmo de desarrollo. En sus palabras:

La mejor forma de hacer una relación general de las sociedades, su estructura y su historia es en términos de las interrelaciones de lo que denominaré las cuatro fuentes del poder social: las relaciones ideológicas, económicas, militares y políticas (IEMP). Son: 1) redes superpuestas de interacción social, no dimensiones, niveles ni factores de una sola totalidad social. Eso se desprende de mi primera afirmación. Son también: 2) organizaciones, medios institucionales de alcanzar objetivos humanos. Su primacía no procede de la intensidad de los deseos humanos de satisfacción ideológica, económica, militar o política, sino de los medios de organización concretos que posea cada una para alcanzar los objetivos humanos, cualesquiera que sean éstos[5].

Es decir, Mann argumenta que, para comprender la sociedad y su historia, debemos analizar cómo las organizaciones de Poder Ideológico, Económico, Militar y Político interactúan y se superponen, siendo éstas las estructuras organizativas más poderosas que los humanos han creado para perseguir colectivamente sus fines. Si acaso llega a imponerse una sobre otra, eso no es por una especie de ley histórica, sino un accidente del momento, porque el poder no deriva de la intensidad con la que los humanos desean algo, sino de la capacidad organizativa para lograrlo[6].

Este enfoque es importante, porque nos libera de la creencia de que siempre hay que buscar una “causa última” de las cosas, ya que, tal como muestra Mann, la historia no es un proceso evolutivo lineal donde una etapa sucede lógicamente a la anterior. La prehistoria, por ejemplo, se caracterizó por la capacidad de los pueblos para eludir el poder, no para buscarlo[7]. La civilización, el Estado y la estratificación, a su juicio, no fueron pasos inevitables del progreso humano, sino resultados anormales y raros, surgidos de circunstancias ecológicas y sociales muy específicas que atraparon a la humanidad en una “jaula social”[8]. Si bien, para comprender el mensaje de Mann, es vital desglosar cómo estas cuatro fuentes de poder interactúan sin fundirse jamás por completo.

Las cuatro organizaciones del poder

Según Mann, el Poder Ideológico ofrece significado, normas y rituales. Es una fuente de poder porque los humanos no pueden entender el mundo solo a través de los sentidos; necesitan conceptos y categorías[9]. Mann explica cómo las religiones universales trascendieron fronteras políticas y militares, creando redes de interacción extensivas que ningún ejército podía igualar[10]. Sin embargo, hablando de la actualidad —o su actualidad, que es extrapolable al presente—, Mann observa un debilitamiento relativo de este poder, pues las ideologías se han vuelto más “inmanentes”, reforzando la cohesión de clases y naciones en lugar de trascenderlas[11].

El Poder Económico, por su parte, nacido de la necesidad de satisfacer la subsistencia, crea circuitos de praxis: producción, distribución e intercambio[12]. Mann rechaza la visión marxista de que éste poder determina todo lo demás en la vida social; si bien es cierto que el capitalismo transformó Occidente, argumenta que el mercado capitalista no funciona en el vacío, sino que requiere de la regulación política y, a menudo, de la protección militar[13].

Asimismo, el Poder Militar es quizás la reivindicación más fuerte de Mann frente a la sociología clásica, que a menudo lo ignora o lo subsume bajo el Estado. Para Mann, la organización de la fuerza física, la defensa y la agresión tienen su propia lógica, y, en la historia, la mayoría de los Estados no poseían el monopolio de la fuerza militar[14]. El poder militar, prima facie, puede ser “concentrado-coercitivo”, vital para proyectos intensivos como la esclavitud o la construcción de imperios, pero también tiene un alcance negativo y terrorista[15] para la misma sociedad.

Finalmente, el Poder Político se refiere a la regulación centralizada y territorializada[16], pues, a diferencia de las otras fuentes que pueden ser promiscuas y atravesar fronteras, el poder político se aferra al territorio; en suma, es el poder del Estado. Avanzando en la historia, Mann muestra cómo este poder cobra un protagonismo inusitado con el surgimiento del Estado-nación moderno, una entidad que busca “enjaular” o limitar a las demás redes de poder dentro de sus fronteras[17], supeditando todos los demás poderes a sí mismo.

Del azar a la jaula estatal

Éste último punto es, para los fines de esta obra, el más importante, porque la lectura conjunta de las dos obras de Mann indica una transformación de la fluidez a la rigidez. Por ejemplo, la historia hasta 1760, se presenta como una serie de accidentes y “surgimientos intersticiales”, ya que los actores humanos, persiguiendo sus objetivos individuales, dieron paso a la creación de redes que a menudo escaparon de su control[18]. En este sentido, la civilización europea misma no fue un destino manifiesto, sino el resultado de una serie de factores contingentes: una ecología fragmentada, la herencia del cristianismo —que es una red ideológica extensiva— y la competencia multipolar de estados débiles[19]. Sin embargo, al entrar en el siglo XIX, en el tiempo de 1760-1914, la textura de la historia cambia, porque el proceso se endurece, se hace rígido, por cuanto la Revolución Industrial y la Revolución Militar transformaron la capacidad logística del poder. De repente, el poder se volvió más “intensivo” y “extensivo” simultáneamente[20]. Aquí reside, precisamente, una de las tesis centrales del segundo tomo: el ascenso de las clases[21] y de los Estados nacionales no fueron procesos opuestos, sino entrelazados. Convencionalmente, pensamos que el capitalismo —donde hay clases, poder desigual entre quienes controlan los medios de producción, distribución e intercambio— es internacional y el Estado es nacional, pero Mann demuestra que esto es falso, pues, las clases modernas se formaron dentro de lo que él llama la “jaula” del Estado-nación[22]. La lucha por el poder político, por la ciudadanía y por la representación obligó a las clases a organizarse nacionalmente, por lo cual el Estado no fue un mero instrumento del capital —como diría Marx— ni un árbitro neutral —como dirían los pluralistas—, sino un actor con su propia lógica, que “cristalizó” de diferentes formas —capitalista, militarista, representativa— según las presiones históricas[23] —que no son estrictamente deliberadas—.

El mito de la revolución única

En este orden de ideas, Mann ataca a las teorías de la “revolución singular”, por cuanto, tanto liberales como marxistas, tienden a buscar una especie de “big bang” histórico: la Revolución Industrial o la Revolución Francesa como el momento en que todo cambió, porque, a juicio de Mann, la transformación económica no fue única ni sistémica[24]. Por ejemplo, el capitalismo ya estaba muy avanzado en Gran Bretaña antes de la industria, y la Revolución Industrial fue una revolución del poder colectivo —nuestra capacidad para transformar la naturaleza—, pero no cambió inmediatamente las relaciones de poder distributivo —quién manda sobre quién—[25]. De hecho, Mann señala una ironía dolorosa: los regímenes del antiguo régimen demostraron una capacidad de adaptación asombrosa, porque, lejos de ser barridos por la burguesía, se fusionaron con ella. La aristocracia terrateniente y el nuevo capital industrial a menudo encontraron acomodo dentro de las estructuras del Estado, perpetuando viejas jerarquías bajo nuevas máscaras[26].

La reflexión sobre el poder y sus consecuencias involuntarias

Tener esto presente es muy relevante, porque, si hay un hilo conductor moral en la obra de Mann, es la advertencia sobre las consecuencias involuntarias del poder. Los actores sociales —ya sean sacerdotes sumerios, nobles feudales o burgueses victorianos— persiguen objetivos racionales dentro de sus propias redes, pero, al hacerlo, activan fuerzas que no comprenden, y que terminan cambiando la estructura de la sociedad que conforman[27]. El ejemplo más dramático se encuentra en el análisis de las causas de la Primera Guerra Mundial, donde Mann rechaza las explicaciones simplistas que culpan únicamente al imperialismo capitalista o a la agresividad alemana y, en su lugar, describe una “espiral descendente” provocada por el entrelazamiento de redes de poder polimorfas[28]. La diplomacia geopolítica, las estructuras militares osificadas, las tensiones de clase internas y el nacionalismo agresivo crearon una situación donde la guerra se volvió racional para los actores individuales, aunque fuera objetivamente irracional para la civilización.

Este desenlace trágico subraya, siguiendo la visión de Mann sobre el tema, que la sociedad no es un sistema autorregulado que busca el equilibrio, sino un campo de batalla desordenado donde las distintas fuentes de poder pueden entrar en colisión catastrófica. De este modo se hizo posible la “cristalización” del Estado en formas militaristas y nacionales, combinada con un capitalismo internacional pero competitivo, que creó una máquina de guerra que nadie controlaba del todo —y que se mantiene hasta nuestros días—[29].

Sobre la vigilancia de la libertad, las instituciones sociales y el poder —social—

Todo lo descrito anteriormente nos recuerda que la sociedad se mantiene unida por un “desorden pautado”, una coordinación siempre inestable que emana de la superposición de —a juicio de Mann— las cuatro redes IEMP —Ideológica, Económica, Militar y Política—, que a su vez se deben a la acción humana. A mi juicio, la sociedad no es un sistema unitario, cerrado y orgánico, y aunque Mann rechace explícitamente la etiqueta de “sistema” para evitar la rigidez funcionalista, irónicamente, su modelo de redes socioespaciales múltiples y entrecruzadas ofrece una visión de una complejidad tal que podría entenderse como un sistema abierto y caótico en el sentido de la teoría de sistemas contemporánea[30], que llega para indicar que las interacciones humanas —para Mann, que se encuentran en las organizaciones IEMP— crean un patrón que no es teleológico, sino evolutivo y contingente, donde las consecuencias involuntarias de las acciones humanas son el verdadero motor del cambio histórico.

En lo que compete al Estado-nación, el recorrido por la historia, desde los orígenes del Neolítico —donde carecía de la estructura moderna— hasta la “jaula” actual, es una advertencia constante sobre el poder: su logística, su capacidad para trascender fronteras —como el poder ideológico o económico que ahora controla, o eso pretende— o su tendencia a territorializarse y “cristalizar” la organización social —el poder político—. La civilización, tal y como la conocemos hoy, no fue un destino inevitable, sino un “accidente del momento” generado por la capacidad humana para crear estructuras que, eventualmente, la limitan —para bien y/o para mal—.

Es en este escenario donde reside la importancia de la libertad en la creación de lo que podemos llamar “instituciones”, porque las complejas estructuras de la sociedad son, en gran medida, los resultados no intencionados de la acción descentralizada y libre de los individuos persiguiendo sus fines —un punto de conexión notable con la Escuela Austriaca—. La sociedad se articula y desarrolla en esos “surgimientos intersticiales” donde la organización dominante no llega. Sin embargo, Mann nos obliga a mantener una vigilancia perpetua, porque la historia del siglo XIX, con el entrelazamiento de las clases y el Estado-nación, demuestra que la misma libertad para organizarse —económica, social o políticamente— puede llevarnos a la rigidez y a callejones sin salida catastróficos, como la espiral descendente que culminó en la Primera Guerra Mundial, o el socavamiento de las libertades en la actualidad, más en una era digital donde los Estados nos vigilan e irrumpen en lo que debería ser privado, porque tienen la estructura para ello.

En definitiva, Las fuentes del poder social nos enseña que no hay un motor único ni una causa última. Lo que mantiene unida a la sociedad es un equilibrio de fuerzas dinámico, caótico y siempre al borde de la colisión, donde la clave para entender la historia es desglosar la capacidad organizativa, logística, de infraestructura, y, a mi juicio, reconocer que la libertad es la condición necesaria, pero no suficiente, para evitar que el poder nos atrape en una jaula que construimos como sociedad. Las sociedades humanas son el resultado de la acumulación histórica de, digámoslo ya, técnicas de organización[31], y como tal, se infiere que las “jaulas” en las que vivimos no son naturales ni eternas, sino construcciones históricas surgidas de la lucha por el poder. Ergo, el futuro de la sociedad humana dependerá de nuestra capacidad para reorganizar estas redes superpuestas antes de que sus fricciones nos lleven, una vez más, al desastre.


[1] Michael Mann. 1991. Las fuentes del poder social I: una historia del poder desde los comienzos hasta 1760 d. C. Madrid, España. Versión española de Fernando Santos Fontela. Publicado por Alianza Editorial S. A. Pág. 14.

[2] Ibidem.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem.

[5] Ibidem., pág. 15.

[6] Ibidem., págs. 14-15, 43-56.

[7] Ibidem., págs. 35, 59-74.

[8] Ibidem., pág. 65. A este respecto, convendría a algún anarquista, o estudioso de la política y la sociedad, revisar y comparar dicha postura con el origen del Estado según F. Oppenheimer. En: Franz Oppenheimer. 2014. El Estado, su historia y evolución desde un punto de vista sociológico. Traducción de Juan Manuel Baquero Vázquez. Publicado por Unión Editorial S. A.

[9] Ibidem., pág. 43.

[10] Ibidem., pág. 44.

[11] Michael Mann. 1997. Las fuentes del poder social II: el desarrollo de las clases y los Estados nacionales, 1760-1914. Madrid, España. Versión española de Pepa Linares. Publicado por Alianza Editorial S. A. Pág. 16-17

[12] Óp. Cit. Las fuentes del poder social I., pág. 45.

[13] Ibidem., págs. 45-46.

[14] Ibidem., págs. 26-27.

[15] Ibidem., págs. 48-49.

[16] Ibidem., pág. 49.

[17] Óp. Cit. Las fuentes del poder social II., págs. 40-41.

[18] Óp. Cit. Las fuentes del poder social I., pág. 34. Al usar la expresión “surgimientos intersticiales”, Mann refiere al hecho de que las estructuras sociales complejas, como el Estado o el capitalismo, no emergen necesariamente de resultados deseados o como partes de un plan maestro, sino que éstas nuevas formas de organización, como cualquier otra, ocurren en los “intersticios” de las estructuras de poder ya existentes, es decir, en los huecos, las periferias o las lagunas de la organización dominante —por eso están fuera de su control, al menos del control absoluto—. Puede comprender esto mejor si repara en el hecho de que un “intersticio” alude a un espacio o hendidura que se encuentra entre dos cuerpos o partes de un mismo cuerpo, por lo cual puede describir el intervalo o la distancia entre dos momentos o lugares, o, en lo que aquí respecta, de absolutamente todo lo que compete a la sociedad y es producto de la interacción de los miembros que la conforman.

[19] Ibidem., págs. 30-35.

[20] Óp. Cit. Las fuentes del poder social II., págs. 30-37.

[21] Cabe señalar que Mann tiene una concepción de las “clases” muy alineada al marxismo.

[22] Ibidem., págs. 18-19, 40-41,

[23] Ibidem., págs. 40-41, 70-71.

[24] Ibidem., págs. 28-31.

[25] Ibidem.

[26] Ibidem., págs. 33-41. Esto es, de hecho, parte de la tesis de Herbert Marcuse en “El hombre unidimensional”, con sus matices. Al respecto, ver: Herbert Marcuse. 1972. El hombre unidimensional: ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Barcelona, España. Publicado por Editorial Seix Barral S. A.

[27] En gran medida, los teóricos de la Escuela Austriaca de Economía estarían de acuerdo con ello, siguiendo a autores como Carl Menger, quien en “Principios de economía política” habla de los resultados no intencionados de la acción humana, que son instituciones complejas que rigen la misma acción humana —siendo una de ellas el dinero—; Ludwig von Mises, en su Tratado sobre la Acción Humana; o a su máximo exponente, al menos en lo que a esto respecta, Friedrich Hayek, quien habla del conocimiento disperso y las instituciones evolutivas. Al respecto, puede encontrar una síntesis de estas ideas en: César M. Meseguer. 2013. La teoría evolutiva de las instituciones: la perspectiva austriaca. Madrid, España. Segunda edición. Publicado por Unión Editorial S. A.

[28] Ibidem., págs. 21-22, donde menciona la tesis del capítulo 7, que se replica en los capítulos 10, 11, 14 y 20.

[29] Cuando Mann habla de “cristalización”, refiere al proceso por el cual las redes de poder —IEMP— se solidifican y se vuelven permanentes, estables y limitantes dentro de una estructura organizacional, que es típicamente el Estado-nación. Es precisamente por esto que se habla de “rigidez”, y del paso de una historia “abierta” a una “limitada”.

[30] Agradezco a Roymer A. Rivas B., teórico del Creativismo Filosófico, esta luz sobre el tema.

[31] Michael Foucault estaría totalmente de acuerdo con esta afirmación, porque, en última instancia, la técnica de organización impone disciplina.

Borrego de la semana 212: Diosdado Cabello, jerarca del narcorégimen de Venezuela

Esta semana, durante una reciente alocución, Diosdado Cabello aseguró que el régimen venezolano se prepara para “pasar de la lucha no armada a la lucha armada” en caso de una intervención extranjera. El dirigente afirmó que una confrontación “no duraría 48 horas ni tres días” y llamó a la organización para un escenario bélico prolongado.

No obstante, esas palabras contrastan considerablemente con sus acciones en el pasado en escenarios de aparente peligro para él, pues, en esos episodios críticos —como el 11 de abril de 2002—, Cabello se ocultó mientras otros daban la cara. Por ello, su retórica actual busca más aparentar fortaleza, pese a que tanto él como la cúpula del régimen han evitado históricamente cualquier confrontación real.

Su discurso, en definitiva, no coincide con la realidad: hasta ahora, el chavismo no ha enfrentado un adversario militar equiparable y ha dependido más de la represión que de la capacidad de combate, aunque sí han arremetido contra estudiantes desarmados, incurriendo en cientos de asesinatos.

Por esta razón, el genocida jerarca del narcorégimen que somete a Venezuela es seleccionado como el Borrego de la semana.

Programa 753: ¿Inicia el exilio de Maria Corina Machado? Cabello amenaza a Trump

Esta semana, la noticia del día gira en torno a la salida de Maria Corina Machado de Venezuela. En el análisis del programa sostiene que, aunque Machado se ha ganado el mérito del premio, su partida implica profundos efectos internos. Desde sus declaraciones pasadas —donde afirmó que no saldría de Venezuela hasta que el país fuese libre— hasta la reacción de la ciudadanía dentro del territorio nacional, el impacto político podría ser significativo.

En paralelo, el candidato Edmundo González aseguró no saber cuándo podrá regresar al país, admitiendo que la transición democrática carece de plazos definidos. En este marco, se advierte que el deseo de cambio, por sí solo, no constituye estrategia: sin acciones concretas, la transición seguirá siendo incierta.

El Borrego de la Semana es el jerarca chavista Diosdado Cabello, quien, en su más reciente alocución, insistió en que el régimen está listo para pasar a una “lucha armada” si se presenta una intervención internacional. Aseguró que cualquier operación militar duraría semanas o meses, no horas, e hizo llamados a la organización para la resistencia.

Sin embargo, se recuerda que Cabello ha evitado enfrentamientos reales en el pasado —incluyendo episodios como el 11 de abril— y se resalta que el chavismo no ha enfrentado nunca un adversario militar equivalente. Su retórica actual, más que fortaleza, refleja la necesidad política de mantener cohesión interna en un momento en que cúpulas y mandos medios calculan sus propias rutas de supervivencia.

En la sección En Polémica, se habla del los rumores sobre un supuesto ultimátum de Donald Trump a Nicolás Maduro, en el marco del despliegue militar estadounidense en el Caribe. Sin embargo, informes citados en el programa ponen en duda esa versión. En este sentido, se critica duramente a los “analistas” que difunden versiones de inminentes ataques o plazos ficticios, señalando que el único que conoce el rumbo final es el propio Trump.

En Desmantelando a la Izquierda, se comenta un reportaje de La Gran Aldea donde se expone el papel de ciertos analistas internacionales a quienes denomina “expertos útiles del Cartel de los Soles”, por su contribución a la normalización del régimen ante la comunidad internacional. El estudio contabiliza decenas de apariciones en medios globales y destaca especialmente la figura de Juan González, exasesor de la Casa Blanca y operador clave en el giro político que favoreció al chavismo durante años.

La investigación respalda advertencias hechas repetidamente por el programa sobre la existencia de intereses petroleros, financieros y geopolíticos que han influido en la indulgencia internacional hacia Maduro. Las recientes filtraciones de un grupo de Telegram con vínculos a bonistas y operadores energéticos refuerzan esa tesis.

Por último, el Corrupto en la Mira es Diosdado Cabello, ya que su historial como vicepresidente, ministro de Interior, titular de Conatel, gobernador, jefe de la Constituyente y operador político clave lo ubica como el arquitecto de la red de corrupción, represión y alianzas que sostiene al chavismo.

Detenido el expresidente de Bolivia Luis Arce por presunto desvío de capitales

El expresidente de Bolivia Luis Arce ha sido detenido este miércoles en el marco de una investigación por presunto desvío de capitales del Fondo Indígena en el periodo en el que fue ministro de Economía, ha informado la Fiscalía del país.

El fiscal general, Roger Mariaca, ha indicado en una rueda de prensa que el arresto del dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS) se debe a «los indicios de participación en el hecho, el peligro de fuga y el peligro de obstaculización que pueda haber por (su) parte en contra de los otros conimputados, o en contra del presente proceso penal».

El magistrado ha confirmado que a Arce se le imputan «presuntos delitos de incumplimiento de deberes y conducta antieconómica», pero ha precisado que «no estamos hablando de hechos que pudieran haber pasado» mientras presidía el país. «Estamos hablando de supuestos hechos de corrupción (…) no sólo por el hoy aprendido (…), sino porque otras personas también habrían realizado la misma actividad», ha relatado.

Mariaca ha defendido que la detención de Arce «no se trata de persecución ni tampoco de un hecho político», sino que desde la Fiscalía «estamos realizando nuestro trabajo porque la Constitución dice que quien dirige una investigación es el Ministerio Público».

Por su parte, el ministro de Gobierno, Marco Antonio Oviedo, ha apuntado a que los cargos por los que se investiga a Arce «datan de cuando era ministro», cargo que ocupó de 2006 a 2017 y posteriormente entre enero y noviembre de 2019, durante el mandato de Evo Morales.

En declaraciones recogidas por el diario ‘El Deber’, el ministro ha detallado que los presuntos delitos atribuidos al exmandatario son enriquecimiento ilícito, resoluciones contrarias a la Constitución y las leyes, incumplimiento de deberes, uso indebido de influencias y conducta antieconómica.

Según éste, durante su mandato «se autorizó el traspaso de grandes cantidades de dinero a cuentas particulares y se aprobaron proyectos fantasmas» financiados con recursos del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino y Agropecuario (Fondioc).

«Todo esto contribuyó a la crisis económica que hoy vivimos», ha asegurado, apuntando a un perjuicio de unos 360 millones de bolivianos —cerca de USD$ 52,14 millones—.

Oviedo ha destacado que «la orden de luchar contra la corrupción viene del presidente Rodrigo Paz», sucesor de Arce tras la victoria electoral a finales de octubre, y ha prometido que «no vamos a parar hasta dar con todos los autores del descalabro económico que vive el país».

También se ha manifestado sobre la detención de Arce el actual vicepresidente, Edmand Lara, en un corto vídeo difundido en redes sociales en el que ha felicitado a los agentes que han cumplido con la orden de arresto.

«Lo habíamos dicho en una oportunidad, Luis Arce va a ser el primero en entrar preso. Todos los que le han robado a esta patria van a devolver hasta el último centavo y van a rendir cuentas a la justicia. Que viva la patria y que mueran los corruptos», ha declarado.

La noticia ha trascendido cuando la que fuera ministra de la Presidencia con Arce, María Nela Prada, ha denunciado el «secuestro totalmente ilegal» del expresidente «por Sopocachi, barrio de la ciudad de la Paz».

En un vídeo publicado en su perfil de la red social X, Prada ha explicado que se está dirigiendo a la sede de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (FELCC), unidad especializada de la Policía boliviana, donde supuestamente ha sido trasladado el ex jefe de Estado del país latinoamericano.

«En este momento estoy dirigiéndome hacia ese lugar, para ver si es que lo tienen ahí secuestrado de manera totalmente ilegal», ha expresado, insistiendo en que lo han retenido cuando «se encontraba solo».

Rutte reitera que EE. UU. está comprometido con OTAN, pese a la estrategia de seguridad

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha reiterado este jueves que EE. UU. está comprometido con la OTAN y el vínculo trasatlántico, pese a la estrategia de seguridad nacional que pide «poner fin a la percepción, y prevenir la realidad, de que la OTAN es una alianza en expansión perpetua».

«Si miro la estrategia de seguridad nacional a través de ese prisma, queda claro que EE. UU. está comprometido con Europa, con mantener a Europa segura», ha defendido el jefe político de la OTAN en rueda de prensa desde Berlín tras reunirse con el canciller alemán, Friedrich Merz.

Según Rutte, el documento reconoce la importancia de la «fuerte cooperación dentro de la OTAN entre los aliados europeos, Canadá y EE. UU.» para mantener la seguridad del bloque militar.

El exprimer ministro neerlandés ha insistido en que EE. UU. viene reclamando desde la época de Dwight Eisenhower un mayor gasto militar a los aliados europeos, por lo que las demandas de Trump no son algo nuevo.

«Esto ha sido desde los años 50 un gran motivo de irritación para los estadounidenses. Siempre han estado comprometidos con la OTAN, pero también tenían la expectativa de que nosotros gastáramos más, al menos lo mismo que ellos.», ha subrayado.

Junto a Merz, Rutte ha apuntado que los aliados europeos deben dar ese paso, siguiendo el compromiso alcanzado en la cumbre de La Haya para «alcanzar los objetivos de capacidades» y garantizar que podrá repeler amenazas, incluyendo «combatir a los rusos si nos atacaran».

Así, ha quitado hierro al hecho de que la estrategia de seguridad nacional de la Administración Trump deje en mal lugar a los europeos y reclama que la OTAN deje de ser una alianza «en expansión perpetua».

El documento estadounidense reclama a Europa que retome los lazos con Rusia para fomentar una «estabilidad estratégica» con Moscú y que el continente se «sostenga por sí mismo» en materia militar y «opere como un grupo de naciones soberanas alineadas».

EE. UU. cifra en 2,5 millones los migrantes que han abandonado el país en 2025

Las autoridades de EE. UU. han informado de que más de 2,5 millones de migrantes han sido deportados o han abandonado de forma voluntaria el territorio estadounidense a lo largo de 2025, unos datos que han calificado como un «logro monumental».

«Unos 600.000 inmigrantes ilegales han sido deportados de nuestro país en menos de 365 días y otros 1,9 millones se han autodeportado, lo que suma un total de más de 2,5 millones de inmigrantes ilegales desaparecidos. ¡Un logro monumental!», ha indicado el Departamento de Seguridad Interna (DHS, en inglés) en un comunicado.

Este anuncio llega tan solo unos días después de que el Departamento de Justicia anunciara que contará con decenas de jueces para «agilizar las deportaciones» en el marco de las duras políticas migratorias puestas en marcha por la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, que ha provocado numerosas redadas contra inmigrantes en todo el país.

«Apenas estamos empezando», recoge el texto del DHS respecto a unas operaciones que han sido tildadas por organizaciones defensoras de los Derechos Humanos como «posibles violaciones de los Derechos Humanos».

Trump, por su parte, insiste en «eliminar las millones de admisiones de inmigrantes ilegales que fueron aprobadas por (Joe) Biden» y expulsar así a «cualquiera que no sea un activo neto para EE. UU.» o «sea incapaz de amar a este país».

El presidente sigue acusando a los inmigrantes de la alta tasa de criminalidad del país, el deterioro de los centros urbanos, la falta de servicios y los problemas de vivienda, entre otras cuestiones.

La Cámara Baja de EE. UU. aprueba fondos por valor de USD$ 900.000 millones para defensa

La Cámara de Representantes de EE. UU. ha aprobado este miércoles el paquete anual de fondos para defensa en un texto que le atribuye hasta USD$ 900.000 millones e incluye aumentos salariales a las tropas y ayuda militar a Ucrania, así como la posibilidad de retener una parte del presupuesto de viajes del jefe del Pentágono, Pete Hegseth, si no facilita imágenes en bruto de los ataques a supuestas narcolanchas.

El paquete de medidas, conocido como Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA), ha sido aprobado en la Cámara Baja con 312 votos a favor y 112 en contra —94 de ellos, demócratas—. Además de las citadas medidas, en el caso de que el Senado también dé ‘luz verde’ al texto, éste se traducirá asimismo en restricciones a las inversiones estadounidenses en China y en la derogación completa de las sanciones a Siria, entre otras políticas.

El proyecto incluye además el ultimátum dirigido en la víspera al secretario de Defensa, Pete Hegseth, que amenaza con retener parte de su presupuesto para viajes de no entregar imágenes sin editar de los ataques del Ejército contra presuntas narcolanchas en el Caribe junto a copias de las órdenes correspondientes, ante el controvertido bombardeo contra los supervivientes de uno de los ataques.

Esta disposición nace de la confirmación por parte del Pentágono de un segundo bombardeo contra la primera embarcación atacada por el Ejército de EE. UU. alegando que transportaba drogas. Después de que el primero matara a nueve de los once tripulantes y causara graves daños en la embarcación, un segundo bombardeo acabó con la vida de los dos restantes, pese a que el Manual de la Armada prohíbe ataques con el objetivo de matar a supervivientes.

Con todo, Washington ha defendido la legalidad de la decisión, tomada por el almirante Frank Bradley, comandante de Operaciones Especiales, bajo la autorización del secretario de Defensa, a quien el presidente, Donald Trump, ha dejado la decisión de publicar o no los vídeos, mientras que Hegseth se ha mantenido reacio a difundirlos en público.

Hasta la fecha, EE. UU. ha realizado 22 bombardeos contra embarcaciones en el mar Caribe y el océano Pacífico oriental que, hasta ahora, suman al menos 86 víctimas mortales. Hegseth declaró la pasada semana que éstos «apenas han comenzado».

Un congresista republicano registra una propuesta de ley para retirar a EE. UU. de la OTAN

El congresista republicano Thomas Massie ha presentado este miércoles en la Cámara de Representantes de EE. UU. una propuesta de ley que retiraría al país de la OTAN, que ha calificado como «una reliquia de la Guerra Fría» empleada actualmente para defender a «países socialistas».

«La OTAN es una reliquia de la Guerra Fría. Deberíamos retirarnos de la OTAN y usar ese dinero para defender a nuestro propio país, no a los países socialistas», ha declarado Massie, según recoge el comunicado publicado en su propia web con respecto a la propuesta de ley.

El republicano ha lamentado que la Alianza Atlántica se creó para contrarrestar a la Unión Soviética y, desde su desintegración hace más de tres décadas, «ha costado billones de dólares a los contribuyentes y sigue poniendo en riesgo la participación de EE. UU. en guerras extranjeras».

En este sentido, ha defendido que la Constitución estadounidense «no autoriza implicaciones permanentes en el extranjero» y que «EE. UU. no debería ser el salvavidas del mundo, especialmente cuando los países ricos se niegan a pagar por su propia defensa».

Asimismo, el texto de la propuesta critica que «a pesar de su menguante relevancia y de las garantías previas en sentido contrario, la OTAN inició una profunda expansión hacia el este en 1999», hasta alcanzar la frontera terrestre actual, compuesta por Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia y Polonia.

Al hilo, ha lamentado que, mientras Moscú ha insistido en denunciar la expansión de la alianza y «los miembros de la OTAN se han negado a descartar una mayor» ampliación, «la invasión de Ucrania (…) demuestra la disposición» de Rusia para «emplear la acción militar en respuesta a amenazas percibidas contra su seguridad».

«El principal interés de EE. UU. en Europa es impedir el surgimiento de un hegemón regional», ha defendido Massie, que ha desechado las perspectivas de que aparezca tal potencia aun si Washington no interviene, pues «la capacidad militar y económica combinada de los miembros europeos de la OTAN supera a la de la Federación Rusa».

Trump dice que Zelenski «tiene que ser realista» en sus peticiones para un acuerdo con Rusia

El presidente de EE. UU., Donald Trump, ha manifestado este miércoles que su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, «tiene que ser realista», en el marco de las negociaciones para un acuerdo con Rusia que ponga fin a la invasión rusa lanzada en febrero de 2022.

«Tiene que ser realista. Y me pregunto cuánto tiempo se necesitará para que se celebren elecciones.», ha dicho desde la Casa Blanca, desde donde ha alegado que el 82% de la población ucraniana está «exigiendo que se llegue a un acuerdo» porque están «perdiendo miles y miles de personas cada semana»: «Quieren ver que termina».

Trump ha subrayado que su Administración está «dedicando mucho tiempo y esfuerzo» en estas conversaciones porque quiere «que esto pare». «Están sucediendo muchas cosas ahora mismo. Mucha gente dice que está más cerca que nunca (…) Creo que lo resolveremos en muy poco tiempo», ha dicho una vez más.

Así, ha explicado que ha mantenido una llamada con los líderes de Francia, Alemania y Reino Unido —»muy buenos amigos míos»—, con quienes ha hablado «de Ucrania con mucha firmeza», aunque ha reconocido que está esperando «respuestas antes de avanzar».

Según ha indicado, los líderes europeos le han pedido que asista a una reunión durante el fin de semana en Europa, pero ha rechazado asistir antes de que haya «resultados» porque no quiere «perder el tiempo». «A veces hay que dejar que la gente se pelee, a veces no. Pero el problema es que se pierden miles de personas. Es ridículo», ha añadido.

Las declaraciones de Trump han tenido lugar poco después de que una delegación estadounidense haya mantenido durante la jornada conversaciones con la ucraniana sobre la reconstrucción y la recuperación económica de Kiev, en medio de un nuevo intento de acercamiento.

De hecho, Zelenski ha enfatizado que Kiev ya ha actualizado sus puntos de vista sobre los puntos del documento marco para el fin de la guerra, haciendo hincapié en que «la seguridad general será la que defina la seguridad económica y sustentará un entorno empresarial seguro». También ha agregado que han acordado «los próximos contactos entre los equipos».

«Como siempre, no habrá demoras por parte de Ucrania. Ucrania está trabajando para obtener resultados», ha manifestado, según recoge un comunicado de la Presidencia ucraniana, donde ha adelantado que está preparando una reunión con la Coalición de Voluntarios para este jueves.

Por otro lado, ha Zelenski ha confirmado que ha abordado con los legisladores ucranianos la posibilidad de celebrar elecciones bajo la ley marcial, después de las acusaciones sobre su supuesta intención de aferrarse al poder.

«Tuvimos una conversación sustancial. No permitiré ninguna especulación. Si nuestros socios, incluido nuestro socio clave en Washington, hablan tanto y de forma tan concreta sobre las elecciones en Ucrania, sobre las elecciones bajo la ley marcial, debemos ofrecer respuestas legales ucranianas a todas las preguntas y dudas», ha manifestado.

En este sentido, ha sostenido que «no es fácil» y que no necesitan «ninguna presión al respecto». Mientras que ha pedido a los diputados que presenten propuestas al respecto, ha remarcado que los desafíos de seguridad dependen de sus socios, en particular de Estados Unidos.

Petro le recomienda a Maduro permitir una transición política en Venezuela

Caracas. – El presidente guerrillero de Colombia, Gustavo Petro, emitió este miércoles un mensaje sugiriendo al jefe del «Cartel de los Soles», Nicolás Maduro, permitir una transición política en Venezuela, mientras condena al mismo tiempo la posibilidad de una intervención militar por parte de EE. UU.

En sus redes sociales, el mandatario colombiano difundió un mensaje, abordando principalmente la situación de Venezuela en medio de la creciente tensión con la administración de Donald Trump. «Es más democracia el problema de Venezuela y es hora de una amnistía general y de un gobierno de transición con la inclusión de todos», escribió el mandatario izquierdista en la red social X.

«Maduro debe entender que la respuesta a una agresión externa no es solo un alistamiento militar sino una revolución democrática», explicó el mandatario colombiano, en una especie de recomendación al jefe del narcochavismo.

La respuesta de Petro, según lo señalado por diversos medios, se da en respuesta a las represalias tomadas este mismo día, en contra del cardenal Baltazar Porras, a quien, aparte de no permitirle viajar fuera de Venezuela, le revocaron su pasaporte.

«Es una amnistía general, no extender la cárcel», indica Petro. «La patria de Bolívar no debe ser invadida ni por extranjeros, ni por retóricas vacías, ni por cárceles del alma. La patria de Bolívar se defiende con más democracia y soberanía”, señaló finalmente.

El mensaje ha sido considerado en redes y webs periodísticas como un cambio de narrativa por parte del gobierno colombiano, que, si bien ha defendido al narcochavismo, ahora lo insta a bajar la guardia ante lo que parece ser, la irremediable decisión de la Casa Blanca por desalojar a Maduro del poder.